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Aunque los adolescentes son el futuro de nuestras sociedades y una gran riqueza para cualquier país, su salud y bienestar atraviesan una etapa decisiva a nivel mundial. Así lo advierte una comisión internacional de expertos convocada por la reconocida revista The Lancet. A pesar de los avances en algunas áreas, las proyecciones de los investigadores sugieren que, para el final de la era de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2030, al menos la mitad de los adolescentes del mundo (1.000 millones de personas) vivirán en países con múltiples cargas de enfermedad, donde experimentan una carga compleja y excesiva de enfermedades.
Los autores proyectan que, en 2030, 464 millones de adolescentes a nivel mundial tendrán sobrepeso u obesidad (143 millones más que en 2015) y se perderán 42 millones de años de vida saludable debido a trastornos mentales o suicidio.
La segunda Comisión de The Lancet sobre Salud y Bienestar de los Adolescentes —la primera se realizó a comienzos del siglo XXI— reunió a 44 comisionados de distintas disciplinas, sectores y regiones del mundo. Con la mirada puesta en el futuro, la Comisión puso especial atención en África: se estima que para finales de siglo, el 41 % de todos los adolescentes del planeta vivirán en ese continente. Por eso, se dio prioridad a la participación de expertos africanos o con raíces africanas; 11 comisionados provienen de esa región. Además, en un esfuerzo por incluir las voces de los jóvenes, la Comisión decidió integrar a comisionados juveniles, quienes no solo participaron, sino que lideraron procesos clave junto a los expertos senior.
“Los adolescentes de hoy son la primera generación humana que vivirá toda su vida bajo la sombra del cambio climático”, se agrega en el estudio. Para el año 2100, se proyecta que 1.800 millones de adolescentes vivirán en un mundo que se espera que alcance una temperatura unos 2,8 °C superior a la de la era preindustrial. Los autores definen “adolescencia” como individuos de 10 a 24 años.
Aunque en muchas regiones se han logrado avances en la reducción de enfermedades transmisibles, maternas y nutricionales entre adolescentes, la pandemia de covid-19 frenó gran parte del progreso. A nivel global, las adolescentes mujeres presentan mejores resultados en estos indicadores que los varones, gracias a los esfuerzos en salud sexual y reproductiva. Sin embargo, las enfermedades transmisibles siguen siendo un desafío, especialmente en Asia del Sur y África subsahariana, regiones que, pese a tener la mayor carga, también han mostrado los mayores avances. Un área crítica sigue siendo la de enfermedades no transmisibles (ENT), incluyendo la salud mental: ninguna región está cerca de cumplir las metas, y la carga entre adolescentes ha aumentado desde 2015. Sería necesario un descenso anual del 15 % en los años de vida ajustados por discapacidad (AVAD) para cumplir los objetivos en 2030.
En cuanto a conductas de riesgo, ha habido avances en la reducción del consumo de tabaco y alcohol, aunque los adolescentes varones en ciertas regiones (Sudeste Asiático, Europa del Este, Oriente Medio) siguen requiriendo atención. El consumo excesivo de alcohol en países de ingresos altos también es motivo de preocupación.
El sobrepeso y la obesidad, en cambio, están en aumento en todas las regiones. En la investigación se estima que para 2030, más del 23 % de las adolescentes y el 22 % de los varones superarán el umbral de sobrepeso. Países de altos ingresos, América Latina, el norte de África y Oriente Medio lideran esta tendencia. Además, la anemia muestra una brecha de género alarmante: se proyecta que un tercio de las adolescentes mujeres tendrá anemia en 2030, en contraste con solo el 12,9 % de los varones, siendo los países de ingresos altos los únicos con probabilidades de alcanzar la meta del 10 %. La educación ha mejorado, pero no al ritmo esperado. Aunque aumentó el logro educativo en África subsahariana, se prevé que para 2030 menos del 60 % de los adolescentes completen la secundaria.
Además, más del 30 % de las adolescentes y casi el 20 % de los varones no estarán en educación, empleo ni formación, con las mujeres en regiones como Oriente Medio y el sur de Asia particularmente afectadas.
En salud sexual, la fecundidad adolescente ha disminuido en la mayoría de regiones, se lee en el estudio, pero la necesidad insatisfecha de anticoncepción sigue siendo un reto. Respecto al matrimonio infantil, los avances han sido moderados: en 2022, el 18,6 % de las mujeres de entre 20 y 24 años se habían casado antes de los 18, una baja respecto al 21 % en 2017. Sin embargo, las cifras siguen lejos de la meta del 10 %, especialmente en África subsahariana y Asia del Sur.
A pesar de estos retos, los autores señalan que la financiación para la salud y el bienestar de los adolescentes no se corresponde con la magnitud del desafío ni se destina a las áreas de mayor necesidad. Por ejemplo, dicen, la financiación específica para la salud de los adolescentes representó solo el 2,4 % del total de la asistencia para el desarrollo en salud entre 2016 y 2021, a pesar de que los adolescentes representan el 25,2 % de la población mundial. “La justicia intergeneracional exige que las generaciones actuales y futuras de adolescentes cuenten con los recursos necesarios para su salud y bienestar”, dicen los autores.
Sin un cambio político decidido y mayores inversiones, millones de adolescentes crecerán con una salud comprometida, concluyen los investigadores, lo que limitará su futuro y el del planeta. Además, los indicadores actuales, dice el estudio, no capturan del todo los nuevos desafíos, como el impacto del entorno digital, la crisis climática, los conflictos y la migración forzada. La Comisión plantea que se necesitan nuevas métricas para comprender y mejorar la salud adolescente.
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