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Un grupo de científicos internacionales llevaron a cabo una minuciosa investigación para comparar la cicatrización entre animales y seres humanos. Sus resultados ofrecieron muchas más pistas de las que ya se conocían sobre nuestro proceso de curación, pero también dejaron preguntas que todavía no tienen respuesta.
El artículo fue publicado en la revista académica Proceedings of the Royal Society B. Allí se detalla que, para llevar a cabo el experimento, los investigadores analizaron el proceso de curación de 24 pacientes del Hospital Universitario de Ryukyus, en Japón, que recientemente habían pasado por una extirpación de tumores en la piel. Luego, buscaron comparar su proceso con el de otros chimpancés y ratones cautivos en diferentes instituciones de Japón y África.
A algunos de ellos los anestesiaron para luego hacerles cortes circulares controlados de 40 milímetros de diámetro. El mismo proceso lo repitieron con ratones y ratas de laboratorio, para así monitorear su proceso de recuperación.
Los científicos tomaban una fotografía de todas las heridas cada dos días, y, al compararlas a lo largo del tiempo, concluyeron que los animales cicatrizaban a un ritmo de 0,61 milímetros por día, mientras que en los humanos este proceso ocurría mucho más lento, a 0,25 milímetros.
En entrevista con El País de España, Michel Raymond, del Instituto de Ciencias Evolutivas de la Universidad de Montpellier, explicó que, aunque esa diferencia ya se intuía, nunca había sido medida formalmente.
Raymond contó que todavía no está muy claro el por qué de esa lenta cicatrización, pero que la evolución de los seres humanos otorga algunas pistas clave. Por ejemplo, se conoce que las especies de animales que hicieron parte del estudio están cubiertas de folículos con cabello que, a su vez, tienen células madre que les permiten una rápida curación. El Homo sapiens, por otro lado, perdió muchos de esos folículos al reemplazarlos por glándulas sudoríparas que pudieran mantener la maquinaria cerebral fría, pero que no son eficientes a la hora de la cicatrización.
Por ahora, los autores hacen énfasis en que este tipo de procesos deben seguir estudiándose, pues, como se lee en el artículo, “puede proporcionar información valiosa sobre las implicaciones evolutivas de la cicatrización de heridas. Este estudio también subraya la necesidad de mayor investigación sobre los procesos biológicos que subyacen a la cicatrización de heridas en diversas especies”.
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