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Virginia Woolf, en su ensayo Una habitación propia (1929), planteaba una pregunta crucial para su época: ¿qué habría sucedido si las mujeres, como su madre o su abuela, hubieran tenido control sobre sus propios recursos? ¿Cómo habrían cambiado sus vidas, su independencia y su capacidad para decidir sobre su destino si no hubieran estado sometidas a la istración de los bienes de sus esposos?
A lo largo de la historia, las mujeres han tenido que luchar contra sistemas que limitan su autonomía económica. Hoy, esa inquietud de Woolf sigue siendo pertinente, ya que las estructuras financieras tradicionales continúan siendo desafiadas. Figuras como Marcela Torres, gerente general de Nu Colombia, son conscientes de este cambio. “Estos procesos de transformación social toman tiempo, y mujeres como Virginia fueron catalizadoras de lo que hoy hemos logrado”, afirma. De este modo, la ejecutiva reconoce la necesidad de un esfuerzo continuo para construir una nueva realidad económica.
En Colombia, el camino hacia la igualdad financiera ha sido largo, pero los avances de las últimas décadas son notables. Según el Gender Equity Index, que mide el progreso hacia la igualdad de género en diferentes ámbitos, como educación, economía y empoderamiento, el país ocupa el puesto 72 de 139 naciones. Esta clasificación refleja logros y retos en la equidad de género. Sin embargo, en términos de inclusión económica, Colombia se ha ubicado junto a países líderes en la materia, como Suecia y Canadá. La legislación desempeñó un papel fundamental en este proceso: en 1932, la aprobación de la Ley 28 permitió que las mujeres colombianas tuvieran control sobre sus propios bienes, marcando un paso clave hacia su autonomía financiera.
Avances en la inclusión financiera
Antes de esa reforma, las mujeres no solo carecían de poder sobre sus recursos, sino que los bienes que pudieran poseer eran, en la práctica, controlados por sus esposos o padres. Esta falta de independencia económica restringía su capacidad para tomar decisiones, tanto sobre su vida como sobre la de sus hijos. A pesar de estos obstáculos, los avances han sido sustanciales.
En 2014, solo el 33% de las mujeres colombianas tenía a servicios financieros. Hoy, en marzo de 2025, esa cifra ha aumentado al 92%, según datos de la Banca de las Oportunidades. Aunque este cambio es notable, la brecha persiste: el 99% de los hombres tiene a productos financieros, mientras que las mujeres aún enfrentan mayores dificultades para acceder a los mismos servicios. No obstante, la reducción de esta disparidad señala un cambio significativo en marcha.
Desde su posición de liderazgo en una de las plataformas digitales más importantes del país, Marcela Torres observa que el reto actual no solo radica en abrir cuentas de ahorro, sino en lograr que las mujeres las utilicen activamente y accedan a una mayor variedad de productos financieros, incluidos los de inversión. “El desafío clave es profundizar en los productos financieros”, señala Torres, destacando que no basta con que las mujeres estén incluidas en el sistema; deben tomar decisiones informadas y diversificadas respecto a sus recursos.
Según la Banca de las Oportunidades, solo el 35% de los colombianos tienen a crédito formal, y las mujeres siguen siendo las más afectadas por una brecha crediticia. En promedio, se les presta menos que a los hombres debido a su menor participación en el mercado laboral formal. Esto limita la información disponible sobre su capacidad crediticia y, por ende, la cantidad de dinero que pueden recibir de los bancos tradicionales.
Un estudio realizado por la misma entidad revela que las mujeres suelen ser más cautelosas con la deuda, mostrando una mayor desconfianza en su capacidad para gestionarla. Sin embargo, no todo está perdido. Como señala Torres, “una deuda bien manejada es una herramienta poderosa, que permite acceder a educación, crear proyectos y mejorar las condiciones familiares”.
Mujeres líderes en el sector financiero
En el ámbito de la educación financiera, personalidades como Nicolás Abril, influencer y educador en esta área, están desempeñando un papel relevante. Según él, un cambio en la educación económica es esencial para transformar la sociedad. “El 55% de mis seguidores son mujeres”, comparte, subrayando cómo cada vez más mujeres se están adentrando en el mundo de la educación financiera, decididas a entender y dominar su economía. Este cambio no solo responde a la necesidad de gestionar mejor los recursos, sino también a una decisión consciente de mejorar el presente y asegurar el futuro.
En su trayectoria profesional, Marcela Torres ha experimentado la falta de referentes femeninos en el sector financiero. Sin embargo, hoy trabaja con muchas mujeres que la inspiran a diario. Aunque ellas representan el 55% de la fuerza laboral en la industria financiera, solo el 15% ocupa cargos de liderazgo. Esta disparidad refleja, a su vez, la necesidad urgente de seguir trabajando para garantizar que las mujeres tengan a roles de toma de decisiones, donde puedan influir en el rumbo de la economía.
Según la ejecutiva, las tres claves para lograr una inclusión financiera plena son: el , la profundización en los productos financieros y la definición de las reglas del juego en el sector económico. Torres, quien practica un estilo de liderazgo democrático y participativo, comenta: “No doy órdenes, pregunto y luego tomo decisiones”, destacando la importancia de creer en lo que se hace para liderar con propósito.
Las mujeres no solo están ocupando espacios en el ámbito económico, sino que están redefiniendo lo que significa tener poder en el mundo financiero. Aunque el camino hacia la equidad financiera sigue siendo largo, los avances recientes reflejan que las mujeres no solo están participando en esta historia, sino que la están reescribiendo.
