
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El Tribunal de Cundinamarca les acaba de llamar la atención a los ministerios de Salud y Educación, así como a las entidades territoriales. La razón es la falta de promoción y garantía de a la conocida píldora del día después, un anticonceptivo de emergencia que es clave para la salud sexual y reproductiva de las mujeres del país. En sus motivaciones muestra cómo, a pesar de que tenemos avances jurisprudenciales, la Rama Ejecutiva en todos los niveles ha fallado. La timidez de las autoridades para promover el a este tipo de medicamentos lo único que genera es daños a las mujeres del país, en particular a las más vulnerables.
La decisión del Tribunal es producto de una acción popular que tenía una queja: no hay suficiente promoción de la píldora del día después ni trabajo por parte del Estado para un efectivo al medicamento. Esto causa riesgos y es, en la práctica, una desprotección de la salud sexual y reproductiva de las mujeres. Al tratarse de un anticonceptivo de emergencia, su distribución está ligada a varios derechos fundamentales, en particular el de la autodeterminación y la posibilidad de que las mujeres tengan decisión sobre sus cuerpos y proyectos de vida. Los magistrados les dieron la razón a los accionantes, como debían hacerlo.
“La falta de información y oportuno a este anticonceptivo de emergencia genera desigualdades y afecta el ejercicio pleno de los derechos fundamentales”, escribe el Tribunal. Por eso les pide a las autoridades que “adopten acciones concretas que garanticen la disponibilidad del medicamento en centros de salud, hospitales y farmacias en todo el territorio nacional”. Dos aspectos importantes del fallo son que también involucra a las farmacéuticas, para que colaboren en la mejora al a los medicamentos, y utiliza un enfoque diferencial, pues quiere que la píldora llegue a las mujeres más vulnerables.
Por supuesto, la obstaculización a este tipo de medicamentos no solo es un asunto de desidia institucional. Desde siempre, la discusión en torno a la salud sexual y reproductiva de las mujeres ha estado marcada por los prejuicios. Ya estamos muy lejos de las épocas en que los conservadores argumentaban, con total desconocimiento de la realidad, que la píldora del día después era abortiva, pero su siguiente estrategia fue entorpecer su difusión. Lo mismo ocurre con el aborto: desde que la Corte Constitucional lo permitió hasta la semana 24, el campo de batalla se trasladó a encontrar trabas burocráticas para sabotear el libre de las mujeres a un procedimiento al que tienen derecho.
Ante eso, los ministerios y secretarías de Salud y Educación necesitan romper su tibieza. Si en Colombia la salud sexual y reproductiva es un derecho, y en efecto lo es, es una obligación del Estado en todos sus niveles utilizar la pedagogía para que las mujeres conozcan sus opciones. En el caso de la píldora del día después, debe incluirse en campañas ambiciosas de educación sexual y reproductiva, y tiene que formularse un plan para llegar a los lugares más apartados. Las mujeres más vulnerables son las que más necesitan que el Estado las acompañe en sus decisiones, por eso es tan preocupante que estemos fallando de manera estruendosa.
¿Está en desacuerdo con este editorial? Envíe su antieditorial de 500 palabras a [email protected]
Nota del director. Necesitamos lectores como usted para seguir haciendo un periodismo independiente y de calidad. Considere adquirir una suscripción digital y apostémosle al poder de la palabra.
