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Nuevas crisis, viejos temas

Tatiana Acevedo Guerrero
09 de marzo de 2025 - 05:05 a. m.
“Los trancones hacen parte de un nudo de problemas que van más allá de los semáforos”: Tatiana Acevedo Guerrero.
“Los trancones hacen parte de un nudo de problemas que van más allá de los semáforos”: Tatiana Acevedo Guerrero.
Foto: Óscar Pérez
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Nos cuenta la prensa que Barranquilla, la cuarta ciudad más poblada del país, tiene “el tráfico más lento del mundo, según el informe anual de TomTom Traffic Index 2024″. Según este índice, la ciudad encabeza el ranking mundial, por delante de ciudades como Calcuta en India, Kyoto en Japón y Lima en Perú. Para dar una idea de la vida bajo este régimen vial, se nos explica que los y las conductoras en Barranquilla “logran una velocidad media de 16,5 km/h, lo que implica que un trayecto de 10 kilómetros puede demorar hasta 35 minutos”.

A simple vista podría pensarse que se trata de un detalle aislado dentro de la vida urbana. Sin embargo, los trancones hacen parte de un nudo de problemas que van más allá de los semáforos. Problemas en la recolección de basuras e informalidad en la construcción de barrios, por ejemplo, contribuyen a la formación de arroyos durante los días de lluvia (pues las basuras bloquean los desagües) y estos, a su vez, empeoran el tráfico. Las dificultades del tráfico exacerban crisis de calidad del aire, provocando perturbaciones crónicas en la vida cotidiana, problemas de salud y pérdida de horas de trabajo de poblaciones que dependen de sectores informales. Es decir que lo que vemos más allá de los carros, es un ciclo perpetuo de crisis interdependientes.

Una tempestad con sus arroyos puede derivar en trancones. Pero además probablemente interferirá con el sistema de electricidad y apagones en algunos sectores traerán problemas en las estaciones de bombeo de los acueductos, e incentivarán robos y sensaciones de inseguridad en los barrios. Cortes e intermitencia en el servicio del agua incentivarán la recolección de agua en lavaderos y tanques y baldes, lo que podrá contribuir a epidemias de dengue (pues los zancudos ponen huevos en estas aguas almacenadas).

Barranquilla no está sola. Hace poco más de una década se viene hablando de crisis urbanas compuestas o “policrisis” en donde convergen y se entrelazan fenómenos ambientales, económicos y políticos. Las policrisis son impulsadas por el cambio climático, los desastres naturales, incendios y la resultante escasez de recursos como el agua, además de por las crecientes desigualdades, las epidemias, la polarización política, la remontada de populismos autoritarios, y por los conflictos y las guerras. Análisis académicos sobre la pandemia de COVID-19 y el cambio climático describen cómo estas crisis no solo ocurren de manera simultánea o sucesiva, sino que refuerzan las vulnerabilidades de las ciudades a través de sus interacciones.

Por esto pueden generar efectos imprevistos, donde los intentos de resolver un problema pueden, sin quererlo, desencadenar, intensificar o acelerar otras crisis. En momentos de sequía las familias compran motobombas para aumentar la presión del agua en los hogares. Las motobombas, por su cuenta, hacen que el consumo de electricidad se dispare y esto tiende a desencadenar carencias económicas en las familias, suspensiones del servicio por falta de pago y también sobrecargas del sistema de energía barrial o municipal (lo que acarrea apagones).

Pero hay quienes nos recomiendan no pensar las cosas en términos de excepción y crisis. La profesora jamaiquina, Sylvia Wynter, nos alerta sobre cómo, más que un momentico de crisis, vivimos los efectos duraderos, globales e interconectados de la pobreza, el hambre y los fenómenos ambientales. Otros como el profesor Malcom Ferdinand de Martinica nos hablan del presente como resultado de una trenza del racismo contra los pueblos colonizados, las desigualdades económicas globales y la degradación ecológica. Esta explicación nos invita a pensar cómo la colonización, con sus despojos y destrucción de junglas y bosques, dio inicio a la destrucción del medio ambiente y es la semilla del cambio climático. Y está también la profesora colombiana Diana Ojeda que nos recuerda la conexión entre el machismo y las desigualdades económicas con las crisis ecológicas. El desmoronamiento de la vida en la ciudad, con sus dificultades, imprevistos y emergencia, no sería entonces algo nuevo, sino un producto de la explotación de la naturaleza, las mujeres y los menos poderosos.

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NAVY(47439)09 de marzo de 2025 - 05:10 p. m.
Falta la segunda parte para que haya una conclusión y las propuestas
Carlos(12062)09 de marzo de 2025 - 04:10 p. m.
Que sigan votando por los Char y sus compinches. Que viva el Junior, carajo, panacea de Barranquilla.
karl(g3os1)09 de marzo de 2025 - 03:40 p. m.
Sus análisis son serios y ponderados . Mil GRACIAS
Manuel(13692)09 de marzo de 2025 - 02:00 p. m.
Muy bien felicitaciones, sus columnas son un reflejo de honestidad y rigor. Gracias. Y ojalá les llegue su turno judicial y de castigo al clan char y sus aliados de la ultraderecha golpista y criminal
Atenas (06773)09 de marzo de 2025 - 12:46 p. m.
De los continuos cursis relaticos de esta frondia opinadora, pa quien no hay asunto q’ le quede grande, y todo le es’puchao’, no importa q’ sea celestial o terrenal. El punto estriba en q’, a mi juicio, inevitable/ lo hace mal. Y con tan atinada presunción pa q’ entrar en fútiles debates o disquisiciones con quienes están inundados de odio y rencor social. Mejor dejémoslos q’ en estas pandas columnas desfoguen sus reconcomios. Atenas.
  • Felipe Cox(18091)09 de marzo de 2025 - 04:09 p. m.
    Atenas. ¿Usted que todo lo opina y que en cada nota estila odio porque no se mira el ombligo?
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