Hace unos días, en una reunión para revisar los contenidos de sostenibilidad de un programa de alta gerencia donde participo como docente, se hizo evidente uno de los principales retos de esta formación: las verdades incómodas de la triple crisis planetaria se sienten como ataques personales, y quienes hablamos de sostenibilidad somos percibidos, a veces, como evangelizadores. Además, estamos en tiempos donde el negacionismo ya no es solo ideológico: es una amenaza sistémica, impartida por directivas desde uno de los gobiernos con mayor influencia global. Esto plantea un desafío personal: ¿cómo formar a quienes no creen en la...
