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Hace tres años, el diario El Tiempo señalaba: “Los pinchallantas pasaron a convertirse en toda una red de estafadores que no solo ponen trampas como pitillos metálicos o tornillos en vías principales de Bogotá y Cundinamarca, sino que actúan con ‘auxiliadores’ que llevan a las víctimas a reparar los neumáticos a negocios específicos…(los delincuentes) tienen muchas estrategias, pero la más novedosa en la actualidad es que, luego de poner los dispositivos metálicos y filudos en puntos específicos, mandan a un ‘ángel’ que arriba como por arte de magia a auxiliar a los angustiados conductores”. Lo primero que enfrenta la víctima es que el tal “ángel” no es un ángel: es un malechor, parte integral del clan de criminales.
Si a la víctima le indigna caer en el timo, lo primero que debe hacer es nunca, repito nunca, aceptar las recomendaciones del “ángel”. De aceptarlas, puede tener la certeza que de ese pinchazo no saldrá impune: en el camino a reparar la llanta —por medio de una cuchilla disimulada en la mano o en la punta del zapato— otro integrante de la banda se encarga de perforar la llanta en por lo menos cinco o seis lugares. La víctima rara vez se escapa de tener que pagar entre 800 mil y 1,2 millones de pesos, suma que jamás hará parte de la contabilidad del montallantas, y que además debe abonar en rabioso contado.
¿Qué puede hacer la víctima para evitar la segura extorsión de la banda delincuencial? A parte de orillarse, lo primero es intentar uno mismo cambiar la llanta y llevarla a “despinchar” a un montallantas alejado de las “zonas rojas” donde florecen los maleantes. En caso de no tener llanta de repuesto, buena parte de las compañías de seguros y los servicios de asistencia vial ofrecen el servicio de “despinchada” en la que posiblemente toque esperar una hora larga, pero vale la pena. Es indispensable que los conductores se aseguren de tener llanta de repuesto y estar en capacidad de cambiarla, o que estén afiliados a una entidad que los cubra en estos incidentes. Este columnista el pasado miércoles fue víctima por tercera vez de la banda que opera en la avenida 13 entre las carreras 126 y 127. Cinco falsos “angeles” pasaron a indicarme que la servillantas en esa misma cuadra era la indicada para solucionarme el pinchazo, pero al tener seguro, evité caer en las garras de los delincuentes.
¿Y las autoridades? La concejal Sandra Forero continúa trabajando para erradicar esta plaga y parece ser que entre febrero y marzo de 2025 las autoridades sellaron 16 montallantas en Bogotá que estarían relacionados con las estafas. Las autoridades, aparte de triplicar las cámaras y judicializar a todos los integrantes de la banda, incluyendo los dueños del terreno, deberían poner enormes avisos declarando la presencia de “pinchallantas” en las cinco “zonas rojas” de la ciudad, y estudiar la posibilidad de que los montallantas solo se autoricen en estaciones de gasolina que se harían corresponsables en caso de encontrase actividades delictivas.
Apostilla: Si bien un brochazo de cultura no le haría daño a la Minga, la atrabiliaria toma de la Universidad Nacional no pareciera ser suficiente para que puedan jactarse de su “paso por la universidad”.
