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Podrían haber sancionado a David González, que funge en el papel como técnico del club Millonarios, por su evidente desconocimiento del plantel, su falta de capacidad al escoger la nómina de jugadores, es decir, como seleccionador; por su escaso conocimiento de estrategias para hacer rendir a “sus” jugadores en el terreno; su falta de reacción en los cambios que han logrado que un equipo que jugaba mal juegue peor… Pero no, en una maniobra oscura, censora y antidemocrática, la Dimayor ha decidido apartarlo de las canchas por dos semanas luego de sus declaraciones, que bien pueden entenderse como denuncias, en torno a comportamientos arbitrales en determinados partidos y que, a decir de la medida, atentan, según una disposición propia de una república bananera, contra la buena imagen de ese ente o de sus afiliados incluida la Federación, autora del engendro que obliga a callar sin discusión.
Y es un engendro, primero, porque elimina la libertad de expresión de manera totalitaria. Segundo, porque no le da trámite para investigación, así aquí casi siempre las pesquisas sean protocolarias. Y tercero, porque parte de una idea que no corresponde con la realidad: que la Dimayor y la Federación tienen buena imagen.
En ese sentido, los primeros sancionados deberían ser quienes, en su seno, con acciones como esta sanción y omisiones, han arrastrado al desprestigio a esos entes que deberían por principio dar ejemplo en este cuestionado contexto institucional.
En medio de esta reformitis nacional, ya es hora que el gobierno les meta mano a estas instancias y a cada uno de sus afiliados para recuperar como bien público lo que algunos consideran, cuando les conviene, un derecho privado. Y, de paso, que tome cartas en el mundo de las apuestas que han contaminado el ambiente y envuelto en un manto de duda lo que sucede en las canchas, sobre todo cuando tiene visos de inusual o poco frecuente. Y que, en vez de silenciar, le pidan a David González que amplíe sus declaraciones, así en lo deportivo siga sin dar pie con bola.
