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Una de las causas de esta violencia que tanto nos aflige es la intolerancia que se refleja en la falta de respeto por los demás y por no acatar las normas mínimas de la convivencia. Y es que, en muchas oportunidades, si no nos aguantamos a nosotros mismos, menos vamos a soportar a los demás, me dijo una violentóloga refiriéndose a la precaria salud mental de miles de personas a quienes les afectó en grado sumo el confinamiento producto de la pandemia.
Consciente de ello, la ciudad de Cali ha emprendido una campaña social de civismo para que se respeten a los ciudadanos como sujetos de derechos y se logre el respeto por la autoridad y la institucionalidad.
Y es que se vienen presentando de manera creciente hechos bochornosos de enfrentamientos verbales y que han ido mucho más allá, por ejemplo, entre los guardas de tránsito y ciudadanos(as) quienes infringen la ley sin atender los reclamos y demás llamados de atención.
Algunos motociclistas andan por los andenes y desplazan a los peatones, cuando no circulan en contravía o en exceso de velocidad, lo que produce un pánico colectivo y un rechazo justificado que hacen que los “odien”. Conductores que se estacionan donde les viene en gana y que no respetan las señales de “prohibido parquear” fomentan un clima de agresividad que es necesario superar.
Y, como estos, los casos son múltiples: en lo corrido del año, 39 agentes de tránsito han sido agredidos de palabra y obra, así como policías, guardas de seguridad y funcionarios de empresas de aseo que agreden o son agredidos.
Este llamado ha nacido en el seno del Concejo Municipal y ha contado con el respaldo del alcalde Éder, quien expresó que es definitivo que los caleños se unan y trabajen por la reconciliación y que “nos respetemos para que haya convivencia”.
Ojalá esta campaña tenga el concurso de las juntas de acción comunal, de los gremios, de las distintas iglesias, de las asociaciones deportivas y de los medios de comunicación, entre muchas otras entidades, y que ojalá se replique en otras ciudades del país, en aras de la paz y, repito, de la convivencia.
