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Se muere Alejo

Lorenzo Acosta Valencia
22 de mayo de 2013 - 11:37 p. m.
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El 19 de mayo de 2013, mientras se avecinaban las elecciones atípicas de alcalde en Cartagena, Enilse López Romero —rea con un permiso que el Inpec no ha aclarado— hizo de anfitriona de tres mil de sus devotos congregados en el coliseo Bernardo Caraballo.

El hecho recuerda aquel vallenato en el que Abel Antonio se fue de parranda para regresar a casa y asistir al quinto día de su funeral. Patrona del negocio del chance en el Caribe, condenada por nexos con el paramilitarismo y por homicidio, la Gata habría apoyado públicamente la candidatura a la alcaldía de María del Socorro Bustamante, asistente al evento. Dayra Galvis, senadora de Cambio Radical y promotora del aval a la candidata, arguyó que Bustamante sólo “saludó y se fue: no sabe nada de lo que sucedió después ni si era legal o no lo que pasaba”. Todo lo demás serían rumores. “Enilse López —concluyó la senadora, quien también ha sido abogada de la Gata– no existe desde el punto de vista político” (W Radio, 20 de mayo).

Una versión similar se ha sostenido en la autobiografía de una Gata martirizada por la justicia. “Después de Jesucristo, a la persona y a la familia que más han perseguido es a mí” (W Radio, enero 28)… Un cúmulo de enfermedades se habría conjugado con la destitución y captura de su hijo, exalcalde de Magangué, y a la desgracia de empobrecerse entre médicos y abogados, aunque su hermana, Emilia Rosa López, integra hoy la Asamblea departamental y su otro hijo, Héctor Julio Alfonso, es senador por el PIN (Semana, 12 octubre 2007).

Supongamos que Enilse es aquel fantasma aferrado a la vida y que abandona su lecho de enferma para aparecer entre los mortales “que me ven en todos lados” (W Radio, enero 28). Así deambula por el difuso tiempo de la parapolítica caribeña.

En 2003 la Gata hizo de anfitriona en el coliseo cartagenero para apoyar la aspiración de Libardo Simancas, socio confeso de las Auc, a la gobernación de Bolívar. Desde entonces, una larga lista de concejales, ediles y acaso exalcaldes de Cartagena se habrían beneficiado de sus dádivas. La Gata también aportó cien millones de pesos a la primera campaña presidencial de Álvaro Uribe. Para 2006, su imperio en expansión, con especial control sobre los gastos del sector salud, coincidió con las zonas de influencia electoral de los parapolíticos aspirantes al Congreso (Semana, 12 diciembre 2004; Élber Gutiérrez, Semana 20 y 27 de enero 2006).

Enilse López es investigada hoy por nexos con los Urabeños. Apenas corpórea, omnipresente: transubstanciada en mercados y electrodomésticos, en centros de asistencia, licitaciones y cheques de las arcas públicas, ese espectro se enseñorea sobre la incompetencia de los partidos para divorciarse de las redes paramilitares en las regiones donde rifan sus avales.

El pasado domingo, Enilse López habría abandonado el Coliseo para retornar a su lecho y lamentarse con Alejo Durán: “¿Qué es lo que le pasa, Enilse, / qué es lo que le está pasando? / Señores, decirles quiero / que yo me estoy acabando”.

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