Hay palabras que tienen un color, un carácter, y pueden configurar por sí solas un tinte ideológico, una atmósfera geográfica o un ambiente gremial. Cuando un líder político menciona palabras como imperialismo u oligarquías, inmediatamente lo ubicamos en la margen izquierda del espectro. Si habla del paternalismo o de la histeria ecológica, ya sabemos que está en la otra margen. Los escritores aman estos clichés porque les permiten construir atmósferas con pocas palabras, pero también saben que los lugares comunes son trampas que deben evitar. Un buen escritor no llena de «hijos míos» los parlamentos del cura ni de camellos un...
