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Los multimillonarios que dominan la industria de la tecnología apoyaron la reciente campaña a la presidencia de Donald Trump. Esta asociación entre plataformas y poder político amenaza cada vez con mayor fuerza la salud mental de los jóvenes en el mundo.
En 2023, 41 estados de los Estados Unidos decidieron presentar una demanda conjunta contra Meta, empresa matriz de Facebook e Instagram. La acusan de “aprovecharse del dolor de los niños”, generar adicción y producir efectos muy negativos en el bienestar emocional los menores. Es evidente la similitud con los procesos legales que se desarrollaron en los años ochenta contra las tabacaleras. Ese fue un proceso largo, tenso y difícil, pero en el momento que se demostró la adicción y el irreparable daño generado por el cigarrillo, las tabacaleras tuvieron que pagar sanciones y recibir fuertes restricciones para distribuir su mortal producto. Gracias a eso, disminuyeron las muertes por cáncer de pulmón y enfisema.
Sin embargo, con el triunfo de Donald Trump, todo indica que la lucha para limitar el poder de las plataformas tecnológicas será cada vez más difícil. Como consecuencia de eso, seguiremos viendo por varios años más los negativos efectos de las redes sobre la polarización, el odio, la democracia. Para desgracia de la humanidad, también podemos prever que, al menos por un tiempo, seguirá incrementando el número de jóvenes con niveles excesivos de ansiedad, depresión profunda, angustia, soledad, hospitalizaciones e ideación suicida.
En su libro más reciente, el psicólogo social e investigador Jonathan Haidt concluye: “La sobreprotección en el mundo real y la infraprotección en el virtual son las principales razones por las cuales los niños nacidos a partir de 1995 se convirtieron en la generación ansiosa”. El título no puede ser más elocuente: La generación ansiosa. Por qué las redes sociales están causando una epidemia de enfermedades mentales entre nuestros jóvenes (2024).
Los dueños de las plataformas tecnológicas ya tienen el poder económico y ahora quieren acaparar el poder político para evitar ser controlados. Por eso armaron causa común con Donald Trump. Esta asociación será especialmente negativa para la democracia y la juventud; favorecerá la polarización y los discursos de odio.
Elon Musk, el propietario de X, fue el mayor financiador en la elección de Trump. Aportó 260 millones de dólares. No contento con eso, ingresó al equipo de gobierno en calidad de director del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Ahora va tras el poder mundial apoyando a la extrema derecha en Europa. El partido que promueve en Alemania está bajo vigilancia de los servicios de inteligencia por sus conexiones con grupos nazis. También se ha embarcado en una campaña para debilitar al primer ministro británico. En este momento, Musk no es solo el hombre más rico del mundo, sino que, de hecho, representa al gobierno de Donald Trump interfiriendo en elecciones que se están realizando en otros países y continentes del mundo.
El fundador de Facebook también decidió alinearse con el nuevo gobierno de los Estados Unidos. Facebook había suspendido la cuenta de Trump cuando comprobó que el entonces candidato había incitado al odio al apoyar la toma violenta e ilegal del Congreso el 6 de enero de 2020 por parte de quienes solo aceptaban los resultados si estos mostraban como ganador a Trump. La empresa de Mark Zuckerberg le indemnizará con 25 millones de dólares y, para terminar de complacerlo, dio rienda suelta a las noticias falsas en Facebook e Instagram al decidir eliminar la verificación de informaciones divulgadas en sus redes.
Jeff Bezos, fundador de Amazon y propietario del Washington Post, también optó por abandonar principios que había sostenido con anterioridad y se plegó a los intereses del nuevo mandatario de la Casa Blanca. Antes se refería a Trump como “alguien que erosiona la democracia”, ahora está a su lado y dice que respaldará completamente su programa. Sabe que al hacerlo está cuidando sus grandes intereses comerciales que dependen del vínculo con el gobierno de Estados Unidos por medio de varias de sus empresas, incluida la división de computación en la nube de Amazon y Blue Origin, su empresa de exploración espacial.
La lista sería mucho más extensa e incluiría a los directores de Google, TikTok y Apple, entre muchos otros.
Bill Gates, director ejecutivo de Microsoft, es el único gran empresario de plataformas que ha expresado una opinión contraria a sus colegas y ha censurado abiertamente el rol de Elon Musk a favor de la extrema derecha en el mundo. Le pidió usar su inteligencia para el bien de la humanidad y no solo para aumentar su riqueza. Él es consciente de lo que implicará para la libertad y la democracia en Estados Unidos elegir como presidente a un convicto, quien además se ha rodeado de un grupo tan preocupante como él mismo. Es la instauración de la “cacocracia” o el gobierno de los malos, como la llamó Paul Krugman, premio nobel de Economía, en su despedida como columnista en el New York Times.
El problema que quiero destacar es que esta asociación entre los multimillonarios que dominan la industria de la tecnología y el poder político seguirá poniendo en riesgo la salud mental y emocional de los jóvenes en el mundo. ¿En realidad ustedes creen que prosperarán las demandas contra Facebook y las plataformas durante el gobierno de Donald Trump?
Las grandes plataformas saben que sus productos son adictivos. Así fueron diseñados. También saben que deterioran la salud mental de jóvenes y adolescentes. Así lo concluyeron sus propias investigaciones. Pero están tranquilas porque saben que Trump evitará que las controlen. Al respecto, lo que hemos concluido los educadores es que el único remedio contra la manipulación, las noticias falsas y el ciberbullying es garantizar que todos los estudiantes consoliden su pensamiento crítico y su autonomía, que –también sabemos– siguen siendo muy bajos en los estudiantes estadounidenses. Pero la situación se torna escandalosamente preocupante cuando vemos que al frente de la secretaría de educación Trump no puso a alguien que conociera el tema, sino a la mayor empresaria de lucha libre de su país en las últimas dos décadas.
Mientras tanto, los jóvenes en Estados Unidos y en el mundo seguirán sufriendo por ansiedad, depresión profunda, baja socialización y deterioro de su salud mental al utilizar libremente los productos de unas plataformas tecnológicas que cada vez acumulan más poder y reciben menos límites por parte de los gobiernos que deberían regularlas. Su regulación es esencial para la democracia y para el bienestar emocional de niños y jóvenes. Confiemos en que el Congreso de EE. UU. haga la tarea que el presidente no hará.
*Director del Instituto Alberto Merani (@juliandezubiria)
