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La generosidad mal concebida

Juan Carlos Botero
25 de abril de 2025 - 05:05 a. m.
“Trump piensa que la generosidad es para incautos, que el grande debe aplastar al débil”: Juan Carlos Botero
“Trump piensa que la generosidad es para incautos, que el grande debe aplastar al débil”: Juan Carlos Botero
Foto: EFE - SHAWN THEW
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Uno de los mayores retrocesos que estamos viviendo en la actualidad es la concepción equivocada de la generosidad. Gracias al machismo y a la política Lejano Oeste de Donald Trump, la generosidad es vista como cosa de idiotas: un malgasto superfluo, recurso de débiles y cobardes.

Nada más falso. La historia lo demuestra. Durante la vida de la mayoría de nosotros, Europa ha sido un continente estable y, por lo general, pacífico. Su pasado, sin embargo, fue muy distinto. Era una tierra fraccionada por guerras y conflictos, de tensiones políticas y fronterizas como polvorines, donde la menor chispa podía desatar cataclismos nacionales y globales. Una prueba es la Primera Guerra Mundial, que comenzó por una suma insólita de hechos menores, unidos por el azar y la mala suerte, que adquirió un efecto dominó y llevó al colapso de cuatro imperios, más de 17 millones de muertos y 20 millones de heridos.

Hoy se sabe que el peor error, en ese momento, fue no haber ejercido la generosidad. En el Tratado de Versalles, las fuerzas victoriosas humillaron a Alemania con sanciones impagables, que sólo agudizaron los odios y rencores, y eso llevó, 21 años después, a la Segunda Guerra Mundial.

Para entonces, la lección de la Primera Guerra se había aprendido, y Estados Unidos diseñó una política audaz y original: la generosidad como mecanismo de solución de conflictos y pacificación. El Plan Marshall hizo algo que jamás se había visto en la historia: que el vencedor, en vez de presionar su rodilla sobre la nuca del vencido, exigiendo territorios, recursos o pagos de reparación, asumiera los costos de reconstrucción. La actitud no fue punitiva o vengativa, sino generosa, y sirvió para sanar las relaciones destruidas por la guerra. Al punto que Estados Unidos soltó dos bombas atómicas sobre Japón y, pocos años después, ya eran aliados y socios comerciales. Igual pasó con Italia y Alemania.

Gracias a que se implementó la generosidad de manera constructiva, cesaron los conflictos que habían dividido y desangrado el continente europeo durante siglos. Ese concepto permitió que Estados Unidos usara no sólo su poder militar, sino también el diplomático y humanitario (lo que Joseph Nye llamó soft power) para construir un sistema político y comercial de beneficio mutuo para los países integrantes. Es la esencia del orden global que creó un mundo quizá imperfecto, pero con el mayor grado de paz y prosperidad que ha visto la humanidad. El que rigió en Occidente durante 80 años. Hasta el mes pasado.

Eso es lo que Trump quiere destruir. Él insiste en que Estados Unidos ha sido un tonto del cual los demás se han aprovechado, como si su país no se hubiera enriquecido, y enormemente, del orden mundial que esa nación ayudó a crear, con instituciones esenciales como la ONU, el FMI, la OMC y la OTAN. Trump piensa que la generosidad es para incautos, que el grande debe aplastar al débil, abusar de su poder y enriquecerse al máximo, porque el mundo es un festín de lobos donde gana el más violento. Por eso acabó con USAID, atenta contra el Seguro Social, la salud pública y mucho más. Él es incapaz de apreciar el altruismo, y menos su utilidad práctica y económica.

La diferencia en la reacción de los países vencedores entre la Primera y la Segunda Guerra Mundiales indica que la generosidad puede ser una fuerza reparadora, civilizadora y estabilizadora, que genera paz y bienestar, que practicarla es un deber moral y que nos beneficia a todos. Verla como una debilidad no sólo es un retroceso. Es un peligro. Porque las sociedades que la desprecian no se fortalecen. Si algo demuestra la historia es lo contrario: se suicidan.

@JuanCarBotero

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Virginia Rozo(49035)30 de mayo de 2025 - 02:21 p. m.
Excelente recordatorio histórico. Tuvimos líderes inteligentes, sabios, con principios, humanidad y visión de futuro. Nada que ver con los megalómanos actuales que no conocen de valores ni integridad.
Miguel Angel Vergara Gómez(71324)26 de abril de 2025 - 05:45 p. m.
Trump no dejará legado, será tan ruinoso que se tendrá que volver a construir y el pasará al olvido por lo funesto y delirante.
Camilo Sandoval(53341)26 de abril de 2025 - 03:58 a. m.
Insolidario me suena como a sinónimo de suicido. Gracias por esa reflexión.
Mar(60274)25 de abril de 2025 - 09:48 p. m.
Muy buena columna.
Hincha Rojo(87476)25 de abril de 2025 - 08:12 p. m.
Excelente columna.
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