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“Colombia abraza a Batuta” es una movilización ciudadana, ética y simbólica que busca recaudar $3.000 millones de pesos para garantizar la operación básica de Batuta en el segundo semestre de 2025 y sus metas de cobertura.

Hay decisiones que un país no puede postergar. Cuidar lo que nos une, lo que transforma vidas, lo que ha probado su impacto durante más de tres décadas, es una de ellas.
Desde 1991, la Fundación Nacional Batuta, una entidad social de composición mixta, ha llegado a los 32 departamentos de Colombia ofreciendo formación humana y musical a niños, niñas y jóvenes en contextos marcados por la pobreza, la violencia y el olvido institucional. Más allá de la música, Batuta ha sido un espacio de cuidado, de pertenencia, de construcción de comunidad. Batuta ha representado, para miles de familias y cientos de comunidades, la primera vez que el Estado se hizo presente a través de un instrumento musical, de una clase, de un equipo docente comprometido.
Hoy atravesamos uno de los momentos más desafiantes en nuestra historia institucional. La reducción significativa de los recursos públicos que han sostenido tradicionalmente nuestra operación. Esto no responde a un retiro de respaldo ni a una ruptura con el Estado, sino a una reconfiguración de las prioridades en términos de política cultural. Y aunque lo entendemos, es nuestro deber alzar la voz para decir que es una decisión que tiene efectos concretos: compromete la continuidad de un modelo que ha sido eficaz, transparente y transformador en los territorios más frágiles del país. Por eso hemos optado por lo que sabemos hacer mejor: convocar, sumar, construir colectivamente.
Nace así la campaña “Colombia abraza a Batuta”, una movilización ciudadana, ética y simbólica que busca recaudar $3.000 millones de pesos para garantizar la operación básica de Batuta en el segundo semestre de 2025 y sus metas de cobertura. En el año 2024 logramos llegar 25.141 niños, niñas, adolescentes y jóvenes y sus familias; nos proponemos mantener al menos ese cupo. Pero más que una meta financiera, esta campaña representa un principio: el de la corresponsabilidad. Si Batuta ha sido una promesa de país cumplida, hoy necesita ser también una causa nacional protegida.
¿Por qué hablar de un abrazo? Porque es uno de los gestos humanos más profundos que existen. El abrazo reconoce, protege, afirma. En un país fracturado por la exclusión y la desconfianza, abrazar lo común es un acto político de cuidado. No para exigir, sino para sostener. No para denunciar, sino para construir.
Con una donación desde $20.000 pesos, cualquier persona puede sumarse a esta red que afina violines en La Guajira, forma coros en Buenaventura, y crea espacios de contención emocional en zonas rurales de Putumayo, Chocó o Caquetá. Cada aporte financia horas de clase, condiciones dignas para los docentes, y el sostenimiento de una estructura organizacional que nos permite seguir adelante. Cada peso se traduce en tiempo de calidad para un niño. En continuidad. En dignidad.
Sabemos que no estamos solos. Contamos con aliados históricos, con exalumnos que hoy son profesionales y líderes, con organizaciones y artistas que han decidido poner su voz al servicio de esta causa. Necesitamos que el país reconozca que Batuta no es solo un programa cultural: es una forma concreta de construir paz, ciudadanía y esperanza.
Esta no es una campaña de emergencia. Es una invitación a pensar juntos cómo sostenemos lo que nos une. Cómo cuidamos lo que hemos logrado. Cómo garantizamos que las próximas generaciones sigan encontrando en la música una forma de expresar lo que aún no saben decir con palabras.
Batuta no se siente derrotada; por el contrario, convierte este momento en un reto, en una oportunidad. Batuta está convocando. Y lo que pide no es caridad, sino compromiso. Porque en tiempos de incertidumbre, cuidar lo que nos une, es también una forma de afirmar quiénes somos y qué país queremos ser.
* Presidenta ejecutiva de la Fundación Nacional Batuta.
Por Lucía González*
