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La última vez que Barranquilla vio a Shakira en vivo fue en 2018, cuando inauguró los Juegos Centroamericanos y del Caribe con apenas tres canciones: La bicicleta, Me enamoré y Hips don’t lie. Antes de eso, un megaconcierto en el 2006, con invitados como el Checo Acosta, Los hermanos Zuleta y Jorge Celedón, nos dio ese icónico momento en el que monta al Joe Arroyo a la tarima y cantan juntos Te olvidé y En Barranquilla me quedo. En 2003 vino por el tour de la Mangosta. Siete años antes, en 1996, fue el primer concierto de Shakira en la ciudad, que terminó en tragedia porque la gente intentó colarse y la estampida provocó que murieran dos adolescentes y un hombre que trabajaba para la empresa organizadora.
Esas son las únicas cinco veces que Shakira a dado un concierto en casa y Barranquilla la recibió orgullo y paciencia para aguantar más de ocho horas de sol e incomodidad antes de verla. Los buses de transporte público señalaban que “Shak está en casa” junto con el nombre de la ruta; la mezcla de la anticipación del concierto y la emoción de precarnavales llenaron el aire de electricidad. En este 2025, Shakira volvió a cantar Te olvidé, subiendo a la reina del Carnaval de este año a la tarima, con un grupo de millo. Solo tuvo un músico invitado: Chelito de Castro para cantar En Barranquilla me quedo. Y salvo por las canciones que cantó en inglés, el público barranquillero estuvo compenetrado y deslumbrado por el show de Shak, que incluyó pop, rock, salsa, champeta, reggaetón, kizomba, danza árabe y mapalé. ¿Hay algo que Shakira no pueda hacer?
Shakira regresó no solo como la hija más ilustre de Barranquilla: también como la artista latinoamericana más grande de la historia, pues nadie más puede decir que ha saltado del mercado latino al internacional (no solamente el anglo), que canta y escribe sus propias canciones, que las baila y las pone en escena, y que lleva más de 30 años de carrera. La única que medianamente se le asemeja es Celia Cruz.
Pero quizás lo que más disfrutó la ciudad fue verla como una barranquillera más, desayunando en Dulcerna, saliendo de incógnito en la Guacherna con esa libertad que solo permite el disfraz y tomándose una foto en un bordillo blanco en el barrio Boston, que se convirtió en la nueva atracción turística de la cuidad. Son placeres sencillos que solo entienden las y los curramberos. Para Barranquilla, Shakira es muchas cosas, pero sobre todo es esa chica de clase media que llegó a donde está por su talento y trabajo. Cuando aparecieron en pantalla las animaciones de la loba bajo la lluvia que cuida a sus dos lobitos, una señora a nuestro alrededor dijo: “Soy yo, nada más que yo tengo cuatro hijos”. Aunque fuera un momento tan cursi, fue una oportunidad para que las madres trabajadoras, que rara vez se ven reconocidas en las estrellas del pop, se sintieran vistas. El gran talento de la loba es la conexión humana. Cuando Shakira dijo “En Barranquilla se baila así”, el estadio Metropolitano, con 50.000 personas, casi se cae, como si hubiera temblado la tierra.
