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El dos de mayo el periódico El Tiempo publicó en sus redes y portal un artículo corto que probablemente se pensó como relleno o clickbait, con un titular que causó controversia en redes sociales: “Estudio revela cuántos bebés debe tener cada mujer para evitar la extinción humana en ‘condiciones críticas’”. ¿Por qué molesta tanto el título y por qué pasó bajo el radar editorial?
El artículo cita un “estudio” indeterminado (no dice ni quién, ni dónde y tampoco hay link) que afirma que: “La verdadera tasa crítica de reemplazo poblacional para evitar la extinción en condiciones críticas es de más de 2,7 hijos por mujer”. El estudio que hace esta afirmación fue publicado en la revista PLOS One y sus autores son el Dr. Takuya Okabe, de la Universidad Shizuoka, en Japón, y la Dr. Diane Cuaresma, de la Universidad Los Baños, en Filipinas, y técnicamente sí dice eso, sin usar el imperativo “deben”, y también se refiere puntualmente a la extinción de linajes familiares en poblaciones pequeñas. El estudio pide ajustar la tasa de reemplazo poblacional de 2,1 a 2,7 para tener en cuenta otros factores, como que muchas personas no tienen hijes.
Más importante que los hallazgos de este estudio (que son más obvios que revolucionarios) me interesa por qué alguien llegó a pensar que esto sería un contenido que traería clics al periódico. Y la respuesta es bastante evidente: este año hemos visto un aumento de noticias (o un aumento de interés por noticias) que hablan de la disminución de tasas de natalidad y que lo presentan como una catástrofe económica y ahora, como el fin de la especie humana. El artículo es taquillero porque alrededor del mundo está creciendo un movimiento pronatalista y antiderechos sexuales y reproductivos, que lo que quiere es que tengamos hijes, así sea en las peores condiciones. Trump ya ha propuesto darle US$ 5.000 a las personas que den a luz (aunque el costo de un parto en EE. UU. sea superior a los US$ 20.000), y también se habla de promover que las personas se cuiden con el Método del Ritmo, sin duda para aumentar los embarazos no deseados, muchos de los cuales se convertirán en partos forzados debido a la creciente prohibición del aborto en EE. UU. Entonces ese “deben” del título es quizás un error que revela que la idea de que las mujeres tenemos la obligación de tener hijes sigue siendo una idea dominante en nuestra cultura.
Ahora resulta que “debemos” salvar a la especie humana de la extinción. Egoístas si no lo hacemos, e inmensamente poderosas, porque parece que, además de parir solas, gestamos solas o gracias al Espíritu Santo. Nadie dice “los hombres deben ejercer paternidades presentes”, ni “los Estados deben garantizarle derechos a las madres para que puedan tener hijes en condiciones dignas” pues si no lo hacen se extinguirá la especie humana. No, parece que tenemos que maternar solas y a la maldita sea para salvar la humanidad. Poner el enfoque y la responsabilidad de las tasas de natalidad solo en las mujeres (como si las personas no binarias y los hombres trans no pudieran gestar también) es un prejuicio machista que puede ser inconsciente, pero al invisibilizar el rol de los Estados y de los hombres en la disminución de tasas de natalidad, deja como consecuencia lógica que toca obligar a las mujeres a parir (¡al carajo nuestros derechos!) para salvar a la humanidad. Y son muchos los grupos autoritarios que quieren materializar esa idea en política pública.
