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El médico Prometeo: encadenado al mercado

Cartas de los lectores
23 de mayo de 2025 - 05:00 a. m.
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Bajo la luz temprana de la Atenas de Pericles, un hombre de túnica blanca recorría el bullicioso puerto del Pireo, observando el ir y venir de barcos y comerciantes. Era Hipócrates, y sus ojos veían algo que pocos percibían: el latido del cuerpo humano no solo como un conjunto de órganos, sino como un poema vivo en el que alma y materia tejían su propio verso. Con la brisa marina susurrando relatos de dioses y mortales, él imaginó cuatro humores que, en su armonía, mantendrían ese poema sin fisuras.

Unos siglos después, en la opulenta Roma de Marco Aurelio, Galeno afinaba su bisturí mientras meditaba junto al gran emperador. Inspirado por el estoicismo, afirmaba que cada latido de un guerrero o la calma de un filósofo reflejaban un mismo mandato: dominar el cuerpo para servir al bien común. Entre ecos de mármol y discursos de foro, reforzó la idea de que la salud no era solo un asunto de carne y sangre, sino el resultado de vivir con virtud en sociedad.

Con la Revolución Científica del siglo XIX y el siglo XX, los grandes hitos —la teoría germinal de Pasteur, el descubrimiento de la penicilina por Fleming— redujeron drásticamente la mortalidad, pero la reflexión sobre el ser médico avanzó a paso lento. La era moderna consolidó un modelo técnico y especializado que, aunque eficaz, tendía a fragmentar la experiencia del cuidado en procedimientos y diagnósticos, relegando las raíces humanistas a un segundo plano.

La verdadera fractura llega con la postmodernidad y el neoliberalismo: el consumismo erosiona la cohesión social y redefine la salud como mercancía. Las relaciones médico–paciente se mercantilizan, el marketing sanitario impone lógicas de oferta y demanda, y el profesional se ve impulsado a optimizar tiempos y recursos, a veces en detrimento de la escucha y la empatía. El resultado es una práctica mecanicista, donde la “identidad digital” —la reputación online, las métricas de desempeño— choca con la alteridad genuina del otro.

En este escenario, emerge la figura del “Médico Prometeo”. Al igual que el titán que ofreció el fuego a la humanidad y sufrió encadenado, el profesional de hoy se beneficia de herramientas tecnológicas poderosas (big data, inteligencia artificial, terapias de última generación), pero queda atado a las exigencias de eficiencia, productividad y rentabilidad. La promesa de progreso lo impulsa a innovar, pero las cadenas del mercado condicionan su ética y su libertad para ejercer una medicina verdaderamente integral.

Recuperar la humanidad del acto de curar exige romper esas ataduras. Es urgente reivindicar la dimensión filosófica y social de la práctica médica: volver a entender la salud como un fenómeno enraizado en el contexto cultural y económico de cada individuo; fomentar espacios de diálogo donde el paciente no sea un objeto de tratamiento, sino un sujeto con historia y expectativas; y restituir al médico el tiempo y la autonomía necesarios para ejercer su vocación más allá de las cifras.

Solo así, el “Médico Prometeo” podrá liberarse de las cadenas del consumismo y reconciliar técnica y ética. Recuperaremos entonces una medicina que, sin renunciar al avance científico, honre su origen humanista y abrace al paciente en toda su complejidad.

Andrés Felipe Muñoz Leiva

Médico Ortopedista

Ciudad de México

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DIEGO ARMANDO CRUZ CORTES(25270)25 de mayo de 2025 - 03:04 p. m.
Gracias por ese repaso historico sobre la cienca médica y sobre las reflexiones que invitan a regresar a los antiguos para humanizar la profesión médica. Tanta falta que hace la preocupación genuina por el paciente hoy dia, escucharlo, ser empatico, ofrecerle esperanza, etc.
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