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Su papá fue prisionero en la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes lo tuvieron preso en Grecia y dice que siempre le dijo que la clave para salir de ahí radicó en la tranquilidad a la hora de tomar decisiones y esperar el momento exacto para ejecutarlas. Después de retirarse como futbolista tuvo que aplicar aquella enseñanza en su primera experiencia como entrenador en la Reggiana de la segunda división en Italia cuando, tras siete partidos dirigidos, no sumaba ninguna victoria. Al final logró el ascenso.
En su libro Liderazgo tranquilo, relata su manera de hacer las cosas. “Mi enfoque se basa en la idea de que un líder no debería tener ninguna necesidad de discursear, despotricar ni mandar con mano de hierro, sino que su poder debería sobreentenderse. Debería estar claro como el agua quién es el jefe, y su autoridad debe derivar del respeto y la confianza, y no del miedo. Creo que yo me he ganado el respeto que me muestran, en parte, por mi eficaz trayectoria profesional, pero quizá sea más importante el hecho de que respeto a quienes trabajan conmigo. Estas personas confían en que haré lo que sea justo y necesario, al igual que yo confío en que ellas cumplirán con el papel que tienen en la organización”.
En el camino, entendió que no hay esquemas tácticos rígidos y todo lo que proponga se debe a las características de los jugadores con los que cuenta. Ha probado todos los esquemas tácticos que se puedan imaginar. Ha dirigido equipos ultraofensivos, como aquel Madrid de Ronaldo; equilibrados, como el Milan, con el que ganó dos Champions; defensivos, como el Everton, y asertivos en las transiciones, como esta versión del Real con la que va de milagro en milagro en Europa.
Ojo, porque el hecho de ser bonachón, bien humorado y si se quiere amigo hasta cierto punto de los jugadores no es lo mismo que ser permisivo. De hecho, del Bayern Munich lo despidieron porque, se supo después de manera confirmada, varios jugadores importantes no estaban de acuerdo con sus métodos.
De cualquier manera, el gran Carletto se convirtió, el sábado anterior, en el primer entrenador en ser campeón en las cinco principales ligas de Europa. En Inglaterra, Italia, Francia, España y Alemania, se supo adaptar a su entorno, alejado de cualquier aspecto que pretenda complicar un juego cuya belleza radica en su simpleza.
Ancelotti enaltece el juego, pero, por encima de todo, les pone acento a los más importantes, sus jugadores, mediante valores que muchas veces parecen refundidos en el mundo de hoy, como la serenidad, la confianza, el respeto y el poder de lo simple. Larga vida a todos los líderes que como Ancelotti cambian el mundo a partir de la gestión de lo humano.
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