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Buenaventura se desangra. Sus habitantes graban vídeos de jóvenes en motos, armados con fusiles que, a gran velocidad, buscan al “enemigo” de turno. Las familias se desplazan una, dos y hasta tres veces al interior del puerto porque la violencia las expulsa de casi todos los barrios. Padres y madres cabeza de hogar esperan a que llegue la noche para intentar entrar clandestinamente a sus propios hogares y sacar algunas pertenencias que les permitan seguir viviendo. Hace una semana hay demasiados barrios bajo tiroteo toda la noche. Y por el miedo a estas balas que se disparan y no discriminan blanco, una persona me escribe que tiene «amigas durmiendo bajo la cama con el colchón encima».
Hasta Derechos Humanos de la ONU en Colombia alerta sobre la situación en Buenaventura: «Nos preocupa el incremento de la violencia en 2021. La población ha sufrido desplazamientos forzados, más de 20 asesinatos y al menos siete personas se presumen desaparecidas». Y ante esta crisis de terror, violencia y zozobra, para la que no hay adjetivo, los habitantes bonaverenses optaron por bloquear el puente El Piñal impidiendo el paso a la zona de carga y descarga de mercancía del puerto, con el único fin de gritar un «SOSBuenaventura», una señal de socorro que virara el foco mediático hacia su tierra.
Sobre este bloqueo del puente y con la sensibilidad un poco extraviada, la periodista Paola Ochoa, en entrevista radial, le pregunta al artista juvenil bonaverense, Leonard Rentería, si no cree que el daño puede ser irreparable si siguen con la idea de bloquear el puente, ya que por ahí entra el 60% de la mercancía del país. El artista responde: «¿Irreparable para quién, periodista?». Y más adelante agrega: «A ustedes lo único que les interesa, por lo que acabo de escuchar, es que la mercancía entre y salga. ¿Pero quién piensa en los negros y las negras, en los indígenas, en los mestizos que están acá, trabajando para que ustedes tengan todas las comodidades en sus hogares? ¿Quién piensa en eso? ¿Entonces nosotros tenemos que trabajar a costa de lo que sea?»
El episodio radial protagonizado por Ochoa recuerda a esa escena de la película La estrategia del caracol, en la que el periodista, interpretado por Carlos Vives, le pregunta a Gustavo, habitante de “la casa Uribe”, para qué hicieron todo lo que hicieron (eso de defender su casa, aunque tengan que llevársela a cuestas). Entonces Gustavo responde: «¿Para qué? ¿Cómo que pa’ qué? Pues pa’... ¿Pa’ qué le sirve a usted la dignidad? ¿Ah? ¿Es que esa palabra no existe o qué? ¿O no la usan ya en televisión? ¿Cómo que pa’ qué? ¡Pa’ la dignidad, hombre, pa’ la dignidad nuestra!»
Por un momento pareció como si Rentería quisiera decirle a Ochoa: «¿Irreparable, para quién? ¿Para usted que va a quedarse sin bienes de consumo? Nos importa un carajo sus bienes de consumo, lo hacemos por dignidad, ¿o es que esa palabra en la radio ya no existe?».
En instantes de crisis, de violencia exacerbada, de la muerte imperando sobre todo lo vital, los bloqueos se vuelven muestras de dignidad. Y la dignidad sirve para eso, Paola, para salvar la vida aunque otros colombianos pierdan bienes de consumo.
