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Alemania podrá tener nuevo gobierno a partir del 7 de mayo, tras el acuerdo alcanzado entre los conservadores de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y la Unión Socialcristiana bávara (CSU), junto con el Partido Socialdemócrata (SPD), lo que allana el camino para que Friedrich Merz asuma como nuevo canciller.
El acuerdo deberá pasar primero por una votación interna de los tres partidos. El SPD consultará a sus 357.115 afiliados entre el 15 y el 29 de abril mediante votación postal y digital. La CDU convocará un “pequeño congreso” el 28 de abril, mientras que en el caso de la CSU decidirá su ejecutiva.
Una vez aprobado, los presidentes de las formaciones—Merz (CDU), Markus Söder (CSU) y Lars Klingbeil y Saskia Esken (SPD)—firmarán el acuerdo. Posteriormente, el Bundestag elegirá al nuevo canciller, con Merz como candidato más probable.
Aunque el proceso institucional parece avanzar con normalidad, el contexto político y social es complejo. A diferencia de coaliciones anteriores, como la que encabezó Angela Merkel con participación de Olaf Scholz, el nuevo gobierno llega en medio de una profunda crisis económica y estratégica, marcada por la guerra en Ucrania y el ascenso de la extrema derecha, así como una enorme incertidumbre financiera como consecuencia de los aranceles dictados por Donald Trump.
“Los ciudadanos están, como en muchos otros países polarizados, frustrados por el estancamiento económico, preocupados por la situación de seguridad en Europa”, advirtió el politólogo Joshen Clenschmid, de la Universidad de Dresden, en diálogo con 24 Español.
Según el experto, el acuerdo de coalición “no contiene propuestas progresivas para cambiar las estructuras ineficientes del Estado alemán” y se percibe más como “un continuismo”.
El documento, además, ha sido duramente criticado por expertos en diversas áreas por su falta de definiciones concretas, especialmente en temas clave como la defensa, la seguridad y la economía.
“Se entrega más dinero a estructuras antiguas sin enfrentar los desafíos reales del país”, añadió Clenschmid.
En paralelo, una encuesta reciente mostró por primera vez a la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD) como el partido con mayor intención de voto (25 %). Un dato alarmante para Merz, quien había prometido reducir su influencia.
“Ha hecho todo lo contrario”, sentenció el politólogo.
Uno de los puntos más polémicos del acuerdo es el endurecimiento de las políticas migratorias, interpretado como una respuesta al crecimiento de la AfD. Sin embargo, Clenschmid señaló que este tipo de estrategias suelen fortalecer a los extremos: “Adaptar las demandas de un partido radical fortalece al partido radical, no al centro”.
El reparto de ministerios ya está definido: la CDU tendrá siete carteras, incluyendo Economía y Energía, Asuntos Exteriores y Digitalización; la CSU se quedará con Interior, Tecnología y Agricultura; y el SPD controlará Finanzas, Justicia, Trabajo y Medioambiente, entre otras. Entre los posibles nombres figuran Boris Pistorius, que seguiría en Defensa, y Lars Klingbeil como nuevo ministro de Finanzas y vicecanciller.
El nuevo gobierno tendrá como tarea urgente reconectar con una ciudadanía desencantada, enfrentar los desafíos geopolíticos y combatir el avance de los extremos. La pregunta es si esta gran coalición será capaz de ofrecer las soluciones que los alemanes esperan.
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