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¿Cuáles son los errores más comunes al cuidar raíces en macetas y cómo evitarlos?

Cuidar las raíces es clave para la salud de las plantas en maceta, pues de su estado depende la absorción de agua, nutrientes y el equilibrio general del cultivo.

La  Huerta
04 de junio de 2025 - 05:27 p. m.
Raices
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Foto: Pixabay
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En el cultivo de plantas en macetas, las raíces no solo cumplen una función vital: lo son todo. Su desarrollo, salud y capacidad de exploración del sustrato determinan en gran medida el vigor de la planta que vemos en la superficie. A diferencia de las que crecen en suelo abierto, las plantas en maceta dependen por completo de lo que suceda en ese espacio limitado y controlado. Por ello, comprender cómo funciona el sistema radicular y qué condiciones necesita para crecer de forma saludable no es un detalle menor, sino un conocimiento fundamental para cualquier persona que se dedique al mundo de las plantas.

¿Por qué es tan importante cuidar las raíces?

Aunque no siempre visibles, las raíces son el sistema vital que sostiene la vida de toda planta. Según el United States Botanic Garden, las raíces son responsables de absorber el agua y los nutrientes necesarios para que las hojas, tallos y flores se desarrollen con normalidad. Sin este trabajo constante y silencioso, la planta no podría sobrevivir ni mantener su vitalidad.

Además de absorber agua y nutrientes, las raíces desempeñan otras funciones esenciales para la supervivencia de las plantas. Sirven como sistema de anclaje, proporcionando estabilidad estructural, y también actúan como reservas de energía, especialmente en especies que enfrentan condiciones climáticas adversas.

Entre las funciones clave del sistema radicular se encuentran:

  • Almacenamiento de nutrientes: Plantas como las zanahorias, los nabos y las batatas concentran carbohidratos en sus raíces, lo que les permite sobrevivir durante sequías o bajas temperaturas.
  • Respiración: Las raíces absorben oxígeno y liberan dióxido de carbono, un proceso fundamental para el metabolismo celular.
  • Transpiración: Gracias al agua absorbida, las plantas pueden liberar vapor de agua a través de sus hojas, lo que facilita el transporte interno de nutrientes y ayuda a regular la temperatura.

Problemas comunes de un mal cuidado de raíces

  • Que las raíces se compriman

Cuando se cultivan plantas en macetas, las raíces enfrentan un límite físico inevitable: las paredes del recipiente. A diferencia del entorno natural, donde pueden expandirse libremente, en una maceta las raíces terminan girando sobre sí mismas al no encontrar espacio para continuar su desarrollo. Esta situación, conocida como “raíces comprimidas”, implica que el volumen del sustrato ya no es suficiente para cubrir las necesidades hídricas y nutricionales de la planta. Con el tiempo, esta restricción puede generar signos claros de estrés vegetal: hojas que se marchitan, crecimiento detenido o un aspecto general de deterioro.

Cuando una planta está demasiado comprimida, el sustrato disponible ya no cumple su función correctamente. En estos casos, no solo hay una menor retención de agua, sino también una circulación deficiente de aire, lo que impide la respiración adecuada de las raíces. Además, el a los nutrientes se ve comprometido: aunque se apliquen fertilizantes, estos no se distribuyen bien si el agua no fluye con naturalidad. Como consecuencia, la planta deja de crecer, pierde vigor y, si no se actúa a tiempo, puede colapsar por completo.

Para mitigar este problema, es clave elegir un sustrato de alta calidad con una porosidad superior al 80%. Un medio con abundantes poros, tanto grandes como pequeños, permite a las raíces acceder al agua y al oxígeno necesarios, incluso dentro de un espacio limitado. No obstante, esta ventaja puede anularse si el sustrato se compacta en exceso al llenar la maceta. Presionar con fuerza al momento de plantarla reduce los espacios de aire y dificulta el crecimiento radicular. Por ello, es importante acomodar el sustrato suavemente, asentándolo con los dedos sin ejercer demasiada presión.

  • Raíces podridas

La pudrición de raíces es una de las causas más comunes y graves del deterioro de las plantas, especialmente en interiores. Esta afección ocurre cuando las raíces permanecen demasiado tiempo en un ambiente húmedo, lo que favorece la aparición de hongos como Phytophthora, Rhizoctonia o Pythium. Los síntomas no siempre son evidentes al principio, pero señales como hojas marchitas que no mejoran con el riego, crecimiento lento, coloración amarillenta o pérdida de vigor pueden ser un indicio. Al extraer la planta de la maceta, si las raíces están oscuras, blandas y con mal olor, es muy probable que el problema sea una pudrición avanzada.

Frente a esta situación, la acción inmediata es clave. Lo primero es retirar con cuidado la planta de su maceta, lavar el cepellón para eliminar el sustrato infectado y cortar todas las raíces dañadas con una herramienta desinfectada. También se recomienda podar hojas marchitas, flores y parte del follaje para reducir la demanda sobre el sistema radicular. Posteriormente, debe trasplantarse en un sustrato fresco, bien aireado y con buen drenaje, y colocarla en un lugar con luz indirecta. Es fundamental ajustar el riego: menos cantidad y solo cuando el sustrato esté casi seco.

La prevención sigue siendo la mejor estrategia. Evitar el exceso de riego, garantizar un drenaje adecuado y usar macetas apropiadas para el tamaño de la planta puede marcar la diferencia. El uso de sustratos livianos y porosos, junto con una correcta ventilación del ambiente, también ayuda a mantener el equilibrio necesario en las raíces. Si se actúa a tiempo, muchas plantas pueden recuperarse, pero si el daño es demasiado extenso, no siempre será posible salvarlas. En ese caso, es preferible desechar la planta para evitar que los hongos se propaguen a otras.

  • ¿Cambio de maceta innecesario o falta de trasplante a tiempo?

Uno de los errores más comunes en jardinería es cambiar una planta de maceta apenas se observan raíces saliendo por los orificios de drenaje. Esta señal, por sí sola, no siempre indica que el trasplante sea necesario. Las raíces, guiadas por el gravitropismo, tienden naturalmente a crecer hacia abajo y buscar agua, por lo que pueden asomarse incluso cuando aún hay suficiente espacio dentro del sustrato. En ocasiones, este crecimiento ocurre en plantas jóvenes que apenas han comenzado a establecerse, y forzar un cambio de maceta en este momento puede ser más perjudicial que beneficioso.

En contraste, ignorar durante demasiado tiempo la necesidad de trasplante también puede afectar la salud de la planta. Cuando el cepellón ocupa por completo el volumen del recipiente y el sustrato ya no retiene agua ni nutrientes de manera eficaz, conviene actuar. En el caso de plantas leñosas o de mayor tamaño, no siempre es necesario recurrir a una maceta más grande: una poda de raíces bien hecha, en época de reposo vegetativo, puede rejuvenecer el sistema radicular. Luego, se reubica en la misma maceta con sustrato renovado, lo cual promueve el equilibrio entre raíces y parte aérea.

Ojo, tanto si se opta por un trasplante completo como por una poda de raíces, es fundamental mantener el nivel original de plantación. Enterrar el tallo más de lo debido o dejar raíces al descubierto puede afectar el cuello de la planta, una zona especialmente sensible. Por eso, ni el cambio innecesario ni la falta de cambio deben tomarse a la ligera: evaluar el estado general de la planta y actuar con conocimiento puede evitar errores comunes que comprometen su desarrollo.

  • Riego Inadecuado

El estado de las raíces puede verse comprometido tanto por una maceta inadecuada como por prácticas de riego incorrectas. Uno de los problemas comunes ocurre cuando el agua se aplica con demasiada presión, lo que puede erosionar el sustrato y dejar expuestas las raíces superficiales al sol y al aire. Esta exposición puede deshidratarlas y dañarlas, afectando la salud general de la planta. Para corregirlo, basta con añadir una capa delgada de sustrato que las cubra y proteja nuevamente.

¿Cómo mantener unas raíces sanas?

Mantener unas raíces sanas es esencial. Para ello, conviene revisar periódicamente su estado atendiendo a tres señales clave:

  1. Drenaje adecuado: Asegúrese de que la maceta tiene suficientes orificios y que el agua fluye con facilidad. Un mal drenaje puede provocar encharcamientos y, con ello, la pudrición de las raíces.
  2. Color saludable: Las raíces en buen estado son blancas o de tono claro. Si presentan colores marrones o negros, probablemente haya problemas de humedad o falta de oxígeno.
  3. Textura firme: Al tacto, las raíces deben sentirse firmes y resistentes. Si están blandas o se deshacen, es señal de descomposición.

Estas evaluaciones sencillas, realizadas con regularidad, permiten detectar a tiempo cualquier deterioro y actuar antes de que el daño se extienda a toda la planta.

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