Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Este 31 de marzo, El Espectador amplió la denuncia pública que el exsenador Jorge Robledo hizo con respecto a un multimillonario contrato en la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado (Andje), el cual iba a favorecer a un grupo de abogados sin experiencia en litigios internacionales. Se trataba de los socios de Astrea SAS, quienes no hablan inglés, se constituyeron recién en noviembre pasado, y tampoco tienen experiencia alguna en arbitrajes de inversión. A pesar de todo ello, habían sido elegidos para ejercer funciones en un multimillonario contrato para la defensa de Colombia ante una demanda internacional.
En contexto: El contrato de la discordia en la Agencia de Defensa Jurídica del Estado
La multinacional minera Zijin Continental Gold tiene demandado al Estado por US$430 millones, por lo que considera la expropiación de su inversión en la mina de oro más grande del país, en Buriticá (Antioquia). Esta última permanece invadida por el Clan del Golfo y mineros ilegales. La Andje está a punto de contratar con la firma Hughes Hubbard & Reed para la estrategia defensiva de Colombia. No obstante, según la entidad, la firma habría elegido a los abogados de Astrea SAS como “punto de o” entre ellos y la Agencia. Es decir, se habían asociado para uno de los procesos más delicados en contra de Colombia, por tratar temas de conflicto armado y recursos naturales.
Sin embargo, a raíz de la denuncia de Robledo y la publicación de este diario, la Andje acaba de comunicar que el acuerdo entre Hughes Hubbard & Reed y Astrea SAS se cae, y ya no trabajarán juntos en el expediente iniciado por Zijin Continental Gold. La prestigiosa firma internacional, supuestamente, hasta este lunes había incluido a Astrea en su equipo de trabajo, a pesar de no acreditar experiencia alguna en arbitrajes de inversión. Así se constata en las páginas web del Tribunal Permanente de Arbitraje y el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi), instancias ante las cuales Colombia suele ser convocada.
Antecedentes: Se viene la era del talento criollo de la Agencia Nacional de Defensa del Estado
Según el comunicado de la Andje, ellos mismos fueron quienes “plantearon observaciones” a Hughes Hubbard & Reed desde el pasado 21 de marzo, y hasta detectaron la “posible inconsistencia”. Aseguran que, a través de su trámite, este 31 de marzo la firma internacional respondió que “no contempla formar una alianza con Astrea, no ha asumido compromiso alguno con ninguna firma colombiana hasta la fecha y que la propuesta presentada corresponde exclusivamente a Hughes Hubbard”. Asimismo, la entidad explicó que la salida de Astrea del proceso no es consecuencia de “ninguna noticia de prensa formulada por los medios de comunicación y/o por parte de algún ciudadano”.
La Agencia agregó que la firma internacional le respondió que “Astrea no será la propuesta de Hughes Hubbard como aliada nacional. Hughes Hubbard no ha asumido compromiso alguno con ninguna firma colombiana hasta la fecha, lo cual se refleja en el Anexo 16 de nuestra propuesta, en el que manifestamos nuestra disposición a constituir una alianza estratégica con una firma colombiana, aún sin identificar”.
Lea también: Estos son los árbitros del pleito del billón de pesos entre Colombia y Telefónica
Según documentos del expediente, ninguno de los socios de Astrea tiene experiencia en arbitrajes de inversión, ni hablan inglés, a pesar de que esa clase de pleitos se desarrollan en ese idioma. Entre los socios de Astrea está Juan Camilo Portilla, especialista en Derecho istrativo, con experiencia en la Registraduría y en juzgados civiles de Cúcuta. Luego están Omar Alberto Peña, con maestría en Derechos Humanos; Óscar Leonardo García, especialista en Derecho istrativo; y William Eduardo González, especialista en Derecho Penal y Criminalística, antes juez de control de garantías y defensor regional de Norte de Santander.
Para conocer más sobre justicia, seguridad y derechos humanos, visite la sección Judicial de El Espectador.
Por Jhoan Sebastian Cote
