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Los términos trans, transgénero y transexual a menudo se confunden o utilizan como sinónimos, a veces incluso de manera incorrecta o con connotaciones negativas. Sin embargo, cada uno describe experiencias únicas y reales dentro de la diversidad de género que merecen ser reconocidas y validadas. Comprender sus diferencias no solo permite una comunicación más precisa, sino que también promueve el respeto, la inclusión y el reconocimiento pleno de las identidades trans.
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Según la Real Academia Española (RAE), el prefijo trans proviene del latín y significa “al otro lado” o “más allá de”. En el contexto de la diversidad, hace referencia a las personas que han transitado o se identifican más allá del género y el sexo asignado al nacer. La palabra “trans”, es un término sombrilla, es decir que abarca las identidades de género diversas. Dentro de esta categoría, se encuentran las personas “transgénero” y “transexual”.
Transgénero y transexual: ¿En qué se diferencian?
El término transgénero hace referencia a las personas cuya identidad de género no coincide con el sexo asignado al nacer. Algunas pueden realizar una transición social o legal: cambiando su nombre, eligiendo sus pronombres o mediante su expresión de género -por ejemplo, su ropa o corte de cabello-, mientras que otras pueden optar por una transición médica. Sin embargo, esta última no es un requisito para considerarse una persona transgénero.
Por otro lado, el término transexual se ha usado históricamente para referirse específicamente a personas trans que han decidido realizarse intervenciones médicas, como procedimientos de reafirmación de género, ya sean hormonales o quirúrgicos. Aunque el término sigue vigente en algunos espacios, ha caído en desuso por su enfoque en la biología y el cuerpo por encima de la identidad. Algunas organizaciones LGBTIQ+ consideran que este enfoque es invasivo con su intimidad, al centrarse en la genitalidad y las características físicas de las personas.
Sin embargo, es necesario resaltar que la identidad trans no depende de cambios visibles ni se da en todos los casos en la misma vía. Para muchas personas, reconocerse fuera del género asignado al nacer es un proceso de autoconocimiento y afirmación de su identidad, con un acercamiento personal a las formas de relacionamiento con los roles de género establecidos tradicionalmente.
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“Transgénero”: de la patologización al reconocimiento
Según Franklin Gil Hernandez, docente e investigador de la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia, históricamente, el concepto de “transgénero” proviene de un marco médico y psiquiátrico que buscaba categorizar la relación entre el sexo asignado al nacer y la identidad de género. En la década de 1970, mientras el feminismo usaba “género” para describir las relaciones de poder, la psiquiatría ya había empleado la categoría “transgénero” para describir una situación psíquica que no se ajustaba al modelo binario de hombre-mujer. Sin embargo, hoy el término es reivindicado por el movimiento trans y se usa en entornos políticos para abordar diferentes perspectivas de la diversidad de género.
Aunque la transexualidad fue descrita durante años desde un enfoque clínico como una condición psíquica, hoy no se considera una enfermedad. En el pasado, fue clasificada como un trastorno en manuales médicos y en documentos de referencia de organizaciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM, por sus siglas en inglés) y la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11). Con el tiempo, esta visión cambió, se despatologizó, y hoy no se clasifica como un trastorno mental.
Franklin Gil Hernández aclara que estas categorías médicas surgieron en un contexto que buscaba establecer estándares de “normalidad”, y que en muchos casos contribuyeron a reforzar estigmas hacia las personas trans. “Estas clasificaciones reprodujeron discursos discriminatorios y narrativas erradas, como la idea de que las personas trans ‘nacen en el cuerpo equivocado’. Si la sociedad no estuviera estructurada en términos binarios de masculino y femenino, comprenderíamos que nadie nace en el cuerpo equivocado, y que cada persona transita su identidad de forma única”, señala el investigador.
En Colombia, organizaciones trans han adoptado el concepto de “experiencias de vida trans” para reflejar la diversidad de recorridos dentro de la identidad trans. La idea de “tránsito” también se usa para reconocer que la identidad de género no es una meta fija, sino un proceso en constante evolución.
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Realidades y desafíos: violencia y discriminación contra las personas trans
Las personas con experiencia de vida trans y con identidades de género diversas enfrentan, en todo el mundo, altos niveles de violencia y discriminación. Muchas quedan atrapadas en una espiral de exclusión y marginación que suele comenzar en la infancia, cuando son víctimas de acoso escolar o sufren el rechazo de sus familias. Con frecuencia, estas situaciones las empujan a vivir en la calle y les cierra el a oportunidades laborales.
La Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) advierte que cualquier esfuerzo por cambiar la identidad de género de una persona constituye una forma de discriminación y refuerza el estigma social. Además, alerta sobre los efectos negativos que estos prácticas pueden tener en la salud mental, como el aumento de la depresión, la ansiedad, el riesgo de suicidio y el deterioro de las relaciones familiares.
Por otro lado, cuando son personas que pertenecen a minorías étnicas, son migrantes, viven con VIH o trabajan en contextos de precariedad, el riesgo de sufrir violencia se incrementa notablemente. En el ámbito legal y sanitario, también enfrentan obstáculos adicionales para el reconocimiento de su identidad, como evaluaciones psiquiátricas forzadas, esterilización u otros procedimientos médicos coercitivos profundizan su situación de vulnerabilidad.
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De acuerdo con datos del Observatorio de Derechos Humanos de Caribe Afirmativo, en Colombia se registraron 40 asesinatos de personas LGBTIQ+ durante 2024, de las cuales el 55% corresponden a personas con experiencia de vida trans.
El poder del lenguaje en el respeto de la identidad
El lenguaje influye en la inclusión y el reconocimiento de las personas trans. Si bien los términos “transgénero” y “transexual” tienen diferencias históricas y conceptuales, lo más importante es respetar cómo cada persona desea ser nombrada. La identidad de género es una realidad compleja y diversa, y entenderla con un enfoque más amplio permite construir una sociedad más equitativa y respetuosa.
Los expertos señalan la importancia de respetar la forma en que cada persona desea ser llamada. Si tienes dudas sobre qué término o pronombre usar, lo mejor es preguntar de manera respetuosa en lugar de asumir. Algunas formas adecuadas de hacerlo pueden ser: “¿Cómo te gustaría que me refiera a ti?”, “¿Cuáles son tus pronombres?” o “¿Cómo prefieres que te llame?”. Mostrar interés genuino y respeto al preguntar contribuye a un entorno más seguro para las personas con experiencia de vida trans.
El lenguaje tiene un impacto significativo en la visibilidad y los derechos de las población con identidades de género diversas. Usar los términos adecuados puede evitar malentendidos o actos de discriminación involuntaria, y contribuye al reconocimiento e inclusión en la sociedad de personas que han sido invisibilizadas.
Por Valentina Guerrero Rojas
