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¿Qué es la asexualidad y cómo son las relaciones asexuales?

En un mundo donde el sexo es considerado un “necesidad biológica” y un indispensable en las relaciones afectivas, ser asexual significa navegar entre prejuicios, desinformación y falsos diagnósticos.

Valentina Guerrero Rojas
22 de mayo de 2025 - 06:00 p. m.
¿Qué es la asexualidad y cómo son las relaciones asexuales?
Foto: La Disidencia
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La asexualidad corresponde a la letra “A” en el acrónimo LGBTIQA+, pero sigue siendo una de las orientaciones más invisibilizadas y menos comprendidas dentro de la diversidad sexual. La idea de no sentir deseo sexual continúa generando incomodidad, confusión e incredulidad en una sociedad que asume el sexo como un componente indispensable de la vida social y afectiva. ¿Qué significa realmente ser asexual? ¿Cómo se construyen los vínculos cuando el deseo no es una prioridad? En entrevista con El Espectador, tres organizaciones que reúnen a personas del espectro asexual comparten sus experiencias, los retos que enfrentan y algunas claves para quienes hoy están explorando este camino.

¿Qué es ser asexual?

Según la Red para la Educación y Visibilidad de la Asexualidad (AVEN por sus siglas en inglés), una persona asexual es aquella que no experimenta atracción sexual hacia otras personas. Michael J. Doré, vocero de AVEN, la define en palabras simples: “La asexualidad es la falta de atracción sexual hacia otras personas. Es una orientación, como ser heterosexual, gay o bisexual, pero con una diferencia: no experimentamos atracción sexual hacia nadie en absoluto”.

A diferencia de lo que suele creerse, ser asexual no significa ser célibe, asexuado o estar en contra del sexo. Doré aclara que “la asexualidad no es una elección (fundamentada en sistemas de creencias o posturas morales), es una orientación. Simplemente forma parte de quiénes somos”. De hecho, en los grupos y foros en internet de esta población, un tema importante suele ser las prácticas que se pueden tomar para garantizar condiciones seguras durante las relaciones sexuales, destacando factores como el consentimiento, la comunicación efectiva y constante y el pleno conocimiento de las condiciones y límites de las personas involucradas.

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Lejos de ser una experiencia única y uniforme, la asexualidad abarca un amplio espectro. Así lo explican dos representantes de Asexuales Colombia, un foro grupal que reúne personas de todo el país para compartir su experiencia dentro del espectro. “En este espectro se encuentran, por ejemplo, las personas demisexuales, que solo sienten atracción sexual después de establecer un vínculo emocional profundo, y las grisexuales, que la experimentan de forma esporádica o en circunstancias muy específicas”.

Para Laura Anahí Charles González, mejor conocida como “Tía Mey”, activista y representante de la organización Asexuales México, la asexualidad no implica automáticamente rechazar el sexo. Algunas personas asexuales deciden tener relaciones sexuales —por deseo propio, por afecto hacia sus parejas o por otros motivos—, mientras que otras prefieren simplemente no hacerlo. La clave está en el consentimiento y en el respeto de cada vivencia individual. Estos matices dentro de la vivencia asexual demuestran que la atracción puede variar en intensidad, forma y condiciones, desafiando la idea tradicional de que el deseo sexual es siempre natural, inmediato e inherente al ser humano.

¿Cómo es una relación asexual?

Una de las claves para entender la asexualidad es separar dos conceptos que suelen confundirse: la atracción sexual y la atracción romántica. Mientras la primera se refiere al deseo sexual hacia otras personas, la segunda involucra la búsqueda de vínculos afectivos, como enamorarse o querer construir una relación de pareja. Así, dentro de la población asexual hay personas heterorrománticas (atraídas románticamente hacia el sexo opuesto), homorrománticas (atraídas hacia el mismo sexo), birrománticas (atraidas hacia ambos sexos) o arrománticas (que no sientes atracción romántica hacia nadie), según a quién dirijan —o no— sus sentimientos románticos.

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Las relaciones asexuales románticas se construyen, como cualquier otra, sobre la base del afecto, el compromiso y los acuerdos. Para muchas personas asexuales, el sexo no es un elemento central, pero la intimidad, la complicidad y el amor siguen siendo fundamentales. “En nuestras relaciones el diálogo es lo más importante. No asumimos que haya un deber sexual: todo se acuerda desde el cariño, el consentimiento y el respeto mutuo”, agregan las personas entrevistadas.

Mientras algunas eligen vínculos románticos tradicionales, otros prefieren relaciones queerplatónicas, aquellas relaciones que involucran lazos profundos (aunque no románticos) entre personas que desafían las categorías de “amistad” o “pareja”. Lo importante es que cada relación define sus propios términos, sin asumir que el deseo sexual debe ser el motor de la conexión. La prioridad en las relaciones es entonces el consentimiento, la comunicación abierta y el respeto por las necesidades y deseos de cada persona.

La discriminación hacia las personas asexuales

Vivir con cualquier orientación sexual diversa en una sociedad hipersexualizada implica enfrentar múltiples desafíos. Desde la adolescencia, las personas asexuales lidian con la presión social de sentir y actuar de determinada manera en torno al deseo. Según la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más (FELGTBI+) una de cada diez personas asexuales fue agredida física o sexualmente durante 2024.

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Por otro lado, el desconocimiento que hay alrededor de esta orientación sexual lleva a que sea confundida con alguna condición médica, una fase o una represión emocional. Algunas personas se ven forzadas a terminan en consultas médicas o religiosas buscando “una cura” para lo que, en realidad, es una forma válida de ser. Como relata una de las voceras de Asexuales Colombia: “Llegué a creer que estaba enferma por no querer sexo. Busqué ayuda psicológica, psiquiátrica, porque pensaba que algo en mi estaba mal solo por no sentir lo que todo el mundo decía que era ‘normal’”.

La creencia generalizada de que el sexo es indispensable en cualquier relación también genera aislamiento, culpa o sensación de “anormalidad” entre quienes no experimentan atracción sexual. “Yo creía que me iba a quedar sola, sentía que fallaba como pareja al no desear de igual manera. En una sociedad donde el sexo es sinónimo de amor y salud, no desear a nadie me hacía sentir como un monstruo, alguien extraña”, resaltan. Muchas personas asexuales han experimentado duros cuestionamientos sobre sus preferencias y estilos de vida que afectan sus formas de relacionamiento e incluso les puede poner en situaciones de peligro donde sean víctimas de violencia sexual.

Frente a la falta de información y los estigmas, distintas iniciativas han surgido para dar voz a las personas asexuales. En México, grupos como Asexuales México comenzaron reuniéndose en pequeños espacios y participando en marchas del orgullo, incluso ante el rechazo inicial de sectores de la misma población LGBTIQ+. En Colombia, redes emergentes de personas de todas las regiones buscan crear espacios de encuentro, visibilidad y apoyo. A nivel internacional, organizaciones como AVEN y el International Asexuality Day han impulsado la difusión en distintas regiones, y recientemente le están apuntando a diversificar el idiomas de los contenidos para que pueda llegar a la mayor cantidad de personas. Estas acciones muestran que la asexualidad no es un fenómeno aislado, sino una realidad compartida que merece ser reconocida.

Según Charles González, pionera en el activismo asexual en México, en América Latina la visibilidad de la asexualidad enfrenta obstáculos particulares. “Los roles de género tradicionales, las expectativas de matrimonio y maternidad, y la fuerte influencia religiosa dificultan que las personas asexuales puedan nombrarse y ser reconocidas. En muchos casos, no seguir el guión de pareja e hijos se percibe como un fracaso o una anomalía. La presión social empuja a conformar relaciones convencionales, incluso cuando no responden a deseos propios”. Frente a esto, los grupos asexuales de la región insisten en abrir camino: crear espacios de validación, resignificar conceptos como el de “familia” y cuestionar modelos de vida tradicionales.

Descubrir la asexualidad es, para muchas personas, un proceso de autoconocimiento que reconfigura experiencias pasadas y abre nuevas posibilidades. Relata “Tía Mey” “Saber que era asexual me ayudó a dejar de forzarme, a entender que no estoy rota. Solo soy distinta, y eso también está bien.”.

Activistas y de la población coinciden en un mensaje: es importante tener paciencia, acercarse a la información y las comunidades que más resuenen con su experiencia, Doré concluye: “Tómate tu tiempo. No hay prisa por etiquetarte. Investiga, habla con otras personas, únete a comunidades si quieres. La experiencia de cada uno es diferente, y eso está bien. No estás solo. Hay una comunidad allá afuera que te puede ayudar a entenderte mejor”. De esta manera, reconocer la propia orientación no implica renunciar al cariño, al afecto ni a los proyectos personales; significa, más bien, construir una vida que no gira en torno al deseo y donde este más que una obligación, es una elección libre y válida.

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Por Valentina Guerrero Rojas

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Morena(29045)23 de mayo de 2025 - 01:06 p. m.
Diversificar y Categorizar tanto la orientacion sexual no será una tendencia compulsiva de encontrarle sentido a la vida?
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