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¿Cómo apoyar a un hijo trans? Reflexiones de las familias que acompañan

El Espectador habló con nueve familias de FAUDS sobre sus experiencias de criar y acompañar a sus hijos trans. Compartieron historias de infancia, adolescencia y adultez, revelando miedos, alegrías y la importancia del amor incondicional.

Mariana Escobar Bernoske
31 de marzo de 2025 - 02:00 a. m.
¿Cómo apoyar a un hijo trans? Reflexiones de las familias que acompañan
Foto: Eder Rodríguez
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Cuando un niño, niña o adolescente decide hablar y compartir quién es en realidad, no es un momento cualquiera, es una revelación cargada de valentía y vulnerabilidad. A partir de ese instante, las mamás, papás, familias y cuidadores de menores trans se ven inundados de un mar de sentimientos y emociones encontradas: prejuicios que resurgen a la superficie, una fuerte sensación de culpa, e incluso dolor y rabia camuflados en esas dudas del “¿por qué a mí?”, “¿qué hice mal?” y “¿será que es una etapa?” En ese momento, la lista de caminos posibles a seguir se resume en dos palabras: reprimir o apoyar.

Como decía Laura Weinstein, activista recordada por ser una de las primeras personas en visibilizar las infancias trans en Colombia, “cuando una persona trans logra que su familia la acompañe en este proceso, su vida es otra. Tiene el 90% de su vida asegurada, el 10 % restante lo pone ella”. Apoyar el tránsito de género de un hijo o hija no es fácil. Por eso, poder conectar con otras familias con infancias trans y construir espacios seguros marca la diferencia. Es entender que no son los únicos mamá y papá pasando por ello, y saber que, aunque el mundo externo se empeñe en construir barreras, hicieron lo correcto al decidir amar y apoyar incondicionalmente.

El Espectador conoció y dialogó con nueve familias con experiencia de vida trans que hacen parte de la organización Familias y Amigos Unidos por la Diversidad Sexual (FAUDS). Estas mamás y papás, cuyos hijos e hijas tienen entre los tres y 35 años, compartieron sus historias de vida, abrieron sus corazones y contaron lo que significa para cada una de ellas la infancia, la adolescencia y la adultez trans. Este relato es una recopilación de este encuentro, sus miedos, nostalgia e ilusiones, y lo importante que ha sido para las infancias poder ver que existen personas adultas orgullosamente trans.

Todas las familias recuerdan ese primer momento que sus hijos o hijas les dieron a entender que eran trans. En algunos casos, la conversación fue directa y clara: “Mamá, le cambié mi muñeca a mi hermana porque este muñeco es un niño como yo. No soy una niña, soy un niño”. En otros casos, fue un proceso más sutil, con señales en los juegos que se inventaban, en la ropa que elegían, las “pataletas” al rehusarse salir vestidos con ciertas prendas o al notar el brillo de sus ojos en los momentos que podían “disfrazarse” y verse reflejados en el espejo con el género con el que se identificaban.

“Mi hija nos lo dijo una noche, mientras la arropábamos. Con miedo, pero con decisión. No me lo esperaba, pero algo en mi interior supo que era cierto”, relata una madre. Aceptar esta realidad de criar una infancia trans, en la gran mayoría de los casos, no es inmediato. El miedo y “el qué dirán” son visitantes comunes en este proceso. “Me aterraba que mi hija sufriera, que la lastimaran, que no fuera feliz”, comparte un papá. “Tenía dudas, no sabía si lo estábamos haciendo bien, si era demasiado pronto o si, de alguna forma, al permitirle expresarse como ella quería, la estábamos confundiendo”, añade.

La falta de información y la presión social pueden ser abrumadoras. Pero, poco a poco, las familias entendieron que el amor y la escucha activa de lo que sus hijos quieren expresar son la guía más confiable. “Para mí fue un momento de revelación. Nunca volveré a dudar de mi hije ni a permitir que alguien lo haga sentir menos”, cuenta una mamá, recordando la primera vez que le compró unas botas rosadas a su pequeño y tuvo que enfrentarse a la mirada inquisitiva del vendedor que una y otra vez le repetía que eran para “niña” y no para un “niño”. “Salimos de la tienda, le abracé y lloré toda la semana”, comparte.

Esa ruptura con los estereotipos de género es una experiencia compartida para todas las familias. Un padre recuerda cómo su hija, al recibir juguetes “para niño” en su cumpleaños, se entristeció: “¿Por qué nadie me regaló lo que me gusta?”. Y fue en ese instante cuando él entendió. La llevó a cambiar sus regalos y, cuando ella se vistió con un disfraz de princesa, vio algo que lo marcó para siempre. “Se miró al espejo y, por primera vez, se vio”. Esa “euforia de género”, como se refieren las familias y expertos en identidades de género diversas, es un momento de afirmación que no se olvida.

Acceder a recursos de información confiables, basados en la evidencia y sin estigmas es una de las herramientas clave en este viaje. “Cuando me enfrenté a esto, busqué respuestas en internet y solo encontré prejuicios. No había recursos para niños trans, solo para adultos”, dice una de las mamás del grupo. Por esto es que muchas familias encuentran en las redes de apoyo el alivio que no hallan en sus entornos cercanos. Además, gracias a estos espacios han adquirido herramientas para combatir la desinformación sobre las personas con experiencia de vida trans. Desde su visión, desaprender reglas sociales para acompañar el tránsito de sus hijos también debe ser un proceso colectivo.

Como señala en entrevista con este diario Juan David Albarracín, médico especialista en pediatría social, “la piedra angular de todo el proceso de transición es que la familia y el entorno respeten, entiendan y acepten la identidad de género no concordante de la persona”. El experto también explica que el rechazo familiar es el principal factor de riesgo para que los adultos trans terminen en situaciones de consumo, calle o abandono, por lo que, “la aceptación familiar es lo más bonito que pueden tener los niños trans”.

“Conocer a otras familias que estaban en la misma situación nos salvó”, dice una abuela. “Nos dimos cuenta de que no estábamos solos, de que lo que sentíamos era normal y, sobre todo, de que nuestres hijes iban a estar bien”, agrega otra mamá. Grupos de apoyo, psicólogos especializados, especialistas en salud, trabajadores sociales y organizaciones que defienden los derechos de la infancia trans han sido fundamentales en este camino. “Hubo momentos en los que sentí que me ahogaba en la incertidumbre, pero la información y la comunidad nos dieron el sostén que necesitábamos”, comparte un papá.

Para muchas de estas familias, la mayor lucha es contra los prejuicios sociales. “Mi mayor miedo era lo que le haría el mundo a mi hijo”, dice una madre. Algunos pierden amigos, otros se alejan de familiares que no aceptan la identidad de su niño o niña. Pero al final del día todas las familias coinciden en que “si tenemos que rehacer nuestra red de apoyo, lo haremos” porque sus hijos van primero. Para sorpresa de muchos, su entorno también se ha adaptado al tránsito de las infancias. Desde los vigilantes de los edificios hasta los profesores del colegio, todos atraviesan su propio proceso, pero, al final cuando se sale de esa incertidumbre y desconocimiento inicial, hay mayor aceptación.

Ahora bien, para las y los adolescentes trans, el proceso de afirmación de su identidad puede ser más complicado. “Cuando mi hijo me dijo que era trans, yo ni siquiera sabía qué era eso”, confiesa una madre. “Entré en negación, pero cuando lo vi llorar y decirme: ‘No me he suicidado por ti’, entendí que no había más camino que el del amor y el apoyo”. Otra mamá relata que su hijo compartió su identidad “en plena pandemia, cuando tuvo el tiempo para reflexionar sobre quién era”. “Al principio no sabíamos cómo reaccionar, pero su felicidad al ser llamado por su nombre elegido nos lo dejó claro”, agrega.

En esta etapa, el apoyo emocional es clave, así como el a redes y profesionales de la salud capacitados. “Mi mayor miedo era que sufriera en el colegio, que la rechazaran sus amigos. Pero la discriminación no vino de sus compañero sino de los profesores y directivas del colegio”, señala una mamá. Hoy su hija está en otra institución que si la apoya y “con el tiempo, vimos cómo floreció al poder ser ella misma y como hoy es referente para otros chiques diversos de su colegio”.

Por otro lado, los papás de adultos trans enfrentan un reto distinto: desaprender lo que creían conocer sobre sus hijos. “Cuando mi hijo nos dijo que era trans a los 24 años, fue un shock”, confiesa una madre. “Pero entendí que siempre había estado allí, solo que no tenía las palabras para decirlo”. En estos casos, también hay un fuerte sentimiento de nostalgia presente al pensar en esa infancia y adolescencia que no fue, todos los años pretendiendo ser alguien que no eran, la discriminación y la violencia al transitar como adultos y esa pregunta de si quizás las cosas hubiesen sido más sencillas si no existiera tanto odio hacia las personas trans.

Cada etapa en la vida de una persona con experiencia de vida trans conlleva sus retos y particularidades. Sin embargo, todas las familias coinciden en que acompañar desde el primer momento que se asume una identidad diversa marca completamente la diferencia. Estas experiencias reflejan que nunca es solo una persona la que hace el tránsito, es todo su núcleo y entorno cercano; por eso, se reconocen como familias trans. Como explican los profesionales de la salud consultados por El Espectador, es muy importante trabajar colectivamente con padres, madres y en general con las familias que les rodean para garantizar el bienestar de niños, niñas y adolescentes trans.

Para quienes están comenzando este camino, el mensaje de estas familias es claro: “Escuchen a sus hijos. No tengan miedo. No están solos”. Muchas familias hubieran preferido más apoyo al inicio. “Me habría gustado que en el colegio hubiera más información, que los médicos estuvieran preparados, que la sociedad no nos hiciera sentir que estábamos haciendo algo malo”, reflexiona un padre. “Pero también aprendimos que no podemos esperar a que el mundo cambie. Somos nosotros quienes tenemos que crear un entorno seguro para nuestros hijos”, concluye una mamá.

Para estas familias, el camino no ha sido fácil, pero ha estado lleno de aprendizajes y resiliencia. En un mundo que se empeña en negar sus realidades, ellas han decidido sostener a sus hijos, hijas e hijes con amor incondicional. Y ese amor es el que, sin duda, permitirá que crezcan y sean en un futuro adultos felices, plenos y orgullosamente trans.

* Para este artículo se omitieron los nombres de las familias para proteger la identidad de los y las menores de edad.

** Este artículo hace parte del especial multimedia Infancias trans: cuando sus familias les dan la posibilidad de soñar, crecer y ser, para consultarlo puede hacer click aquí.

Mariana Escobar Bernoske

Por Mariana Escobar Bernoske

Comunicadora social con énfasis en periodismo y producción sonora/radiofónica. Ha participado en investigaciones sobre Derechos Humanos desde una perspectiva feminista y de género. Tiene estudios en el Centro Latinoamericano de Derechos Humanos y la Universidad de Strathclyde.[email protected]
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Rafael(18914)31 de marzo de 2025 - 08:39 a. m.
Preocupante que El Espectador se este convirtiendo en un estandarte del ¨wokismo¨, cuyo objetivo empoderar sectores marginales para fragmentar las manifestaciones sociales e impedir los consensos sobre los problemas fundamentales de la comunidad: injusticia, pobreza, violencia. No les parece extrano que sea un abogado neoyorkino Hunter Carter el prinpal financiador de la FAUDS?
Sergio Alfredo CIFUENTES(27010)31 de marzo de 2025 - 07:55 a. m.
Todo color de rosa EE y es muy comodo ver los toros desde la barrera pero la realidad es otra, la sociedad no esta preparada para aceptar a un adolescente trans, los padres podemos aceptar esa decisión siempre vamos a tener la duda es algo real? Es una moda? Su cerebro es los suficirntemente maduro para haber tomado esa decisión? Despues de saber que lo anterior ratifica esa decisión, lo único que podemos es dar apoyo y acompañar y aprender en el proceso, no es faciĺ pero son nuestros hijos
Liliana Herrera(13412)31 de marzo de 2025 - 05:30 a. m.
Aplausos al Espectador por este articulo!!
Mar(60274)31 de marzo de 2025 - 04:51 a. m.
Que maravilloso artículo, lo deben dejar un buen tiempo en primera plana del digital. Esta es la parte q más me gusta y iro de El Espectador, esa amplitud mental para visibilizar a las personas. Q bueno sería que siguieran sacando seguido artículo como este para educar a las personas, la ignorancia es la mejor amiga del miedo, por eso necesitamos informarnos para conocer que no hay nada horrible en la transexualidad, q es normal. Me encantó lo de nuestres hijes y chiques, hay q nombrarles.
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