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En la tarde del 15 de abril se conoció la noticia de que el fotógrafo Pablo Guerrero, fundador del Club Fotográfico de Medellín, institución en la que se han formado diversas generaciones de fotógrafos del país, falleció a sus 94 años.
La institución fue la que confirmó el fallecimiento del artista, nacido en Bogotá, pero que se radicó el Antioquia, en donde consolidó su carrera. Fue en 1955, luego de participar en un concurso de la Biblioteca Pública Piloto, que decidió fundar el Club Fotográfico de Medellín, junto con otras personas, con quien compartían el interés por la fotografía como un lenguaje social, político y cultural. Para el artista: “todo cuanto existe, es digno de ver, de irar, de fotografiar, de comunicar”.
Guerrero estudió en el New York Institute of Photography y allí descubrió que le interesaba enseñar sobre lo que a él le apasionaba. Se desempeñó como docente universitario y muchos le atribuyen que, con su conocimiento, se sentaron las bases para el desarrollo del oficio en Medellín.
“Su obra, mayormente en blanco y negro, se caracteriza por una profunda sensibilidad hacia la vida rural de Antioquia. Durante más de cuatro décadas, recorrió veredas y montañas capturando con su lente la cotidianidad de campesinos, paisajes, tradiciones y los rostros de artistas, componiendo un valioso testimonio visual de la transformación social y cultural del territorio”, resaltan desde el CLub Fotográfico.
Guerrero fue reconocido como “Artista FIAP” por la Federación Internacional del Arte Fotográfico, una distinción otorgada a fotógrafos con méritos internacionales en salones de prestigio.
En 2020, su archivo fotográfico completo fue incorporado al Archivo Fotográfico de la Biblioteca Pública Piloto (BPP), junto con el de otros fotógrafos como Melitón Rodríguez, Benjamín de la Calle y Horacio Gil. La biblioteca conmemoró la adquisición de su archivo publicando el libro “La mirada al viento. Antioquia vista por un fotógrafo del siglo XX”.
Ante la noticia de su deceso, la entidad recordó al artista y lamentó su muerte. “¡Qué buen fotógrafo, qué gran artista! Siempre preparó y ajustó su escena antes de disparar el obturador. Su pasión por las imágenes fue tejida con nostalgia, respeto por las personas y una profunda vocación por la belleza silenciosa de lo cotidiano”, recordó Jackeline García Chaverra, del Archivo Fotográfico de la BPP.
