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“Las ideas complejas están ligadas a la vida cotidiana”: Laura Quintana

La filósofa colombiana reflexionó sobre las posibilidades del periodismo cultural de ser un catalizador de debates complejos que van mucho más allá de las artes.

Santiago Gómez Cubillos
01 de mayo de 2025 - 04:00 p. m.
Laura Quintana ampliará su reflexión sobre la relación entre periodismo y filosofía en una charla el próximo sábado 3 de mayo en la Feria del Libro, stand de El Espectador./Cortesía
Laura Quintana ampliará su reflexión sobre la relación entre periodismo y filosofía en una charla el próximo sábado 3 de mayo en la Feria del Libro, stand de El Espectador./Cortesía
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El periodismo cultural, como categoría, se desdibuja cada vez más a medida que reflexionamos sobre él. En nuestro especial “Cultura en titulares”, que abarca todo nuestro cubrimiento de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, quisimos aprovechar a algunas de las autoras que visitan este evento para entender cuál puede ser el efecto de hacer este tipo de periodismo.

Hablar sobre libros y películas también puede ser una manera de reflexionar sobre la vida misma y esta es una idea que comparte Laura Quintana, filósofa autora de libros como “Política de los cuerpos”, “Espacios afectivos” y “Rabia”.

¿Cree que el periodismo cultural puede ser un puente para la transmisión de ideas complejas que normalmente se quedan en la academia?

Sin duda podría ser un camino. Creo que hoy en día el periodismo está muy capturado por intereses económicos, entonces cabe preguntarse hasta qué punto ciertas prácticas y discursos, condicionados por esa lógica, están limitando lo que el periodismo puede hacer. Si, en cambio, el periodismo se pensara desde otros lugares —por ejemplo, desde la singularidad, donde lo que interesa es construir historias que den cuenta de lo ocurrido en su particularidad—, o si se partiera de la idea de que la verdad fáctica es compleja y que no se puede comprender desde una sola perspectiva, sino desde múltiples puntos de vista, entonces se abriría un camino muy distinto al que impone exclusivamente la lógica economicista.

Ahora, que el periodismo asuma el rol de mediador entre distintas formas de conocimiento implica compromisos importantes: no se trata de simplificar los saberes, pero sí democratizarlos. Es decir, poder llegar a públicos más amplios sin caer en la sobreespecialización que caracteriza a muchos discursos académicos.

Para comunicar esas ideas complejas, los periodistas nos enfrentamos al reto de que los espacios son reducidos y los tiempos de lectura tienden a ser muy cortos. ¿Cómo enfrentar eso entonces?

Creo que el reto no es simplemente adaptarse a lo que los tiempos exigen, sino también proponer algo distinto, retar a las audiencias. Si el único objetivo es vender o capturar la atención desde lo que ya funciona, no se van a transformar los patrones de conducta ni las formas de percepción. Para que haya transformación, debe haber también algún tipo de choque. A veces hay que exigirle un poco más al lector, y eso puede dar lugar a sorpresas: textos que no son fáciles, que demandan más tiempo, pueden generar verdadero interés.

Por eso pienso que hay que salirse de la lógica del consumo inmediato para apostar por otras temporalidades, otros ritmos, otras dinámicas de atención. Por otro lado, si te fijas, el mundo en el que vivimos está organizado por conceptos filosóficamente muy densos: verdad, realidad, saber, castigo, ley.

Entonces, una forma de acercar a las personas a estas ideas complejas es justamente mostrar que están profundamente ligadas a la vida cotidiana.

En ese sentido, ¿cómo cree que hablar sobre arte en todas sus formas nos puede llevar a plantear esas discusiones profundas?

Las prácticas culturales, por supuesto, abordan cuestiones cruciales de la vida y la existencia, porque se detienen a interrogar de manera más cuidadosa aspectos que en la experiencia cotidiana solemos pasar por alto. Además, dependiendo del tema que se aborde, cada práctica cultural —ya sea filosófica, literaria, plástica— puede ofrecer formas distintas de aproximarse a los problemas, desde ángulos que permiten ver otras cosas.

Pensemos, por ejemplo, en obras de teatro que abordan la violencia en Colombia. Nos permiten ver qué implicó, para un actor particular, vivir ciertas violencias, cómo esas historias se encarnaron en cuerpos específicos. Esa aproximación conecta de manera distinta a una noticia que simplemente da el dato.

Entonces, podríamos decir que, para cada tema, las prácticas culturales —cuando tienen una interrogación crítica— nos abren otras miradas sobre los problemas que enfrentamos. Lo hacen desde una luz que tiende a interesarse por la singularidad y que reflexiona también sobre los medios que utiliza. Eso es algo que no siempre ocurre en los discursos más habituales o en saberes que no se preguntan tanto por las condiciones mismas de su práctica.

¿Cree que se debería repensar la categoría de “periodismo cultural”?

Siento que una forma de relegar ese tipo de periodismo —y a veces también lo filosófico, lo literario— es encasillarlo en categorías demasiado rígidas: esto es cultural, esto es político, esto es económico. Pero si te fijas bien, los temas se entrecruzan.

Si tú, por ejemplo, estás hablando con Thomas Piketty sobre su libro El capital en el siglo XXI, podrías cubrirlo desde una sección cultural, pero en realidad estás hablando de cómo funciona la economía hoy, de las dinámicas del poder, de la desigualdad. Es un tema profundamente político y económico. Entonces, a veces esas divisiones son una forma de quitarle fuerza a ciertos discursos o de no tomarlos del todo en serio, cuando en realidad están tocando los núcleos más duros de la vida social.

¿Cree entonces que esta categoría de “periodismo cultural” podría expandirse a otros ámbitos del cubrimiento de la agenda?

Sí, creo que es muy importante romper con esas fronteras porque de hecho es una manera justamente de poder decir otras cosas sobre política, sobre economía y romper con los códigos que ya están establecidos sobre lo que se puede decir, lo que se puede hacer y quiénes pueden hablar, que es algo que agota a la gente del periodismo tradicional.

¿Cuál cree que debe ser el camino para seguir después de toda esta reflexión?

Para mí habría que buscar otras maneras de organizar la información y repensar lo que puede aparecer en el periodismo.

Romper esas fronteras entre lo cultural, lo económico y lo político, llamar a las cosas de otras maneras, recurrir a otras apuestas discursivas y también a otras formas de presentación de las noticias. Tratar de capturar otras audiencias. Desde los medios masivos no sé cómo se puede hacer, pero me parece interesante que al menos desde una sección de Cultura se pueda apostar por eso, para ir influyendo poco a poco en las demás.

Santiago Gómez Cubillos

Por Santiago Gómez Cubillos

Periodista apasionado por los libros y la música. En El Magazín Cultural se especializa en el manejo de temas sobre literatura.@SantiagoGomez98[email protected]
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