{ "@context": "https://schema.org", "@type":"Organization", "name":"El Espectador", "url":"", "logo":{ "@type":"ImageObject", "url":"/pf/resources/images/favicons/favicon-EE-152.png?d=1051", "width":"300" }, "Point": { "@type": "Point", "telephone": "018000510903", "Type": "Servicio al cliente" }, "sameAs":[ "https://www.facebook.com/elespectadorcom", "https://twitter.com/elespectador", "https://www.instagram.com/elespectador/", "https://www.youtube.com//Elespectadorcom?sub_confirmation=1" ]}
Publicidad

“No quería aprender tanta química ni matemáticas, quería entender la vida”

Kajuyalí nació como un campamento infantil, y hoy es un colegio que apuesta por “enseñar viajando”. Su fundador, Juan Mario Gutiérrez, habló sobre este modelo, que surgió de su mala experiencia escolar, el cual está próximo a abrir la primaria.

20 de mayo de 2025 - 01:00 p. m.
Juan Mario Gutiérrez estudió Comunicación Social en la Universidad Javeriana.
Juan Mario Gutiérrez estudió Comunicación Social en la Universidad Javeriana.
Foto: Cortesía: Juan Mario Gutiérrez
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

¿Cómo nació la idea de Kajuyalí School?

Nació hace 33 años como una iniciativa para educar a campo abierto, con campamentos infantiles durante las vacaciones. Tras la pandemia, y décadas de experiencia, decidimos llevar ese enfoque a la educación formal, integrando metodologías como la finlandesa, italiana y estadounidense, adaptadas al contexto colombiano. Queríamos renovar una educación estancada y proponer una forma de aprendizaje más vivencial. Aprendí más viajando con mi familia al campo que en el aula, y eso es lo que buscamos replicar: a través de viajes por Colombia los estudiantes aprenden materias como matemáticas, historia y biología, mientras desarrollan habilidades blandas, incluso por encima de lo académico.

El proyecto se inició con bachillerato y ahora abrirán primaria, ¿por qué?

Nos hemos dado cuenta de que los estudiantes que recibimos en bachillerato llegan mal preparados para enfrentar los retos del campo abierto y de la experiencia. Por eso queremos empezar desde más temprano, incluso desde preescolar. Queremos que los niños, desde pequeños, comprendan el aprendizaje como un proceso vivencial, más que como algo basado en la memoria o la repetición. Buscamos formar a los niños para que sepan resolver conflictos y afrontar los problemas del día a día de manera más integral. Hasta ahora hemos recibido a estudiantes que vienen de otros colegios. Comenzar desde primaria —o mejor aún, desde preescolar— nos permite construir un camino sólido y contar con las herramientas necesarias para desarrollar un bachillerato más efectivo.

Hablemos de cómo este colegio es también el anhelo de la educación que usted quiso recibir.

Sí, esto nació de un sentimiento de frustración con mi etapa escolar. Fui un estudiante que no se adaptaba a los colegios; me expulsaron de varios por temas disciplinarios o académicos, simplemente porque no entendía la forma en que los adultos intentaban enseñarme. No necesitaba aprender tanta química o tantas matemáticas, lo que quería era entender la vida. Vengo de una familia grande, donde el aprendizaje a campo abierto era común. Todos los fines de semana estábamos en algún lugar de Colombia, conectando con el campo, con campesinos, con comunidades indígenas, y sentía que ahí era donde realmente aprendía. También estuve en los scouts, y esa experiencia me ayudó a comprender el aprendizaje desde otro lugar. En 1992 fundé Kajuyalí y me di cuenta de lo valioso que era ese tipo de aprendizaje para los niños que asistían a los campamentos. Esa suma de experiencias me hizo pensar: esto no puede quedarse solo en un campamento, hay que formalizarlo, convertirlo en una institución con mayor proyección, que pueda dejar un legado en vida.

¿Cómo ha sido el recibimiento de los padres a este otro modelo de educación? ¿No ha sido difícil convencerlos teniendo en cuenta lo tradicionales que somos en Colombia?

Sí, uno suele darles a sus hijos la experiencia que tuvo. Si estudiaste en un colegio tradicional, probablemente querrás repetir ese modelo porque lo ves como algo seguro. Por eso los padres que inscriben a sus hijos en nuestro colegio son valientes: están rompiendo esquemas y apostando por algo distinto. Hay una frase de Karl Menninger que dice: “Lo que se les dé a los niños, los niños darán a la sociedad”. Estos padres quieren una educación más integral. No todos los niños necesitan este tipo de colegio, pero algunos sí. Y esos padres lo tienen claro: apuestan con convicción por una forma diferente de educar.

¿Qué piensa o qué lo conmueve cuando un niño comienza su proceso educativo?

Llegan a nuestras manos diferentes tipos de estudiantes. Algunos vienen fracturados, y me llena de ilusión ofrecerles una nueva forma de entender, aprender, acompañar y contener, para convertirlos en seres comprendidos. Otros no vienen fracturados, sino llenos de ilusión por viajar y por entender la educación desde un lugar distinto. Esos también me fascinan, porque con ellos construimos un entorno seguro para todos, un verdadero espacio de aprendizaje. Me emociona profundamente recibirlos, y también me compromete, porque es como recibir a un hijo adoptivo. Cada estudiante es un gran proyecto de transformación social. Son los futuros padres, madres, empresarios, empleados y ciudadanos que van a cambiar el modelo social de nuestra Colombia. Eso me llena de ilusión, pero también me da miedo fallarles.

¿Qué alimenta ese miedo?

Vivimos en un país con problemas de seguridad y una economía inestable, así que este proyecto, además de educativo, es económico, y claro que puede fallar. Eso genera miedo. Pero el temor más profundo es personal: fallarme como líder educativo. Este es un laboratorio constante, un modelo en prueba. Los padres que confían en nosotros saben que a veces algo puede no salir bien. Por ahora hemos tenido éxito: los estudiantes ingresan a la universidad, y les va bien. Tras tres años de pruebas sabemos que el modelo funciona y por eso abrimos primaria. Pero el miedo sigue ahí, aunque me impulsa a no fallar en lo que prometí.

¿Qué debería replantearse en el modelo de educación colombiano?

Uno de los grandes problemas es que muchos colegios se han convertido en un gran negocio. Es más rentable tener instituciones enormes, con entre 1.000 y 4.000 estudiantes, porque ese volumen genera grandes ingresos. Pero ese modelo termina maltratando al individuo, ya que elimina la personalización del aprendizaje. María Montessori, por ejemplo, se hizo famosa precisamente por impulsar procesos personalizados en grupos pequeños y con una educación muy libre. En contraste, los colegios grandes del sistema colombiano trabajan con grupos de 25 a 40 niños por salón, con un solo profesor que debe impartir la misma clase a todos, como si todos tuvieran el mismo ritmo y forma de aprender. Además, se les evalúa con un mismo examen, donde todos deben obtener una nota mínima para “pasar”. Ese sistema no sirve para todos los niños. Por eso creo que la educación debería priorizar grupos más pequeños, docentes mejor capacitados y procesos realmente personalizados.

¿Cuál cree que es un tema urgente que debe ser discutido y analizado desde las aulas de clase?

Es vital que los estudiantes aprendan a manejar su vida económica: pagar impuestos, usar una tarjeta de crédito o pedir un préstamo. Muchos salen del colegio sin estas herramientas y deben ser productivos de inmediato. También es clave enseñar el buen uso de la tecnología. Hoy, por ejemplo, hablamos de un estudiante que accedió ilegalmente a cámaras públicas. Tiene habilidades, pero las usa mal. Eso debe abordarse en el aula, y los profesores deben estar preparados para guiar en ese proceso.

Conoce más

Temas recomendados:

 

Carmen Torres(d6co2)21 de mayo de 2025 - 11:42 a. m.
Muy interesante!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar