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Fabio Rubiano responde a los señalamientos por el contrato que firmó con la JEP

Un contrato entre la Jurisdicción Especial para la Paz y el Teatro Petra desata un debate sobre el uso de recursos públicos, el papel del arte en la reconciliación y las garantías laborales de los artistas. Fabio Rubiano, director de la agrupación teatral, habló para El Espectador sobre las críticas y los señalamientos en su contra.

Samuel Sosa Velandia
18 de marzo de 2025 - 11:18 p. m.
Fabio Rubiano fundó el Teatro Petra, junto a Marcela Valencia, hace más de 30 años.
Fabio Rubiano fundó el Teatro Petra, junto a Marcela Valencia, hace más de 30 años.
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Una obra que aborda el castigo, la reparación, el perdón, las distintas formas de convivir con el dolor y las verdades sobre el Conflicto Armado en Colombia fue la razón por la que el Teatro Petra y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) firmaron un contrato.

Mantener el juicio es el nombre de esta pieza teatral, que se presentó en Bogotá y Medellín durante el año pasado y que se ha convertido en un asunto de controversia, cuestionamientos y reclamos de parte de un sector de la sociedad, que dice estar molesto por el dinero destinado al trabajo de los artistas y la creación de la obra.

La indignación surgió cuando Jairo Ladino, creador de contenido, hizo un hilo en su cuenta de X en el que hizo público el contrato que la JEP firmó con la compañía artística con el objetivo de “realizar acciones comunicativas que permitan, a través del arte dramático, generar la comprensión social y la aprobación de los desafíos misionales de la Jurisdicción Especial para la Paz”.

Para la obra se destinó un total de $441.805.000, de los cuales la entidad judicial aportó $197.800.000 y el resto, $244.005.000, fue financiado por el Teatro Petra. Según la información divulgada por Ladino, el dinero de la JEP se distribuyó en la posproducción de la siguiente manera: $8.000.000 para sonido, $10.000.000 para difusión, $10.000.000 para música y $169.000.000 para los honorarios de los ocho actores involucrados, incluidos Fabio Rubiano y Marcela Valencia, fundadores de la compañia artística. También se destinaron fondos para pagar el trabajo de las personas encargadas de la escenografía, el diseño de iluminación, el sonido y la producción.

El contrato muestra que cada intérprete recibió $13.800.000 por su trabajo durante los ensayos y las ocho funciones acordadas con la JEP. Esta cifra ha sido considerada por Ladino y otros críticos como excesiva, especialmente en un momento en el que la entidad ha afirmado no contar con presupuesto suficiente para operar.

“La JEP lleva meses insistiendo en que no tiene presupuesto para seguir operando normalmente. Hay dinero para hacer obras de teatro, pero no para lograr verdad y justicia. Son alérgicos a las sentencias. ¿Ya ven por qué no alcanza la plata?”, escribió Ladino en su publicación, en la que también cuestionó el dinero recibido por Rubiano al ser nombrado director del Festival de Artes Vivas de Bogotá en octubre pasado.

Los críticos también han insinuado que los contratos y el dinero destinados a los artistas fueron otorgados debido a su apoyo al Gobierno de Gustavo Petro. Ante la polémica, el dramaturgo Fabio Rubiano habló para El Espectador y explicó la alianza con la JEP y reflexionó sobre las críticas que ha recibido.

¿Cómo se da la alianza con la JEP?

A finales de 2023, establecimos una alianza con la JEP, lo que significó que ellos aportaron una parte de los recursos y nosotros, otra, para hacer una coproducción. Ellos nos pidieron que habláramos sobre lo que está sucediendo dentro de la entidad. Al principio me parecía complicado porque pensé que podría convertirse en una pieza de propaganda, y no me interesa ser parte de eso, pero afortunadamente no era ese su interés. No se trataba de una obra para exaltar sus valores, para eso no hace falta teatro, sino otros tipos de medios como comerciales o avisos publicitarios. Por lo tanto, les dije que trabajaría bajo la condición de total libertad. Me sentí muy honrado, ya que no hay antecedentes de una corte que convoque a un grupo de teatro.

¿Cómo se construyó “Mantener el juicio”?

Decidimos contar la historia a través de personajes como magistrados, madres en busca de reparación, la madre de un militar secuestrado y la de dos jóvenes asesinados y presentados como bajas en combate, entrelazando sus relatos. Lo más relevante de lo que hizo la JEP, y lo que considero clave resaltar, es cómo los cooperantes ayudan a víctimas y responsables a compartir sus dolores y razones, sin justificar sus actos. Estos encuentros son sorprendentes, como el de una madre con la persona que mató a sus hijos o una víctima de la guerrilla con un líder guerrillero. Vimos cómo los de las Fuerzas Armadas se quebraban al asumir sus culpas, mucho más que los guerrilleros, aunque con algunas excepciones. Esto nos llevó a cuestionar su formación y organización. Les dijimos a la JEP que nuestro trabajo no era juzgar, sino entender qué lleva a un personaje a actuar de esa manera, qué hay en su corazón. Casi siempre descubrimos lo mismo: son personas comunes, como el militar que confesó sus actos y ahora intenta rehacer su vida, incluso teniendo una cita con una chica. Así se establecen vínculos. ¿Qué pasa con la vida de estas personas y con las familias de los secuestrados, que se descomponen? Ver no solo el macro caso criminal, sino la vida cotidiana y los esfuerzos por rehacerla desde lo más pequeño, crea historias que a la JEP le interesan. Ellos no pueden contar esas historias, pero nosotros sí.

Hay algunos que cuestionan la financiación de la JEP para este proyecto. Dicen que no son la entidad que debería estar pagando obras de teatro. ¿Qué responde usted?

La JEP no está hecha para financiar grupos de teatro, y estoy de acuerdo. Pero no es que la entidad esté financiando grupos de teatro, sino que está realizando una acción comunicativa diferente a las tradicionales. Su papel no es solo juzgar, sino también crear los mecanismos de comunicación que considere necesarios para abordar el perdón, la reparación y la verdad. Y en realidad, puede hacer lo que quiera para expresar lo que le interesa. Nuestra relación con las víctimas es impresionante. Nos esperan a la salida, nos cuentan cómo se sienten representados por la obra, cómo se conmueven con ella. Para nosotros, es muy emocionante y sentimos que estamos ayudando, en cierta medida, a reparar el daño, aunque la obra sea dolorosa. Como mecanismo de reparación, el arte cumple un papel fundamental en este proceso de paz.

Hablemos de los recursos invertidos por la JEP. ¿En qué se destinó ese dinero?

En cuanto a las cifras, hay errores. Cada actor no ganó $13.800.000 por solo 8 funciones. Esa cantidad fue por tres meses de ensayo y ocho funciones, lo cual es muy diferente. Si se divide ese pago por todo el trabajo invertido, no está mal pagado, pero tampoco son grandes sumas. El resto del dinero se gastó en alquiler del espacio, escenografía, vestuario, diseño de luces, cortinas, y en la fabricación a medida de barandas y sofás. ¿Cuánto me gané yo de lo que dio la JEP? Cero. Al contrario, como Teatro Petra, nosotros aportamos recursos para la dramaturgia y dirección, con el fin de equilibrar la balanza en esta coproducción, para que no fuera solo la entidad la que aportara. Pero la gente que nos acusa de “criminales, ladrones, corruptos” no va a escuchar esto. No les interesa escuchar razones, y probablemente no irán a ver la obra. Tal vez haya algún milagro y alguno de esos críticos vaya a verla, pero no creo que lo hagan.

Para algunos, la suma de $13.800.000 es alarmante y hasta desproporcionada para pagar el trabajo hecho por los actores. ¿Cree usted que esta controversia por los recursos podría reflejar una concepción particular sobre el arte o sobre el rol del artista en el país?

Nosotros somos Teatro Petra, una compañía independiente, lo que significa que no recibimos financiación de nadie. En ocasiones obtenemos algunos aportes, ya sea por becas, coproducciones, subsidios o a través de la taquilla. Pero somos un grupo independiente que, creo, paga mejor que muchos. De hecho, no me lo están preguntando, pero nosotros pagamos $350.000 por función a cada actor en temporada regular. Asimismo, nuestra cuota mensual al banco es de $25.500.000 para pagar la hipoteca de la casa. Esto incluye la nómina de las personas que trabajan en cafetería, logística, iluminación, técnica y sonido. Y estamos hablando de un grupo de teatro independiente, cuyo financiamiento proviene mayoritariamente de la taquilla. Entonces, cuando alguien se ensaña con nosotros, como lo hace, por ejemplo, el director de la revista Semana, Yesid Lancheros, me pregunto: ¿qué daño le estamos causando a la sociedad o a los recursos públicos? Ninguno. Es como si tuviera la intención de atacarnos. Es una figura que quisiera investigar. Después de cometer estas agresiones contra nosotros, ¿dónde está su bondad? Todas sus frases, como llamar a nuestros actores “petristas”, sugiriendo que la JEP tiene algo que ver con Petro, o que todo el grupo es afín al presidente, son erróneas. Claro, en nuestro grupo hay algunos que votaron por Petro, otros que ya no lo apoyan, algunos que nunca lo han apoyado, y algunos que lo observan. Es un grupo heterogéneo, no existe una unidad ideológica.

Como lo menciona, algunas personas y medios de comunicación se han referido a ustedes como “los actores petristas” para insinuar que el contrato que firmaron fue gracias a su apoyo al presidente. ¿Considera que la discusión es entonces por un asunto partidista y politiquero?

Es muy extraño porque, en términos democráticos, ¿qué debo hacer? ¿Decirme por quién votar para que no se enoje? Entonces, para las próximas elecciones, usted me dice a quién y yo lo hago, y con eso ya no me insulta. Esa parece ser la lógica que se quiere manejar, pero refleja una inmadurez enorme. Dentro del grupo, como le mencioné, tenemos divergencias de criterio. Nos molestamos, nos hacemos bromas y a veces nos irritamos, pero eso no es una pelea. No se trata de esa rivalidad violenta entre hinchas, como la que vemos en el fútbol, donde los de Santa Fe se enfrentan a los de Nacional, sin ni siquiera tener una ideología en común, solo por el color de una camiseta. De hecho, los jugadores cambian de equipo, pero la gente sigue luchando por el color de la tela. ¿Vamos a regresar a eso en este país? Bueno, parece que estamos en eso. Podemos discutir y tener diferencias de ideas, pero no de esta manera. Yo no creo que sea petrista. Sí, se defienden ciertas ideas progresistas, pero también se critican otras de Petro. Y cuando uno dice abiertamente que no está de acuerdo con algo que dijo, entonces la respuesta es: “¿Entonces para qué votaste por él?”. Y si uno no dice nada, entonces se preguntan: “¿Por qué no lo critican?”. Es una discusión muy superficial. Pero nosotros no entramos en eso, porque lo que realmente nos interesa es profundizar. Nos interesa trabajar sobre personajes, incluso aquellos con los que estamos completamente en desacuerdo, para entender las bondades que pueden tener en su fondo.

Aunque usted ha dicho que el teatro no responde algún interés de un representante o gobernante, sí ha señalado que es un hecho político. Hablemos sobre eso.

Creo que el teatro es el único lugar donde uno puede ser verdaderamente neutral. No puedo tomar partido por ningún personaje. Mi tarea es darles a todos las mismas condiciones y garantías para hablar. En ese sentido, no estoy de acuerdo con el teatro militante. Lo vi en una época y me pareció interesante, pero no es algo que haría. En el Teatro Petra hacemos un teatro tan honesto que, en ocasiones, sectores de la izquierda cultural nos han acusado de “limpiar la cara a los paramilitares”, mientras que en la derecha nos señalan de hacer propaganda comunista. Pero las obras no tienen partido. Mi enfoque es con propuestas estéticas, porque eso es lo primero; luego viene el tema. A pesar de que es un debate que he tenido con muchas personas, por más importante que sea el tema, si la obra no está bien hecha, no sirve de nada. Lo que más me interesa es lo estético: que la gente se divierta, que no se aburra. Porque si alguien va al teatro, va para disfrutar. Es por eso que les digo: vengan tranquilos, aquí no estamos haciendo ninguna campaña. En lo personal, cada quien tiene derecho a expresar lo que quiera. No se les debe pedir a los artistas, deportistas o científicos que sean apolíticos.

Samuel Sosa Velandia

Por Samuel Sosa Velandia

Comunicador social y periodista de la Universidad Externado de Colombia. Apasionado por las historias entrelazadas con la cultura, los movimientos sociales y artísticos contemporáneos y la diversidad sexual. Además, bailarín de danza folclórica en formación.@sasasosav[email protected]
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maría quevedo(52338)19 de marzo de 2025 - 02:12 p. m.
Es triste que el comentario venenoso de alguien que no piensa se crezca tanto que toque entrar a aclarar. Muy sensato Fabio en sus respuestas, pero sí hubiera sido importante que se expusiera más a lxs idiotas que mueven tanta basura, como Lancheros.
Gilberto Cardozo Barreto(24374)19 de marzo de 2025 - 01:41 a. m.
"Aquí estoy, y aquí me quedo". En: https://juvenalariosto.wordpress.com
Nerofay Rodriguez(22027)19 de marzo de 2025 - 01:16 a. m.
Bastante ladino el cuyo apellido significa "de ingenio astuto, habil para la expresion y el engaño" yo agrego bastante ignorante. Sera que a nuestros actores hay que pagarles con bonos de comida?. Sera un acto de corrupcion la expresion y el trabajo artistico de esros profesionales.
Alan Botero(5584)19 de marzo de 2025 - 12:13 a. m.
Entre la jep y rubianl no hablan sino, miercoles, la jep no es el medio para divulgar sus actuaciones
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