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Ser artista presupone una dedicación permanente, un sistema de vida desde donde la persona que ejerce este oficio, todo lo ve con ojos sensibles, todo lo percibe desde el universo de los afectos y los sentimientos y también desde el horror que produce vivir en el desafecto y la brutalidad.
El artista, según decía el maestro Santiago García, “ve con otros ojos, lo que la sociedad no puede ver por otros medios, por eso el teatro conmueve y mueve el alma de la sociedad”.
Ese ha sido el propósito del Teatro La Candelaria desde sus inicios: formar un grupo donde sus integrantes han, hemos escogido vivir por y para una utopía y construir día a día, mundos y relaciones posibles. También de-construir paradigmas normalizados por la sociedad.
La Candelaria pasó de ser un sueño de un grupo de estudiantes y artistas amantes del teatro que se reunieron en la Universidad Nacional en 1965 y decidieron acometer la aventura de construir un grupo, una sala, un repertorio y un sistema de creación. Y, lo más importante, formar un público que los acompaña y que es la razón misma del teatro.
Esta aventura estuvo liderada por el maestro Santiago García, acompañado de Carlos José Reyes, Patricia Ariza, estudiante de artes por ese entonces, y María Arango, entre otros. Antes hubo otras experiencias, pero por diversas razones fracasaron en el intento. Por eso La Candelaria se coloca como el primer grupo independiente que se fundó hace casi seis décadas y se mantiene.
Cuenta con una larga historia que su vez es la historia del teatro contemporáneo colombiano, y que tiene el privilegio de haber contribuido de manera protagónica a la conformación del movimiento del Nuevo Teatro Colombiano junto con Enrique Buenaventura y los grupos nacientes de teatro de Bogotá y de Cali.
Este movimiento ubicó en el centro la dramaturgia nacional y la categoría grupo. Y, de alguna manera, hizo que la sociedad reconociera como propio el teatro colombiano y que a su vez el teatro se ocupara de representar la épica de los grandes conflictos de la sociedad colombiana.
Igualmente, gracias a un laboratorio de creación surgió el sistema de la Creación Colectiva que se extendió por el país y por toda América Latina. Este sistema que contempla métodos de creación, acaba de ser declarado Patrimonio Inmaterial de la ciudad de Bogotá, ya que lo practican más de 30 grupos en la capital. Está en la solicitud al Ministerio de las Culturas para que este sistema se convierta en patrimonio de la nación.
De La Candelaria emergieron obras emblemáticas como “Guadalupe años sin cuenta”, entre muchas otras, que fue, considerada por los críticos la obra más vista en el siglo XX.
De este grupo emergieron grandes actores, directores y directoras que salieron a conformar grupos y salas independientes de teatro. De La Candelaria salió el gran Kepa Amuchástegui (recién fallecido), quien salió a fundar el Teatro La Mama, que posteriormente fue dirigido por Edy Armando; Miguel Torres fundó y mantuvo por muchos años el Teatro El Local, él ahora es un gran novelista; Beatriz Camargo fundó la primera sala rural de Colombia, el Teatro Itinerante del Sol; Álvaro Rodríguez fundó Casa Tea. Y yo misma, con el grupo Tramaluna, pusimos a vivir desde hace 26 años la obra “Guadalupe años sin cuenta”, que celebró 50 años de haberse estrenado por La Candelaria.
Este grupo ha recibido numerosos premios y reconocimientos no solo por sus obras, tanto en Colombia como en el mundo.
A Santiago García y a Enrique Buenaventura hay que reconocerlos no solo como pioneros del Nuevo Teatro, sino por haber fundado los estudios superiores de teatro en Colombia. Enrique Buenaventura en la Universidad del Valle y Santiago García con la ENAD de Colcultura, que posteriormente se convirtió en la Academia Superior de Arte de Bogotá, ASAB.
La Candelaria ha puesto en escena 119 obras. Hoy en día, los integrantes de La Candelaria han devenido en maestros y maestras, dramaturgos y talleristas. Varios de nuestros integrantes fallecieron, entre ellos Santiago García, uno de los más grandes maestros del teatro colombiano y latinoamericano.
Este grupo nunca tuvo la tentación del teatro comercial y, por el contrario, se ha mantenido en el compromiso con el arte y con el país. La Candelaria no ha estado exenta de críticas y persecuciones. Nuestra sede fue allanada y excluida. Después del allanamiento en el gobierno de Virgilio Barco, el mundo entero de las artes y del teatro se solidarizó con el grupo.
Sobrevivir en este país no ha sido fácil para La Candelaria. Al grupo y también al movimiento le cortaron las pocas ayudas del Estado. El tiempo cambió y emergió con mucha fuerza el modelo neoliberal de la sociedad de mercado que intentó convertirlo todo en mercancía. Y colocó el valor de las artes y de los artistas en el emprendimiento y la rentabilidad economicista. En Colombia este modelo se consolidó con la llamada Economía Naranja. Y, a pesar de los esfuerzos del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, este modelo persiste.
A pesar de todo, La Candelaria se mantiene y crece. Cuenta con una sala y un grupo que ensaya todos los días de la vida y con un público mayoritariamente de jóvenes. Hoy, a los 59 años de existencia, seguimos luchando tercamente por el teatro como arte, por el teatro de grupo, por la dramaturgia nacional, por la creación colectiva y por un país en paz. Para ello renovamos nuestro compromiso ineludible e inquebrantable de hacer un teatro ligado de manera entrañable a al país.
* Más información teatrolacandelaria.com. Calle 12 No. 2-59. Bogotá/Colombia. Teléfono: 9372433. Móvil: +57 3138029692
Por Patricia Ariza / Especial para El Espectador
