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Educación de calidad: la clave perdida para elevar la productividad en Colombia

La inversión en educación de calidad podría ser la clave para mejorar la productividad por hora en Colombia, que está rezagada en comparación con otros países de la OCDE.

Luz Karime Abadía*
01 de mayo de 2025 - 01:09 a. m.
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En un mundo donde la competitividad define el progreso de las naciones, Colombia sigue rezagada en un indicador clave: la productividad laboral. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en 2023 la productividad por hora trabajada en Colombia fue de apenas 24,5 dólares, mientras que el promedio de los países de la OCDE se ubicó en 60,6 dólares. Esto significa que, en promedio, un trabajador colombiano produce menos de la mitad de lo que produce un trabajador en los países más avanzados.

La comparación es aún más dramática cuando miramos casos individuales: en Estados Unidos, la productividad laboral supera los 77 dólares por hora; en Irlanda, líder mundial, alcanza casi 139 dólares. Incluso otros países latinoamericanos de la OCDE, como Chile y México, aunque también por debajo del promedio, tienen cifras superiores o tasas de mejora más consistentes que Colombia.

¿A qué se debe esta brecha? Hay múltiples factores: informalidad laboral, baja inversión en innovación, deficiente infraestructura y una institucionalidad débil. Pero uno de los elementos más críticos, y tal vez el más transformador si actuamos sobre este, es la calidad y pertinencia de la educación.

Colombia ha ampliado el a la educación en las últimas décadas, lo cual es un logro que se debe reconocer. Sin embargo, la calidad de la educación sigue siendo insuficiente para las exigencias del mercado laboral contemporáneo. Los resultados de las pruebas PISA (2022) son dicientes: los estudiantes colombianos están entre los últimos lugares en matemáticas, lectura y ciencias entre los países evaluados. En lectura, el 62% de los estudiantes colombianos no alcanza el nivel mínimo de competencia que permita comprender y usar textos en su vida diaria y profesional.

Además de mejorar la calidad, necesitamos una educación más pertinente. De acuerdo con el Foro Económico Mundial, cerca del 44% de las habilidades que hoy se consideran esenciales en el trabajo cambiarán en los próximos cinco años. Esto demanda una revisión profunda de los currículos, una apuesta decidida por el bilingüismo, el pensamiento crítico, la formación digital y el desarrollo de habilidades socioemocionales, esenciales en un entorno de automatización creciente.

La productividad laboral no aumentará mágicamente por decretos ni buenas intenciones. Requiere de una estrategia articulada que comience en el aula, que conecte a las instituciones de educación superior con las empresas, que fomente la formación técnica y tecnológica, las certificaciones y en general, el aprendizaje a lo largo de la vida. Necesitamos menos titulaciones desfasadas y más formación basada en las demandas reales de los sectores productivos emergentes.

La baja productividad no es solo un problema económico; es una condena silenciosa que perpetúa la pobreza, la desigualdad y limita el crecimiento del país. Apostarle a una educación de calidad, pertinente y de alto impacto no es un lujo: es la única vía para que Colombia deje de ser un país de esfuerzos inmensos y logros pequeños, y se convierta en una nación de resultados verdaderamente transformadores.

*Decana de la Facultad de Ciencias Económicas y istrativas de la Universidad Javeriana

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Por Luz Karime Abadía*

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ML (11374)01 de mayo de 2025 - 09:25 a. m.
Hemos aumentado y cobertura pero no tenemos calidad. Mientras los docentes no sean los profesionales mejor preparados, formados, actualizados y sin currículos ocultos de ideologización, seguirán destruyendo generaciones completas y con ello comprometiendo el desarrollo y fururo del país. La evidencia es clara, en los paises con mejor educación para ser docente se debe ser excelente académicamente, en Colombia ingresan como docentes las personas con más bajos puntajes en pruebas.
Olegario (51538)01 de mayo de 2025 - 05:00 a. m.
Mientras la mafia sindical de Fecode les inculque a sus afiliados la pereza y la falta de compromiso con la educación de los estudiantes más pobres, ahí no hay nada qué hacer. El 99% de los docentes públicos son izquierdistas rancios e INCOHERENTES, despotrican del capitalismo, pero son de un arribismo de inmensas proporciones. Gozan como enanos de las mieles de la social bacanería, como la denominaba el caballista del Ubérrimo.
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