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El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es una oportunidad para reflexionar sobre las desigualdades que persisten en distintos ámbitos de la sociedad, incluida la educación. Aunque las mujeres representan el 52% de la población colombiana y tienen una mayor presencia en el sistema educativo —49% de la matrícula en educación preescolar, básica y media, y 52% en educación superior— siguen enfrentando barreras en su desempeño académico, el a becas, la elección de carrera, los cargos que ocupan y los salarios que reciben. Paradójicamente, las mujeres en Colombia tienen en promedio más años de educación que los hombres y una mayor proporción de ellas alcanza estudios de posgrado, pero esto no se traduce en igualdad de oportunidades.
Uno de los desafíos más evidentes es la diferencia en el desempeño en matemáticas y ciencias. En pruebas estandarizadas como Saber 9, Saber 11, Saber Pro y PISA, las niñas consistentemente obtienen puntajes más bajos que los niños en matemáticas. En la más reciente prueba PISA 2022, las estudiantes de 15 y 16 años obtuvieron, en promedio, 9 puntos menos que sus pares masculinos en esta materia. La brecha es aún más pronunciada entre los mejores estudiantes: entre quienes logran los puntajes más altos en matemáticas, la diferencia alcanza 14 puntos en detrimento de las mujeres.
Además, una mayor proporción de mujeres queda clasificada en los niveles más bajos de desempeño en matemáticas. En PISA, el 74% de las mujeres se ubicó por debajo del nivel 2, frente al 69% de los hombres, en una escala de seis niveles. Esto significa que muchas estudiantes no alcanzan las competencias básicas en matemáticas, lo que limita sus opciones académicas y laborales en el futuro.
En contraste, las mujeres superan a los hombres en lectura, como ocurre en todos los países evaluados por PISA. Sin embargo, en Colombia la ventaja femenina es de las más pequeñas: en promedio, las mujeres obtuvieron 12 puntos más que los hombres, una diferencia menor que en otras naciones.
El bajo desempeño en matemáticas tiene repercusiones en el de las mujeres a carreras de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). Estas disciplinas, asociadas a mejores salarios, mayores oportunidades de empleo e innovación, siguen estando dominadas por hombres.
En Colombia, solo el 36% de las mujeres matriculadas en educación superior elige carreras STEM, una proporción significativamente menor que la de los hombres. Esta brecha es aún más profunda en programas con alto contenido matemático y tecnológico, tradicionalmente considerados “masculinos”. Por ejemplo, en Matemáticas y Estadística, se gradúan el doble de hombres que mujeres; en Ingeniería Eléctrica y Mecánica, la proporción es de 11 hombres por cada mujer; y en Ingeniería Electrónica, de 5 a 1.
En contraste, las mujeres optan mayoritariamente por carreras relacionadas con el cuidado, como Enfermería, Psicología y Pedagogía. En Enfermería, se gradúan 7 mujeres por cada hombre, y en Psicología, 4 por cada hombre. Aunque estas profesiones son fundamentales para la sociedad, suelen estar peor remuneradas y ofrecen menos posibilidades de ascenso en comparación con las carreras STEM.
La educación en Colombia es una profesión femenina, pero con liderazgo masculino. Aunque el 66% de los docentes en educación preescolar, básica y media en Colombia son mujeres, los cargos directivos siguen siendo ocupados, en su mayoría, por hombres. Es decir, las mujeres educan, pero los hombres dirigen. Lo mismo ocurre en la enseñanza de matemáticas, un área clave para el desarrollo académico. La mayoría de los docentes en esta materia son hombres, lo que refuerza la percepción de que las matemáticas son un campo masculino y puede influir en la confianza de las niñas para desempeñarse en esta área.
Las causas de estas desigualdades observadas en el desempeño académico y en la elección de carrera, están relacionadas con estereotipos de género que están presentes en la crianza, las aulas de clase, la publicidad, el lenguaje y el comportamiento de las personas. Es la falsa creencia que niños y niñas deben comportarse de forma diferente, jugar con juegos diferentes, elegir profesiones y oficios diferentes, reforzando el estereotipo de que los hombres son los proveedores del hogar y las mujeres las cuidadoras. Estas desigualdades que enfrentan las niñas y mujeres en la educación, desde temprana edad, tienen efectos negativos en sus vidas y en su bienestar, pues reducen sus oportunidades, limitan sus elecciones y su potencial.
Urge en Colombia, una política educativa que promueva en los colegios un mejor desempeño de las niñas y mujeres en ciencias y matemáticas, preparándolas mejor, inculcándoles la importancia de que sean competitivas en estas áreas, independientemente del oficio o profesión que luego elijan. Además, es necesario concientizar a padres, cuidadores y docentes sobre los efectos negativos que tienen los estereotipos de género en la sociedad. Colombia no puede darse el lujo de ser una sociedad “a media marcha”. Garantizar igualdad de oportunidades en educación no solo beneficia a las mujeres, sino que fortalece el desarrollo del país en su conjunto.
*Decana de la Facultad de Ciencias Económicas y istrativas - Universidad Javeriana
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Por Luz Karime Abadía*
