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El dólar cerró su cotización al alza, al registrar $4.178. Esto se traduce en un incremento de $13 frente a cierre del martes, así como una variación del 0,33 %.
La Tasa Representativa del Mercado (TRM) permanece en $4.172,76.
Parte importante del dólar sigue siendo influenciado por la certidumbre o incertidumbre que genera Donald Trump en torno a los aranceles.
El mayor repunte del billete verde se dio en la primera semana de abril, cuando el mayor mandatario anunció la imposición de estas medidas.
Para entonces, la divisa superó la barrera de los $4.400. En parte porque el dólar es visto como un activo refugio, es decir, ante la incertidumbre aumenta su demanda y eso hace que su precio suba.
Desde entonces se han anunciado una serie de acuerdos comerciales. El primero de los más grandes lo consolidó el Reino Unido, mientras que el segundo se pactó con China (una pausa en la guerra comercial de 90 días, tiempo en el que se buscaría la estructuración de un acuerdo).
Según lo explicado por Trump, se vienen más acuerdos, en la medida en que representante de otras naciones se acerquen a la Casa Blanca a negociar. El más reciente, por ejemplo, vino de México, nación que anunció una reducción en los aranceles para la exportación de vehículos, pasando de un 25 % al 15 %.
Evidentemente, el precio del dólar también responde a otras variables, como las tasas de interés que establezca la Fed.
El problema es que las tasas bajan en la medida en que la inflación baja, pero eso se ha convertido en un desafío porque los aranceles de Trump han encarecido las importaciones y, por ende, el costo de vida de los estadounidenses.
Hace unos días el medio de comunicación Bloomberg detalló que son los grandes comercios los que han absorbido estos incrementos, en parte para sostener los precios y mantenerse competitivos en el mercado. No obstante, esta situación es insostenible y llegará la fecha en la que los consumidores sean los que tengan que pagar estas alzas.
La relación de esto con el dólar radica en que intereses más altos se traduce en menos estímulos para la inversión, es decir, menos billetes verdes circulando y, por ende una divisa más cara.
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