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La brújula del consumidor cayó en abril en comparación con marzo, aunque en términos anuales va a un mejor ritmo. La tormenta, sin embargo, todavía es parte del paisaje.
El Índice de Confianza del Consumidor de Fedesarrollo, una medida que anticipa cómo respira, qué se compra y cómo se planea el futuro, volvió a disminuir hasta -8,6 %, un descenso de 1,5 puntos porcentuales frente al mes anterior (-7,1 %), y una hazaña a favor de 2,8 puntos porcentuales en comparación con abril del año pasado (-11,4 %).
Según el informe del centro de pensamiento, la incertidumbre es norma, a pesar de que el tablero de la economía colombiana se estabiliza.
Con una inflación que pasó de 7,16 % el año pasado a 5,16 % en el último reporte del DANE, y una economía que, a febrero, avanza a 1,77 % anual y 2,96 % sin efectos estacionales —quitándole los festivos y fines de semana—, las percepciones de los colombianos sigue contra las cuerdas.
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Un termómetro en negativo
La cifra representa una baja de 1,5 puntos porcentuales respecto a marzo, cuando el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) estaba en -7,1 %. Aunque aún por encima del nivel registrado un año atrás (-11,4 %), el retroceso mensual rompió con la idea de una recuperación sostenida.
Lo que se desplomó no fue tanto la percepción del presente, sino las expectativas sobre el futuro, ya que el Índice de Expectativas del Consumidor (IEC) cayó 2,6 puntos, de -4,0 % a -6,6 %. El ligero alivio vino del lado del presente: el Índice de Condiciones Económicas (ICE) mejoró apenas 0,3 puntos, pasando de -11,9 % a -11,6 %.
Los colombianos sienten que su situación económica actual es menos grave que antes, pero con miedo a mirar adelante.
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El contraste con abril del año pasado podría sugerir una recuperación: el ICC mejoró en 2,8 puntos porcentuales. Y más aún, si se mira solo el ICE, el salto fue de 9,6 puntos, reflejando que hoy los consumidores sienten menos ahogo que hace un año.
Pero esa mirada se nubla cuando se baja al plano trimestral. En lo que va del segundo trimestre de 2025, la confianza cayó 2,5 puntos respecto al primero, y la valoración de los hogares sobre su situación personal se deterioró 3,8 puntos y la visión sobre el país cayó aún más, con 4,3 puntos. Tras breves períodos de optimismo, vuelve la cautela.
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Los consumidores parecen vivir en una especie de vaivén emocional, sacudidos por la inflación, las tasas de interés, la política y la sensación —cada vez más extendida— de que el crecimiento no alcanza a tocar sus bolsillos.
Por su parte, la disposición a comprar bienes durables —electrodomésticos, muebles, tecnología— aumentó respecto al trimestre anterior. Subió 1,6 puntos porcentuales, y 14,6 puntos si se compara con el segundo trimestre de 2024. Un dato curioso, ya que a pesar de una menor expectativa futura, el endeudamiento tiene bandera verde. ¿Comprar hoy lo que mañana puede costar más?
El espejo en las ciudades
Las ciudades no se movieron al unísono. Bogotá y Medellín vieron caer la confianza de sus habitantes. En la capital, el índice bajó a -11,9 %; en Medellín, se desplomó a -21,7 %.
Bucaramanga, aunque sigue en terreno negativo, mejoró, pasó de -33,1 % a -18,1 %. El contraste lo pusieron Cali y Barranquilla, con saltos sorprendentes: 13,1 % y 11,4 %, respectivamente.
El único estrato donde cayó fuertemente la confianza fue en el nivel alto, que pasó de -42,2 % a -32,8 %.
Aunque suene contradictorio, es posible que quienes más tienen sean hoy quienes más temen. Las clases media y baja mejoraron al mínimo su percepción, lo cual sugiere que la ansiedad por el futuro no es exclusiva de los más vulnerables.
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