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Al pie de la cordillera central, donde el café brota como savia —con repuntes mensuales en producción histórica—, un fantasma vestido de asfalto y metal rinde cuentas 40 años después: el Aeropuerto del Café.
Así ha sido su cronología resumida: se prometió en 1985 durante el Gobierno de Belisario Betancur; apenas, en 2012, mostró avances de selección de consorcio; siete años después, se incluyó en el Plan Nacional de Desarrollo, y hace seis años logró el cierre financiero. Casi medio siglo en vaivenes, pues la idea se formuló en 1977.
Hoy, el Aerocafé vuelve a pronunciarse con una mezcla de escepticismo y esperanza. Porque el Gobierno nacional, esta vez, dio luz verde al comienzo de la recta final.
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En Palestina, Caldas, el terreno ya está comprado y el proyecto tiene un cronograma con financiación parcial y marco jurídico despejado. El laudo arbitral que enfrentó el Estado con la firma OHL, que amenazaba con paralizarlo, se resolvió a su favor el año pasado. El dinero comprometido asciende a más de $889.000 millones en vigencias futuras hasta 2028, y la meta es tenerlo operativo ese mismo año, si continúa a buen ritmo en el gobierno entrante en 2026.
Aerocafé, que tendrá una pista de 1.460 metros y plataformas de más de 28.000 m², aspira a convertirse en el nuevo punto de conexión aérea del Eje Cafetero.
Si se concreta, el aeropuerto podría reducir en 25 minutos el trayecto terrestre entre Palestina y Manizales, y conectar directamente al Eje Cafetero con rutas aéreas que hoy solo se consiguen vía Bogotá o Medellín.
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¿Por qué importa tanto este aeropuerto?
Desde los años 70, Caldas ha buscado un aeropuerto que supere las limitaciones del terminal de La Nubia, en Manizales, cuya pista corta y condiciones meteorológicas adversas lo hacen operativo solo en 50 % del tiempo. Aerocafé se perfiló como una solución. Y desde entonces, cada gobierno de turno prometió hacerlo realidad. Ninguno lo logró. Siempre hay otras “prioridades”.
El intento más ambicioso llegó en 2021, cuando se adjudicó el contrato a OHL Colombia. Pero una finalización unilateral del contrato y los retrasos técnicos hicieron que el proyecto volviera al limbo. El Estado demandó y ganó: $4.636 millones regresaron a la caja pública tras un laudo arbitral en agosto de 2024.
Hoy, la fase decisiva del proyecto está en marcha, señaló el Ministerio de Transporte. Entre mayo y junio de 2025 se seleccionará al nuevo contratista para las obras del lado aire.
En septiembre comenzarían las actividades de preconstrucción, y la pista vería su primer avión en 2028. Eso, si esta vez se cumple el plan.
“Este aeropuerto no solo generará empleo, también transformará la economía regional. Convertirá al Eje Cafetero en un hub de transporte aéreo clave, impulsando el turismo nacional e internacional”, señaló la ministra María Fernanda Rojas.
Tras casi 50 años de espera, @Aerocafeoficial entra en su fase decisiva. “Este Gobierno sí cumple”, afirmó @maferojas. Aerocafé será clave para conectar al Eje Cafetero con el mundo, beneficiando a los productores de la región #VidaEnMovimiento pic.twitter.com/4C6EqMrtvv
— MinTransporte (@MinTransporteCo) May 8, 2025
Este aeropuerto es una pieza estratégica con una pista, aunque corta —para aviones de hasta 70 pasajeros—, servirá de rampa para el café, el aguacate, el banano, las flores y otros productos agrícolas.
Este aeropuerto apoyaría la creciente subida de exportaciones agro, que en marzo crecieron 50,9 % con US$1.394 millones, según el DANE.
El Gobierno estima que la carga aérea podría oscilar entre 4 y 7,5 toneladas al año.
Estas son las proyecciones del Gobierno:
- 870.000 pasajeros para 2035.
- Hasta 3,2 millones para 2055.
- Más de 2.900 empleos directos durante la construcción.
- 6,36 empleos por cada mil pasajeros durante la operación.
A pesar del optimismo del Ejecutivo, no todo está resuelto. La Contraloría General ha advertido —al menos desde marzo de 2024— que la obra aún está desfinanciada.
El costo total del proyecto se acerca a los $1,2 billones, pero solo había asegurados $603.661 millones. Por ahora, la cifra subió a $889.000 millones.
El año pasado, el presidente señaló que el proyecto se desarrollaba en la etapa tres, una pista que impulsaría energías limpias y desarrollo inteligente.
Este proyecto, sin embargo, fue un problema para el entonces director de la Aeronáutica Civil, Sergio París, quien renunció en febrero de este año, y para el exgerente del proyecto, Fernando Merchán. La iniciativa, según advertencias del presidente Gustavo Petro, tenía problemas de transparencia en la fiducia que manejaba los recursos.
“Espero, gobernador de Caldas, no ocurra lo mismo que antes, porque estoy viendo que está ocurriendo lo mismo que antes. Si los grupos depredadores echan al presidente (al gerente regional) y ya quieran el contrato y quieren volver el contrato con los mismos que ya se lo robaron, pues no vamos a inaugurar la pista”, subrayó Petro.
En marzo de este año, la Secretaría de Transparencia de la Presidencia alertó a la Procuraduría y a la Contraloría para vigilar el proceso de preselección. Solicitaron, incluso, suspender el proceso por presuntas irregularidades y falta de requisitos en el manual de contratación.
En Colombia, las obras inconclusas abundan como ruinas modernas. Y si no es el caso, avanzan con una ejecución a medias por los cuellos de botella jurídicos. ¿Logrará el Aerocafé escapar de la turbulencia esta vez?
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Por Alejandro Rodríguez Torres
