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El piloto colombiano de Fórmula 2, Sebastián Montoya, del equipo Prema Racing, dice tener “hambre de victoria” y afirma con seguridad que todo el trabajo y sacrificio tiene un objetivo: “ser campeón mundial de Fórmula 1”.
De hecho, ese es el sueño de todos los jóvenes que deciden adentrarse en el mundo de la velocidad, pero lo importante es que lo dice en un momento en que los resultados se están dando y desde una categoría en la que se mira de reojo la ‘Gran Carpa’, la misma en la que hace dos décadas su padre fue gran protagonista, con grandes actuaciones, pero precisamente con esa asignatura que quedó pendiente, la de escribir su nombre dentro de la lista de campeones.
Pero es sincero, y si bien tras sus dos buenos resultados en Mónaco y Barcelona, en las que subió al podio, en tercer y segundo lugar, respectivamente, afirmó que en caso de que se diera podría estar listo para manejar un Fórmula Uno, también destacó, en rueda de prensa virtual organizada por sus patrocinadores, que “mi deseo es poder tener un poco más tiempo para poder llegar a otro nivel. Yo sé el potencial que tengo y quiero estar preparado para ganarme el campeonato de F1, esa es mi meta del futuro, pero pienso que todavía no soy el piloto que quiero ser”.
Palabras racionales de un joven de 20 años (11 de abril de 2005), que lleva sobre sus hombros el ser hijo de un piloto que no llegó a la F1 como un invitado más, sino para ser protagonista. Y hay que decirlo, Sebastián, al momento de expresarse, es bien diferente a su progenitor, y sus respuestas son más pausadas y con argumentos que dan a entender que tiene muy bien puestos los pies sobre la tierra y que en este proceso, como él mismo lo expresó, “mi objetivo no es volverme un influencer”, sino un piloto con un proyecto definido y enfocado.
Se le ve satisfecho, aunque reconoce que esto apenas está comenzando y si bien hay un camino recorrido, todavía queda mucho trecho por delante. “Estoy muy contento con lo sucedido en las últimas semanas, pero hay bastantes cosas que no se ven detrás de cámaras, un trabajo que comenzó en noviembre y que no tuvo un comienzo fácil. La F2 es una montaña rusa y muchas veces no se conoce todo el trabajo duro que se hace para llegar a los resultados. Si estos se están dando es porque algo positivo estamos haciendo”.
Uno de los aspectos en los que se ha mejorado corre por su cuenta y eso lo deja ver con sus afirmaciones: “Desde que empecé a competir mi objetivo siempre ha sido ganar, pero pienso que ha ido cambiando mi mentalidad dentro del carro y se ha visto en la pista. Si bien los resultados cuentan, lo que importa es realmente el trabajo, no importa si somos primeros o últimos, lo que buscamos es seguir evolucionando y aprendiendo en una categoría tan competitiva”.
De igual manera, la llegada de un entrenador personal, que está atento a cada movimiento del colombiano, ha resultado de gran ayuda, “Es como mi hermano mayor. Es la primera vez que tengo un entrenador que está todo el tiempo a mi disposición. Antes me mandaban una rutina y la hacía, pero Roger está pendiente de cómo duermo, cómo se comporta mi cuerpo y cómo me recupero después de los entrenamientos. La F1 es una categoría muy física y las carreras son largas, y decidimos tomar con mucha seguridad todos los aspectos”.
Sebastián aclara lo que sucedió en las partidas de Ímola y Mónaco, en las que tuvo que partir desde los pits. “Fue muy frustrante lo que sucedió, pero al final hay que mantenerse calmado porque hay una carrera por delante. Nadie quiere este tipo de inconvenientes, pero en la primera hubo una falla electrónica y en la segunda una mecánica. Se tomó la decisión de cambiar toda la electrónica y a Mónaco llegamos con un motor nuevo, pero reitero, la falla fue más mecánica. En Barcelona tuve un dilema y opté por un procedimiento seguro”.
El piloto colombiano habla sobre la complejidad de la Fórmula 2, especialmente por la gestión de los neumáticos, pues “tener una vuelta limpia es complicado y con las llantas hay que tener las presiones y temperaturas adecuadas para clasificar. Trato de ser lo más rápido posible y optimizar lo que se tiene para las carreras, especialmente para la del domingo, pues el desgaste de las llantas puede marcar la diferencia. Manejar el tráfico es complicado y no se puede estar pegado al carro de adelante, sino que hay que buscar espacios limpios para que los neumáticos se enfríen. A veces uno quisiera exigirse más, pero no se puede”.
Su llegada de la empresa de Fernando Alonso, A 14 Maganement, también la ve cómo un paso necesario. “Mi papá era mi mánager, pero se trataba de un padre hablando de su hijo. Fernando ha venido siguiendo mi trabajo y nos dijeron que veían mi potencial y que querían ayudarnos. Esto significa que estamos haciendo las cosas bien. Yo estoy enfocado en lo mío, y la gente a mi alrededor en lo que a ellos les corresponde y al final se van a ver los resultados”.
Porque definitivamente, en el automovilismo, no se trata solo de un piloto que conduce un auto a altas velocidades, sino de muchas aristas, y como dice Sebastián de manera acertada, “para poder ganar se tienen que alinear todas las estrellas. Y yo, lo importante, es que tengo hambre de victoria y sé que la puedo conseguir”.
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