En una ciudad donde muchas historias luchan por sostenerse, Piratas de Bogotá ha sabido resistir. No solo es un equipo de baloncesto, es el parche de la capital y se niega a desaparecer. La idea sigue viva a punta de terquedad, sudor y amor por el juego. Así ya lleva 30 años. “Piratas lo es todo. Ha sido mi vida”, dice José Tapias. Su voz tenue, nostálgica y alegre suena más como la de un padre que la de un entrenador. “Yo tengo claro que algún día mi nombre ya no estará, pero sueño que no se acabe Piratas. El legado del club es lo más...
