
Un revolcón istrativo que se trasladó a la cancha. En diciembre, Boca Juniors cerró un 2019 en el que no pudo levantarse del golpe de perder la final de la Copa Libertadores ante River Plate en Madrid. El supuesto profeta era Gustavo Alfaro, quien privilegió los resultados sobre las maneras, una premisa que gobierna muchos equipos a nivel mundial, pero que no podía darse el lujo de tener en Boca. Boca es otra cosa.
El equipo ganaba, pero sufriendo, sin un fútbol vistoso que levantara a los hinchas de sus sillas. El...