Hoy en día, cuando la productividad parece ser la medida del éxito, el autocuidado suele quedar en segundo plano. Esta tendencia se asocia con indulgencia y hasta con egoísmo, cuando en realidad es la base de una vida saludable y equilibrada.
Lina Toro, experta en el sector de autocuidado y directora regional de Kenvue Latinoamérica Norte, ha dedicado su carrera a impulsar el bienestar integral, demostrando que cuidar de uno mismo no solo mejora la calidad de vida, sino que también fortalece la resiliencia y la capacidad de afrontar los desafíos del día a día.
Sigue a Cromos en WhatsAppEn esta conversación con CROMOS, Lina Toro aborda los mitos sobre el autocuidado, su impacto en la salud física y mental, y el papel de la industria en educar a los consumidores para adoptar hábitos sostenibles y efectivos.
¿Por qué solemos sentirnos culpables al priorizar nuestro autocuidado y cómo superar esa percepción?
El sentimiento de culpa al priorizarnos, viene de la creencia cultural de que el bienestar personal debe quedar en segundo plano frente a nuestras responsabilidades diarias. Históricamente, hemos asociado el cuidado con la atención hacia los demás, dejando de lado el espacio para nosotras mismas. Para superar esta percepción, es fundamental cambiar esa narrativa que viene de hace muchos años, entender que el autocuidado no es un acto de egoísmo, sino una inversión en nuestra salud y bienestar.
Cuando nos cuidamos adecuadamente, somos más resilientes, productivos y capaces de apoyar a quienes nos rodean.
¿Cómo podemos dejar de sentirnos culpables por dedicar tiempo a nosotros mismos y entender el autocuidado como una necesidad, no un lujo?
Una forma efectiva de cambiar esa perspectiva es reconocer que el autocuidado no tiene que ser complejo ni costoso. Muchas veces lo asociamos con tratamientos exclusivos, cuando en realidad se trata de adoptar hábitos simples como manejar ciclos de sueño adecuados, una alimentación balanceada, hacer un poco de actividad física, realizar una rutina de cuidado de la piel que se ajuste a nuestras necesidades o pasar tiempo con personas que aporten cosas positivas a nuestro día o incluso tomar unos minutos de respiración consiente.
El autocuidado es una necesidad porque nos ayuda a mantenernos saludables y prevenir enfermedades.
¿Hasta qué punto el autocuidado puede ser más efectivo que la medicina tradicional para prevenir enfermedades?
El cuidado diario orienta la forma en que tratamos a las personas, innovamos e implementamos nuestros productos, lo que garantiza que brindemos experiencias al consumidor respaldadas por datos, calidad, eficacia y pertinencia.
El autocuidado y la medicina tradicional van de la mano cuando hablamos de salud. La clave está en la prevención, si adoptamos buenos hábitos y aprendemos a manejar el estrés (que sabemos es el origen de muchos problemas tanto físicos como emocionales), podemos evitar varias enfermedades crónicas y vivir mejor.
Eso sí, es importante tener claro que el autocuidado complementa, pero no reemplaza, la atención médica profesional. Por eso promovemos un enfoque moderno e integral del cuidado de la salud.
¿Qué impacto tiene la falta de autocuidado en nuestra salud mental y emocional a largo plazo?
Cuando nuestra salud mental y emocional se ve afectada, todo nuestro bienestar se tambalea. El agotamiento, la ansiedad y el estrés crónico nos llevan a descuidar aspectos básicos de nuestra vida: dormimos mal, comemos peor, descuidamos nuestra higiene personal y abandonamos rutinas saludables.
Este círculo vicioso tiene consecuencias directas en nuestra salud física: aparecen problemas en la piel, se deteriora nuestra salud bucal y nuestro sistema inmunológico se debilita. Por eso el autocuidado es mucho más que una rutina: es un acto de amor propio y una herramienta fundamental para proteger tanto nuestra salud mental como física.
Algo tan simple como una rutina de descanso adecuada, establecer límites saludables en nuestras relaciones o practicar actividades que nos brinden satisfacción, pueden marcar una gran diferencia en nuestra salud emocional, física y mental. Siempre que cuerpo y mente trabajen en armonía, tendremos una mejor calidad de vida.
¿Es posible que el exceso de autocuidado se convierta en una obsesión poco saludable?
El autocuidado es equilibrio. No se trata de seguir reglas estrictas ni de cumplir con estándares de belleza: es una práctica que debe sumar bienestar a la vida, no convertirse en una fuente más de estrés o ansiedad.
Cuando el autocuidado se vuelve una obsesión, pierde su propósito y puede incluso dañar nuestra salud. Lo importante es entender que cuidarnos es un viaje personal donde aprendemos a escuchar nuestro cuerpo y descubrir qué rutinas y hábitos nos hacen sentir verdaderamente bien. Es prevención, es autoconocimiento y, sobre todo, es encontrar lo que funciona para cada uno de nosotros.
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¿Qué hábitos de autocuidado sorprendentemente simples pueden tener un impacto profundo en nuestra calidad de vida?
El autocuidado está presente en los pequeños momentos del día: al bañar a un bebé, al tratar una herida, al proteger nuestra piel del sol, o al seguir una rutina antes de dormir. También se refleja en mantener una buena salud oral, hidratarnos correctamente, practicar la respiración consciente y mantenernos activos.
Pero va más allá de las rutinas físicas: dedicar tiempo para uno mismo y rodearse de “personas vitamina” que nos aportan energía positiva es igual de importante.
El autocuidado no requiere cambios drásticos, sino pequeños hábitos sostenibles que, día a día, nos ayuden a sentirnos mejor.
