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Tras casi nueve años de la firma del Acuerdo de Paz entre el Estado y las FARC-EP, al menos 1.494 niños, niñas y adolescentes han sido reclutados por grupos armados ilegales, según un reciente informe de la Unidad de Investigación y Acusación (UIA) de Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).
Esta cifra implica un promedio escalofriante: un menor reclutado cada 48 horas, incluso después del silenciamiento de los fusiles. La guerra, para cientos de niños, nunca terminó.
El fenómeno no solo persiste: se ha adaptado. Ya no son solo las incursiones armadas en zonas rurales las que marcan el inicio del reclutamiento. Hoy, las redes sociales son la nueva trinchera, donde publicaciones virales disfrazadas de aventuras, promesas de poder o escape emocional sirven como carnada para captar adolescentes. Una estrategia que el informe llama con crudeza: “Red-clutamiento”.
El texto documenta una preocupante transformación del fenómeno: el uso de redes sociales como vehículo para el reclutamiento, una denuncia que ya han hecho organizaciones sociales e incluso organismos como ONU Derechos Humanos.
El informe muestra algunas de las estrategias usadas por los grupos armados y afirma que más de medio millón de s visualizan publicaciones (625.000) “donde se promueve el reclutamiento de niños, niñas y adolescentes por los grupos armados” y que al menos 146 cuentas activas en redes sociales fueron revisadas e identificadas como usadas por esas estructuras ilegales para “promover la vinculación de menores en sus filas”. Según el documento, los contenidos han alcanzado en promedio las 230.00 reproducciones.
Cuentas manejadas por estructuras ilegales disfrazan sus mensajes con emojis de fajos de dinero o un trébol de la suerte —💸🍀— para llegar a menores que enfrentan pobreza, abandono estatal o violencia doméstica. En departamentos como Cauca, uno de cada cuatro s de internet accede diariamente a contenido que promueve la vinculación de menores a grupos armados.
La música cumple un papel clave. Canciones de reguetón, rap y corridos con letras que exaltan la vida criminal, el poder armado o el desprecio por la ley, son utilizadas en videos cortos que circulan en plataformas como TikTok, Instagram y Facebook. Estos clips —generalmente acompañados por imágenes de armas, dinero o paisajes selváticos— proyectan una estética aspiracional que conecta con jóvenes en territorios donde las oportunidades escasean.
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El informe de la UIA señala que la música es uno de los vehículos principales para camuflar el mensaje de captación, al generar una atmósfera de pertenencia, adrenalina y escape. Las canciones utilizadas suelen tener alta viralidad y apelan a emociones como el orgullo, el resentimiento o la necesidad de reconocimiento. De esta manera, los grupos armados no solo difunden propaganda, sino que lo hacen con ritmo, estética y lenguaje juvenil, moldeando su narrativa de guerra al algoritmo de las redes sociales.
“La narrativa dominante en estos contenidos gira en torno a la romantización del estilo de vida guerrillero, mostrando escenas de la vida cotidiana en los campamentos como si fueran aspiracionales”, dice el informe.
¿Quién son los mayores reclutadores de menores en el país?
El fenómeno del reclutamiento forzado no afecta al país de forma homogénea. El informe identifica seis subregiones donde se concentra la mayoría de los casos, todas marcadas por una débil presencia estatal, economías ilegales y conflictos armados persistentes.
A la cabeza se encuentra el norte del Cauca y el sur del Valle del Cauca, con 59 casos registrados, una zona históricamente disputada por disidencias de las FARC y grupos residuales que han convertido a la infancia en carne de cañón de su lucha territorial. Le siguen el norte y nordeste de Antioquia (40 casos), el Yarí y la cordillera amazónica (34), el piedemonte y la sabana araucana (29), el Bajo Cauca antioqueño (28) y el Cañón del Micay (23).
Todos son lugares donde no se ejecutó con celeridad la implementación del Acuerdo de Paz e incluso algunas son regiones de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) con una débil o nula presencia del Estado. En otros lugares como el Cañón del Micay, una de las regiones a donde más ha apostado el Gobierno de Gustavo Petro, ha sido insuficiente las incursiones militares justamente por la inoperancia del Estdo.
Las cifras de la UIA apuntan a una geografía persistente del reclutamiento. En el suroccidente colombiano, las disidencias de las FARC, específicamente los frentes Jaime Martínez, Dagoberto Ramos y Carlos Patiño, realizan esta práctica. En el norte y nordeste de Antioquia, así como en el Bajo Cauca, el protagonismo es del Clan del Golfo a través del Bloque Roberto Vargas Gutiérrez.
La mayoría de las víctimas tienen entre 15 y 17 años, pero también hay casos de menores de 14 años, lo cual constituye una violación particularmente grave al Derecho Internacional Humanitario.
El reclutamiento es el inicio de otras violencias
El informe no solo denuncia el reclutamiento, sino también al menos otros cuatro patrones de distintos tipos de violencias que ejercen los grupos contra niños, niñas y adolescentes ya reclutados forzosamente:
Entre ellos el patrón de torturas y homicidios contra los menores. También de violencias reproductivas que afectaron a niñas reclutadas. Además violencias sexuales y, por último, discriminación o estigmatización por orientación sexual o identidad de género.
Estas violencias están sistematizadas como parte del control ejercido por los grupos armados sobre los cuerpos de los menores.
El informe también recordó que, según el trabajo que ha adelantado la JEP, entre 1971 y 2016, 18.667 niños, niñas y adolescentes fueron reclutados por las antiguas FARC, el 53 % menores entre 15 y 17 años y el 30 % menores de 15 años.
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La UIA propone una serie de medidas urgentes
Frente a la gravedad del reclutamiento forzado de menores en el contexto del posacuerdo, el informe propone una serie de recomendaciones integrales con enfoque preventivo y restaurativo, que demandan acción urgente del Estado colombiano, las plataformas digitales y la sociedad civil. Una de las principales sugerencias es fortalecer la vigilancia y el monitoreo digital. La UIA recomienda al Gobierno, pero especialmente al Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, fortalecer la estrategia “las redes no son como las pintan”.
Esto, dice el informe, podría “resignificar los imaginarios de poder ligados a las armas y promover referentes alternativos de liderazgo, éxito y pertenencia comunitaria”, explica. Otra recomendación clave es la implementación de estrategias de prevención con enfoque territorial y culturalmente pertinente, especialmente en las zonas más afectadas por el fenómeno como Cauca, Huila y Nariño “donde este fenómeno se ha concentrado tras la firma del Acuerdo de Paz”, dice el documento.
El informe también plantea la necesidad de incorporar la educación digital crítica como una herramienta de protección, tanto en entornos escolares como comunitarios, un monitoreo activo de plataformas digitales para detectar y desmontar campañas de reclutamiento disfrazadas de contenido viral.
Por último, la UIA dice que hay una “correlación estadística y geográfica entre altos niveles de reclutamiento y enfrentamientos armados entre la Fuerza Pública contra las disidencia de las FARC”. Por ello, fortalecer los mecanismos prevención del reclutamiento forzado, que articule los esfuerzos de entidades como el ICBF, el Ministerio de Educación, la Unidad de Víctimas, las autoridades locales y la fuerza pública. Esta política debe tener como eje los derechos de la infancia y el cumplimiento de las garantías de no repetición.
Sin una respuesta decidida, concluye el informe, Colombia corre el riesgo de perpetuar una guerra soterrada contra su infancia, ahora camuflada bajo filtros, emojis y canciones virales.
El informe se publicó el mismo día en que una alerta de reclutamiento, pero enfocada en Catatumbo fue dada por la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos.
El representante de la entidad para Colombia, Scott Campbell denunció el creciente reclutamiento de niñas, niños y adolescentes por parte de grupos armados no estatales, una práctica que se estaría facilitando mediante el uso de redes sociales como TikTok y Facebook. “Compromete a una futura generación de colombianos y prolonga la crueldad del conflicto armado”, advirtió el alto funcionario de Naciones Unidas.
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