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¿Quién no ha querido aplastar la cara de un cachorrito o un bebé, apretujarla, e, inclusive, morderla? si bien este efecto psicológico, llamado “agresión por ternura”, ha sido ampliamente descrito, investigadores acaban de publicar De acuerdo con el estudio, publicado en Frontiers in Behavioral Neuroscience, la “agresión por ternura” activa dos zonas clave en el cerebro: la zona de recompensa y la zona que se encarga de procesar nuestras emociones.
Hasta este momento, los psicólogos habían explicado esta sensación como una forma del cerebro de sobreponerse a una emoción de ternura que desbordaba la capacidad de procesamiento emocional. Estas ganas de aplastar o estrujar algo excesivamente tierno serían, de acuerdo con esas estimaciones, una forma de contrarrestar esos sentimiento positivos.
No obstante, la nueva investigación revela que esta sensación es mucho más compleja. Katherine Stavropoulos, la investigadora principal, explica que la emoción podría ser una forma del cerebro de activar nuestro instinto de cuidado.
Al desencadenar estos procesos innatos para el cuidado, los autores del estudio piensan que la agresión por ternura evita que nos sobrecarguemos emocionalmente por cosas que son súper lindas y que deben ser atendidas. Es, de alguna manera, la forma que tiene el cerebro para reactivar nuestra actitud de cuidado en lugar de quedarnos embelesados mirando algo que nos causa excesiva ternura.
"Por ejemplo, si te encuentras incapacitado por lo lindo que es un bebé, tanto que simplemente no puedes cuidarlo, ese bebé se morirá de hambre", explica Stavropoulos, quien añade que “la agresión linda puede servir como un mecanismo de templado que nos permite funcionar y en realidad cuidar de algo que primero podemos percibir como abrumadoramente lindo”.
Para llegar a esta conclusión, el equipo de neuropsicología de la Universidad de California estudio la actividad cerebral de 54 voluntarios, que tenían entre 18 y 40 años, mientras veían 128 fotos de animales bebé y animales adultos, entre ellos varias fotografías de bebés humanos y adultos de la misma especie.
Algunas de las fotos de los bebés humanos habían sido alteradas para que se vieran extra tiernos.
Tras ver las fotos, los participantes respondieron además una serie de preguntas sobre lo que habían sentido y la actitud que despertaba en ellos las imágenes.
Su primer hallazgo demostró que no todo el mundo experimenta esa sensación de ser sobrepasado por ternura. De hecho, solo 64% de los participantes confesaron haber sentido “tanta ternura que deseo apretujarlo”.
El sentimiento de “agresión por ternura” fue más pronunciado frente a animales bebé, y el 74% de quienes dijeron haber experimentado esta sensación confesaron haber actuado para satisfacerla.
"Este es un hallazgo emocionante, ya que confirma nuestra hipótesis original de que el sistema de recompensas está involucrado en las experiencias de agresión linda de las personas", dijo Stavropoulos.
Por Redacción Vivir
