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Relaciones abiertas: ventajas, riesgos y mitos de esta alternativa amorosa

¿Puede una relación sobrevivir cuando se abren las puertas al deseo ajeno? Estudios revelan que las parejas que no son monógamas pueden ser incluso más honestas y comprometidas que las tradicionales.

Diego Alejandro Suárez Guerrero
24 de mayo de 2025 - 02:00 a. m.
Las relaciones abiertas no son ni una moda ni una panacea. Son una opción más dentro del amplio espectro de formas de amar.
Las relaciones abiertas no son ni una moda ni una panacea. Son una opción más dentro del amplio espectro de formas de amar.
Foto: Getty Images
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En un mundo en el que las estructuras tradicionales de pareja se transforman, las relaciones abiertas se convierten en una alternativa cada vez más discutida. Aunque para muchos sigue siendo un concepto tabú o incomprendido, para otros representa un modelo de amor más honesto, libre y adaptado a los tiempos modernos. Pero, ¿en qué consisten realmente las relaciones abiertas? ¿Cuáles son sus beneficios, sus riesgos y los mitos que las rodean?

Para entender mejor esta compleja realidad, El Espectador conversó con Juan Esteban Latorre, psicólogo clínico y sexólogo, quien ha trabajado durante más de diez años con parejas que optan por modelos no monógamos.

Según el doctor Latorre, “una relación abierta es una forma de vínculo consensuado en la que las personas involucradas acuerdan mantener relaciones románticas o sexuales con terceros, sin que eso implique una infidelidad”.

Sin embargo, aclara que esto no debe confundirse con promiscuidad o irresponsabilidad emocional. “Aquí hay reglas claras, diálogo permanente y un nivel de autoconocimiento muy alto. Es una negociación constante que parte de la honestidad”, añade.

Aunque muchas personas asumen que este tipo de relaciones nacen del deseo de tener múltiples experiencias sexuales, Latorre matiza en que la motivación puede ser mucho más compleja. “Algunas parejas simplemente no creen que una sola persona pueda satisfacer todas las necesidades afectivas, sexuales e intelectuales a lo largo de una vida. Y eso no es una debilidad, es una postura consciente sobre la naturaleza del deseo humano”.

Ventajas: honestidad, libertad y autoconocimiento

Una de las principales ventajas de una relación abierta, según Latorre, es la honestidad. “Irónicamente, muchas relaciones cerradas se basan en la mentira. Hay infidelidades encubiertas, deseos reprimidos, frustraciones silenciadas. Una relación abierta, si está bien manejada, obliga a las personas a ser brutalmente honestas consigo mismas y con el otro”.

Otro beneficio que destaca es la libertad de explorar el deseo sin culpa. “No se trata solo de sexo”, enfatiza, “es poder hablar de atracción por otras personas, de permitirse nuevas experiencias sin que eso suponga traición. Para muchos, eso fortalece el vínculo principal, porque lo hace más realista y menos idealizado”.

El autoconocimiento también juega un papel clave. “Las personas en relaciones abiertas se ven obligadas a enfrentarse a sus inseguridades, sus celos y sus límites. Es como mirarse en un espejo constantemente. No es fácil, pero es profundamente transformador”.

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Riesgos: celos, inseguridad y desequilibrio emocional

Sin embargo, no todo es libertad y crecimiento personal. Como cualquier modelo relacional, estas también tienen sus desafíos. “Los celos son reales. No desaparecen mágicamente porque hayas acordado abrir la relación. Lo que cambia es cómo los manejas. Algunas personas logran resignificarlos como una señal de apego y no como una amenaza”, explica el experto.

Otro riesgo es el desequilibrio emocional entre los de la pareja. “No todos avanzan al mismo ritmo. Puede pasar que uno se sienta cómodo con el modelo y el otro lo viva como una constante angustia. Por eso es vital revisar y renegociar los acuerdos todo el tiempo. Lo que sirve hoy puede no servir mañana”.

También hay un desgaste emocional que se debe tener en cuenta. “Gestionar varias relaciones, mantener la comunicación transparente, lidiar con tus emociones y las del otro, puede ser agotador. No todo el mundo está preparado para eso, y está bien”.

Mitos: promiscuidad, falta de amor y final inevitable

Uno de los mayores obstáculos que enfrentan quienes eligen este tipo de vínculo es el juicio social. “Existe la creencia de que una relación abierta es una excusa para no comprometerse o para tener sexo sin consecuencias. Eso no solo es falso, sino injusto”, asegura Latorre. “Muchas de estas parejas tienen un nivel de compromiso y comunicación que muchas relaciones monógamas envidiarían”.

También está el mito de que abrir la relación es el inicio del fin. “Muchas veces, cuando una pareja decide explorar este camino, los que los rodean lo ven como una señal de que algo está mal. Pero, en realidad, puede ser todo lo contrario: una muestra de madurez y deseo de crecer juntos”.

Otro prejuicio común es pensar que las personas en relaciones abiertas no aman de verdad. “El amor no es propiedad ni exclusividad”, señala Latorre. “El amor es cuidado, presencia, empatía. Y eso se puede multiplicar sin que se diluya. El problema es que nos han enseñado que amar es poseer”.

Aunque aún es un tema con relativa poca investigación empírica, varios estudios recientes han arrojado luz sobre las relaciones no monógamas consensuadas (CNM, por sus siglas en inglés). Uno de los más citados es el realizado por la psicóloga Terri Conley, de la Universidad de Michigan, publicado en el Journal of Social and Personal Relationships. En este estudio se encontró que las personas en relaciones CNM reportaban niveles similares o incluso superiores de satisfacción relacional, honestidad y compromiso en comparación con las parejas monógamas.

Conley sostiene que “las relaciones abiertas pueden funcionar tan bien como las monógamas, siempre que las personas involucradas se comuniquen de manera efectiva y respeten los acuerdos”.

Además, el estudio concluye que los niveles de celos no son necesariamente más altos, pero sí se manifiestan de manera diferente y se abordan con mayor conciencia.

Otro hallazgo relevante del estudio es que las personas en relaciones abiertas tienden a tener mayor claridad sobre sus límites personales y una comprensión más matizada de la diferencia entre sexo y amor. “No es que no sientan celos o inseguridad”, escribe Conley, “es que aprenden a nombrarlos, explorarlos y manejarlos desde la responsabilidad afectiva”.

¿Es para todos?

A pesar de sus potenciales beneficios, Latorre es enfático: “No, no es para todos. Y eso está bien. No existe un modelo único de relación válido para todo el mundo. Lo importante es que cada pareja construya la suya desde la sinceridad y el consentimiento”.

La clave, insiste, es no forzar. “Si una persona accede a una relación abierta solo para complacer a la otra, es muy probable que termine dañada emocionalmente. La apertura debe surgir del deseo auténtico de explorar y crecer, y no del miedo a perder”.

Para quienes estén considerando esta posibilidad, Latorre recomienda comenzar por una conversación profunda, sin presiones, y quizá buscar la orientación de un terapeuta. “No hay que tener todas las respuestas desde el principio. Lo que sí se necesita es una disposición al diálogo honesto, una comunicación impecable y mucha empatía”.

Las relaciones abiertas no son ni una moda ni una panacea. Son una opción más dentro del amplio espectro de formas de amar. Como cualquier elección vital, implican riesgos y beneficios. Requieren madurez emocional, claridad y, sobre todo, un compromiso con la verdad.

En palabras del doctor Latorre, “amar con libertad no significa amar sin responsabilidad. Significa asumir que el amor puede tomar formas diversas, y que ninguna es superior a otra. Lo importante es que sea elegida, vivida y cuidada con el corazón abierto”.

Diego Alejandro Suárez Guerrero

Por Diego Alejandro Suárez Guerrero

Comunicador social y periodista de la Universidad Externado de Colombia, con énfasis en comunicación creativa y medios emergentes.[email protected]

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