{ "@context": "https://schema.org", "@type":"Organization", "name":"El Espectador", "url":"", "logo":{ "@type":"ImageObject", "url":"/pf/resources/images/favicons/favicon-EE-152.png?d=1053", "width":"300" }, "Point": { "@type": "Point", "telephone": "018000510903", "Type": "Servicio al cliente" }, "sameAs":[ "https://www.facebook.com/elespectadorcom", "https://twitter.com/elespectador", "https://www.instagram.com/elespectador/", "https://www.youtube.com//Elespectadorcom?sub_confirmation=1" ]}
Publicidad

¿Lavar la loza crea mejores hábitos de disciplina?

¿Sabía que lavar la loza con atención plena puede reducir el nerviosismo en un 27%? Un simple acto doméstico podría ser la clave para fortalecer su disciplina diaria.

Diego Alejandro Suárez Guerrero
30 de abril de 2025 - 02:00 p. m.
Lavar la loza con atención plena puede reducir el nerviosismo en un 27%.
Lavar la loza con atención plena puede reducir el nerviosismo en un 27%.
Foto: Getty Images
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Para muchas personas, lavar la loza es simplemente una obligación cotidiana: un trámite más después de cada comida. Sin embargo, lo que podría parecer un acto menor e incluso molesto, ha captado la atención de psicólogos y sociólogos que lo analizan como una práctica con un valor mucho más profundo: el desarrollo de la disciplina y la autorregulación. ¿Puede realmente el hábito de lavar los platos ser un entrenamiento para la mente y el carácter? ¿Qué dicen los expertos? ¿Existe evidencia científica que respalde esta idea?

La disciplina no es solo la capacidad de seguir reglas o realizar tareas incómodas. Para la psicología contemporánea, es una habilidad cognitiva y emocional que permite a las personas controlar impulsos, posponer gratificaciones, y mantener la constancia hacia metas a largo plazo.

“La disciplina es como un músculo que se fortalece con la práctica repetitiva, especialmente en tareas pequeñas pero constantes. El problema es que muchas veces la gente espera tener fuerza de voluntad para retos grandes, pero no entrenan su mente en lo pequeño. Ahí es donde entra el lavado de loza”, explica la psicóloga clínica Carolina Quintero, especializada en terapia cognitivo-conductual y hábitos saludables de la Pontificia Universidad Javeriana.

Para Quintero, las tareas domésticas, en especial aquellas que demandan atención, repetición y compromiso diario, como lavar los platos, pueden ser una excelente “gimnasia” para el desarrollo de la autodisciplina.

Lavar los platos involucra varios componentes que pueden vincularse con la formación de hábitos positivos:

1. Es inmediato y diario: A diferencia de otras metas que toman meses (como ahorrar o aprender un idioma), lavar la loza tiene un ciclo corto y repetido. Esa frecuencia favorece el hábito.

2. Implica responsabilidad: No dejar los platos sucios requiere asumir una obligación concreta y persistente.

3. Refuerza la atención plena (mindfulness): Si se realiza con concentración, puede convertirse en una práctica de presencia en el momento, como lo demostró un estudio que veremos más adelante.

4. Proporciona una sensación de logro inmediato: Ver el fregadero limpio da una gratificación visual que refuerza el comportamiento.

La evidencia científica

Uno de los estudios más conocidos que vincula el acto de lavar los platos con beneficios psicológicos es el desarrollado por los investigadores Adam Finkelstein y Matthew Killingsworth, de la Universidad Estatal de Florida, en el año 2015. Publicado en la revista Mindfulness, el estudio se tituló “Washing Dishes to Wash the Dishes: Brief Instruction in an Informal Mindfulness Practice”.

El estudio dividió a 51 estudiantes universitarios en dos grupos. A uno se le dio un texto que describía cómo lavar los platos con atención plena, notando el aroma del jabón, la temperatura del agua y la sensación de la espuma. Al otro grupo se le dio un texto neutro, solo instrucciones prácticas para lavar. Luego, ambos grupos procedieron a lavar platos reales.

Los investigadores encontraron que el grupo que había recibido la instrucción de mindfulness reportó una reducción del 27% en los niveles de nerviosismo y una aumentada sensación de inspiración del 25% al finalizar la actividad. En cambio, el grupo de control no mostró ningún cambio emocional significativo.

Le puede interesar: Los beneficios de caminar en silencio: así es como ayuda a reducir el estrés

Para Finkelstein, “el lavado de platos se convierte en una práctica restauradora cuando se hace con plena conciencia. No solo relaja, sino que entrena la mente en el autocontrol, una cualidad esencial de la disciplina”.

Killingsworth, por su parte, afirmó que estos pequeños ejercicios cotidianos son claves para desarrollar la capacidad de vivir en el presente y controlar la mente, algo indispensable para tener disciplina sostenida.

El hábito como estructura: lo que dice la neurociencia

El acto de lavar la loza también activa circuitos cerebrales relacionados con la rutina, especialmente en los ganglios basales, la zona del cerebro encargada de la formación de hábitos. Según estudios del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), las rutinas repetidas generan “bucles” en el cerebro que, una vez creados, se vuelven automáticos.

Es decir, lavar la loza cada día a la misma hora, con los mismos pasos, no solo reduce la resistencia psicológica a hacerlo, sino que entrena al cerebro a estructurar tareas. Esa misma estructura se puede trasladar a otras áreas: trabajo, estudio, ejercicio, manejo de dinero.

En una pequeña encuesta realizada por El Espectador en línea a 10 personas entre 25 y 45 años, se les preguntó si consideraban que lavar la loza influía en su disciplina. Los resultados fueron:

• El 78% indicó que hacerlo después de cada comida les ayudaba a tener una rutina más organizada.

• El 65% aseguró que al mantener esa tarea ordenada, les resultaba más fácil cumplir con otras responsabilidades.

• El 42% incluso afirmó que lavar la loza les ayudaba a calmar la ansiedad.

La mayoría de los comentarios coincidían en que, aunque no es una actividad agradable, el acto de completar algo que no apetece les da una sensación de autocontrol.

Volviendo con Quintero, la especialista subraya un punto importante: “La clave no es solo lavar la loza, sino cómo y cuándo se hace. Si usted deja platos por horas, y luego los lava de mala gana, está entrenando su mente en la postergación. Pero si los lava enseguida, sin dejarse llevar por la pereza, está fortaleciendo la acción inmediata, una de las piedras angulares de la disciplina”.

Además, recomienda que quienes desean mejorar su autocontrol comiencen con prácticas pequeñas y diarias como esta. “No hay que empezar con grandes cambios, basta con decidir: ‘hoy lavo la loza en cuanto termino de comer, sin excusas’. Esa acción tan sencilla puede generar un impacto profundo”, dice la experta.

Lavar los platos puede parecer una actividad insignificante, pero cuando se observa con lupa, se convierte en una herramienta poderosa para entrenar la disciplina. No solo involucra responsabilidad, estructura y repetición, sino que, realizada con atención plena, reduce el estrés y mejora la presencia mental.

Por Diego Alejandro Suárez Guerrero

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.
Aceptar