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Cómo llegar a la vejez sin dolor: la actividad física es clave

¿Qué pasaría si el dolor al envejecer no fuera inevitable, sino una señal que hemos ignorado por años? Descubra el secreto que podría cambiar radicalmente la forma en que enfrentamos la vejez.

Diego Alejandro Suárez Guerrero
23 de mayo de 2025 - 09:00 p. m.
Esto es especialmente relevante en una sociedad donde muchas personas mayores aún trabajan o tienen rutinas muy activas. La pregunta entonces no es si pueden hacer ejercicio, sino cómo hacerlo.
Esto es especialmente relevante en una sociedad donde muchas personas mayores aún trabajan o tienen rutinas muy activas. La pregunta entonces no es si pueden hacer ejercicio, sino cómo hacerlo.
Foto: Vanny Pulgarín
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Por años, nos han hecho creer que envejecer es sinónimo de deterioro, que los dolores en la espalda, las rodillas o el cuello son parte natural del paso del tiempo. Sin embargo, una nueva visión está transformando esa narrativa: la fisioterapia, antes vista solo como una herramienta de rehabilitación, hoy se consolida como una estrategia poderosa para alcanzar una adultez activa, plena y sin dolor. La clave no es evitar envejecer, sino aprender a hacerlo con consciencia, conocimiento y movimiento.

Según la fisioterapeuta traumatológica Vanny Pulgarín, egresada de la Universidad de Salamanca y con más de 12 años de experiencia clínica, el dolor no debe ser una condena para quien envejece. “Y considero que desde la parte de fisioterapia podemos trabajar, favorecer y darle a los pacientes la capacidad de llegar a una adultez sin dolor, obviamente, pues la adultez trae consigo una serie de cambios y condiciones específicas como factores físicos, cierto, por decir, artritis reumatoide, osteoporosis, sarcopenia. También factores psicológicos y sociales pueden influir, o afectar la calidad de vida de las personas adultas mayores”.

El cuerpo grita lo que ignoramos

El dolor, explica Pulgarín, es el lenguaje del cuerpo para alertar que algo no está funcionando bien. “El dolor es una expresión del cuerpo cuando algo no está bien, cuando hay un colapso o una saturación de sobrecarga. Los músculos están en exceso de tensión, cuando los músculos están demasiado débiles. Entonces el dolor es una respuesta del sistema osteomuscular para que la persona, como que caiga en cuenta de que algo no está bien, es el lenguaje que utiliza el cuerpo para decirle a una persona: mire, aquí hay algo que no está bien, preste atención”.

A nivel mundial, el 70 % de los adultos mayores viven con dolor crónico, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud. En Colombia, solo el 12 % de las personas mayores de 60 años accede a fisioterapia activa preventiva. La desconexión entre las necesidades reales del envejecimiento y la oferta de salud es profunda. Pero hay una alternativa concreta, y comienza por algo tan básico como moverse bien.

El movimiento como medicina

“El gran secreto para llegar a la adultez sin dolor es incorporar la actividad física”, dice Pulgarín. “Estamos hablando de actividad física adaptada a las necesidades y capacidades de cada persona. No se trata de ir a un gimnasio o de caminar 10 km diarios, pero sí realizar actividad física regular, de impacto moderado, que pueda generar efectos positivos, cambios adaptativos en las personas que puedan devolver la funcionalidad, que puedan aliviar el dolor”.

El sedentarismo —ese enemigo silencioso— afecta no solo al cuerpo, sino también a la mente. En Colombia, según el estudio “Sueños y Realidades 60+”, el 60 % de las personas mayores no realiza actividad física de forma frecuente. Y es precisamente ese desacondicionamiento físico el que potencia enfermedades como la sarcopenia (pérdida de masa y fuerza muscular), la osteoporosis o el desgaste articular.

“El cuerpo está diseñado para moverse constantemente. El hecho de que tengamos un dolor no quiere decir que no podemos movernos, lo que pasa es que hay que saber cómo moverlo y para ello necesitamos estar acompañados de un profesional”, asegura Pulgarín.

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Una de las claves de este enfoque es la personalización. “Esta fisioterapia debe ser totalmente personalizada, debe ser de acuerdo a los objetivos y a las necesidades de cada paciente, viendo a cada paciente o a cada persona como un mundo diferente que requiere y necesita cosas específicas y puntuales según su morfología, según su tamaño, su estatura, según sus actividades cotidianas”.

Esto es especialmente relevante en una sociedad donde muchas personas mayores aún trabajan o tienen rutinas muy activas. La pregunta entonces no es si pueden hacer ejercicio, sino cómo hacerlo. “Bueno, qué es lo que usted hace y cómo contribuimos desde la parte de fortalecer, adaptar, estirar, movilizar a esa actividad que usted realiza actualmente”, añade.

Aeróbico o anaeróbico: lo importante es moverse

Los tipos de ejercicio también deben adaptarse. “Existen muchos tipos de ejercicio, pero se caracteriza, más que todo, por el ejercicio aeróbico y el anaeróbico. El ejercicio aeróbico es un ejercicio en donde hay una intensidad baja, pero que es de larga duración. Normalmente se clasifican en este grupo actividades como caminar, nadar, montar bicicleta, montarse a la elíptica. El ejercicio anaeróbico es el que incluye un poco más de intensidad y que no es tan prolongado el tiempo que se realiza, y que además también tiene un peso extra o adicional”.

La falta de implementos no es excusa: “Podemos reemplazar los elementos de deporte de un gimnasio con cosas que tenemos en la casa, como por ejemplo el palo de la escoba, un termo con agua como mancuerna, una toalla, una silla. Incluso en la misma cama podemos hacer los ejercicios porque hay personas que les da dificultad arrodillarse o tumbarse en el piso”.

La alimentación: una aliada contra el dolor

Pero no basta con moverse. Comer bien es igual de importante. “La alimentación es fundamental, considero desde que nacemos, en todas las etapas de la vida, pero en la adultez sí, definitivamente sabemos que los estudios lo demuestran, que el metabolismo se enlentece un poco. Entonces, lo ideal es tener una alimentación balanceada, en donde sabemos que debemos incluir proteína, fibra, carbohidratos, pero de buena calidad”.

Y añade: “Las dietas, por ejemplo, antiinflamatorias. Sabemos que, por ejemplo, el apio tiene propiedades antiinflamatorias y los alimentos naturales, muchos de ellos, tienen propiedades antiinflamatorias. La manzanilla, por ejemplo. La ingesta específicamente de proteína es necesaria, ya que en la adultez se padece de algo que se llama sarcopenia. La sarcopenia es la debilidad muscular, específicamente por falta de actividad física y pues si aparte de eso, no estamos consumiendo buena proteína, vamos a favorecer más esta pérdida de masa muscular”.

Reaprender a moverse

El envejecimiento no solo implica cambios físicos, también implica volver a aprender. “El movimiento es vida”, dice Pulgarín. “Las veces que dejamos de hacer un movimiento generan a mediano y largo plazo una restricción del movimiento y una adherencia de las articulaciones y todo el tejido que hay a nivel de la articulación”.

“Cuando tú te encuentras como el momento en que te dolió hacer alguna actividad, el cerebro simplemente lo que genera es un mecanismo protectivo de reacción ante ese movimiento. Entonces el cerebro dice: no, esto me dolió, no lo voy a volver a hacer. Pero resulta que dejar de hacer ese movimiento genera más daño”.

Por eso, insiste en que la fisioterapia puede devolver la funcionalidad incluso en condiciones degenerativas. “Tenemos diariamente pacientes que tienen artrosis de rodilla pero no son capaces de doblar la pierna por el dolor. Pero entonces ya uno va y mira y aparte del dolor hay un proceso inflamatorio, hay un proceso de rigidez articular por falta de uso. Entonces todos estos factores son los que uno desde la parte profesional llega a mirar, analizar y a decidir. Bueno, ¿cómo empiezo?”.

Y agrega: “es un trabajo progresivo, de constancia, de concientización entre el paciente y nosotros”.

Las estadísticas lo confirman: las personas insuficientemente activas tienen entre un 20 % y un 30 % más de riesgo de muerte en comparación con las activas. La fisioterapia activa puede reducir el riesgo de caídas en adultos mayores hasta en un 31 %. Y sin embargo, seguimos subestimando el poder del movimiento.

“Moverse mal duele. Pero moverse bien sana. Nuestro cuerpo está hecho para moverse y al hacerlo de forma consciente, no solo aliviamos el dolor, sino que recuperamos nuestra energía vital”, sentencia Pulgarín.

Envejecer sin dolor no es una utopía. Es una posibilidad real, alcanzable, basada en ciencia, y al alcance de todos. Se trata de entender que el cuerpo, incluso en la vejez, está hecho para moverse, para sentir, para vivir. Se trata de elegir —cada día— una vida en movimiento.

Diego Alejandro Suárez Guerrero

Por Diego Alejandro Suárez Guerrero

Comunicador social y periodista de la Universidad Externado de Colombia, con énfasis en comunicación creativa y medios emergentes.[email protected]

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Hincha Rojo(87476)25 de mayo de 2025 - 05:39 p. m.
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