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El Lago Victoria es uno de los lagos de agua dulce más grandes del planeta. Tiene más de 69 mil kilómetros cuadrados (para que se haga una idea, Bogotá tiene 1.776 km2) y se extiende por tres países africanos: Uganda, Tanzania y Kenia. Su agua es vital para millones de personas. Sin embargo, hay un fenómeno que ha empezado a generar preguntas entre la comunidad científica: su color se está tornando verde.
Algunas de las causas de ese fenómeno las han estudiado los profesores Lauren Hart y Gregory J. Dick, de la Universidad de Michigan. Junto a George S. Bullerjahn y Kefa M. Otiso, del Centro de los Grandes Lagos para Aguas Dulces y Salud Humana, de Universidad Estatal de Bowling Green (Estados Unidos), escribieron hace unas semanas un artículo en The Conversation en el que sintetizan algunos de los hallazgos de sus análisis, que dan pistas de los motivos del “reverdecimiento” del Lago Victoria.
Una de las razones de ese color, señalan, está en la presencia de cianobacterias, unos organismos microscópicos que suelen ser confundidos con algas, pero, en realidad, pueden casuar muchos problemas a los cuerpos de agua y a los otros seres vivos que alimentan de ella. Como señalan los investigadores, las cianobacterias son tóxicas y “prosperan en lagos y estanques cálidos y soleados que contienen un exceso de nitrógeno y fósforo, nutrientes derivados de fertilizantes, estiércol y aguas residuales”.
Eso, justamente, es lo que parece estar sucediendo en el Lago Victoria. Las aguas residuales que por décadas han ido a parar al afluente, sumadas a los productos agrícolas, han hecho que se acumule un exceso de nutrientes que ha favorecido la expansión de las cianobacterias. Otro factor que ha incidido es la creciente urbanización de los territorios cercanos al lago africano.
Para identificar los puntos que podían ser más inquietantes, los científicos recolectaron muestras en 31 puntos, como parte de un proyecto del African Center for Aquatic Research and Education (ACARE). Tras llevar a cabo análisis de ADN, hallaron, entre otras cosas, que había un tipo de cianobacteria dominante: Microcystis.
“Vinculamos el Microcystis con la microcistina. Esta es una toxina que daña el hígado y puede matar al ganado, la fauna silvestre y a los humanos, especialmente a aquellos cuyo sistema inmunitario no funciona bien”, escribieron en su artículo The Conservation, en el que piden a las autoridades que tomen acciones de prevención para reducir la cantidad de fósforo y otros nutrientes que están entrando al Lago Victoria.
Además de la presencia de aguas residuales, hay otro elemento que también parece estar contribuyendo a la expansión de estas cianobacterias: el calentamiento global, pues las altas temperaturas podrían promover la proliferación de estos organismos.
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