
En el séptimo aniversario de la avalancha de Mocoa, que cobró más de 300 vidas, el predio destinado para una parte de la reconstrucción de las viviendas arrasadas por la catástrofe está colmado de viviendas informales construidas por las familias afectadas. A veces, con las fuertes lluvias, el agua se suele meter a las casas, hechas de madera, plástico o zinc. En el peor de los casos, un ventarrón fuerte se lleva los techos que debían ser temporales, dejando a sus habitantes, por un tiempo, a la intemperie.
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