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Es conocido que los pulpos son animales de ocho brazos que les permiten explorar e interactuar con su entorno. Sin embargo, una de las situaciones que le ha causado mayor curiosidad a los científicos a lo largo de los años tiene que ver con el hecho de que estos animales pueden desarrollar brazos adicionales, e incluso divididos, de los que se conoce muy poco sobre su movimiento o comportamiento.
Para intentar dar respuesta a esta duda, investigadores internacionales estudiaron el comportamiento de un pulpo común (Octopus vulgaris) que se encontraba en Ibiza, España, y publicaron los resultados de su observación en la revista académica Animals.
El pulpo común es un molusco que pertenece a la clase Cephalopoda y ha sido una de las especies más estudiadas e inteligentes. Están presentes en regiones del Mar Negro, la corta Sur de Inglaterra, el mediterráneo y algunas partes de la costa sur de Sudáfrica.
En el artículo, los investigadores escriben que, ocasionalmente, durante la regeneración, los brazos de los pulpos, sobre todo sus puntas, experimentan una “división y ramificación en su crecimiento, causando condiciones como la bifurcación, en donde el brazo se ramifica una vez, produciendo dos brazos en lugar de uno. Aunque todavía es incierto, se ha hipotetizado que el mecanismo molecular para este crecimiento anormal se debe a una mutación”.
En el artículo, detallan que capturaron 24 videos y alrededor de 6.000 fotografías de un Octopus vulgaris macho que, al parecer, había sufrido múltiples heridas en cinco de sus brazos tras un posible enfrentamiento con un depredador.
Según los autores, aunque la mayoría de sus apéndices se regeneró con normalidad, uno de ellos se dividió en dos e, inicialmente, quedó relegado de las actividades más significativas del animal. Este prefería, en cambio, enroscarlo bajo su cuerpo mientras cazaba presas con los otos brazos.
Sin embargo, conforme fue pasando el tiempo, los científicos observaron que esto cambio: el brazo dividido comenzó a tomar mayores riesgos y su conducta se normalizó.
Esto, en palabras de los investigadores, indicaría que las extremidades de los pulpos, incluyendo los brazos bifurcados, pueden reaccionar a señales sensoriales de manera independiente, sin necesidad de que el cerebro se active.
Entre las conclusiones, los autores señalan en el artículo que “comprender estas adaptaciones puede proporcionar información sobre cómo los animales responden a los desafíos físicos e incluso podría inspirar nuevos diseños en robótica y prótesis al imitar la capacidad de recuperación de los brazos de los pulpos".
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