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El proyecto de ley que busca “incorporar los humedales al Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres y al Sistema Nacional de Cambio Climático en su componente de adaptación", fue aprobado hace algunos días en la plenaria del Senado de la República en su cuarto y último debate. De esta manera, pasa a sanción del presidente de la República, Gustavo Petro, para que se convierta en ley.
La iniciativa, que contó con la firma de 16 congresistas (entre senadores y representantes a la Cámara), fue aprobado sin mayores cambios en su paso por ambas corporaciones.
Sin embargo, como contamos en esta nota de inicio de año, algunas académicas tenían varios reparos con el proyecto que, para entonces, iba a enfrentar su cuarto y último debate. Pero antes de abordar esas inquietudes, es necesario repasar a grandes rasgos qué busca la iniciativa.
El proyecto, de 12 artículos en total, tiene como objeto “integrar los humedales de Colombia a los instrumentos del Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres y del Sistema Nacional de Cambio Climático, en su componente de Adaptación ante el Cambio Climático”.
También busca “adoptar medidas de intervención preventiva, prospectiva, prescriptiva o correctiva en las cuencas encaminadas a garantizar la integridad biológica del país, la reducción de la vulnerabilidad, prevención del riesgo y aumento de la resiliencia en respuesta a los cambios observados o esperados del clima y su variabilidad”.
Para cumplir con este objetivo, señala un parágrafo del segundo artículo del proyecto, el Ministerio de Ambiente debe liderar el ajuste y actualización de las áreas de humedales para contar con una cartografía de estos humedales.
Esto es algo que Úrsula Jaramillo Villa, bióloga de la Universidad de Antioquia con maestría en ecología, con quien conversamos hace unas semanas, no tiene mucho sentido. Hace unos años, Jaramillo fue una de las editoras de Colombia anfibia, del Instituto Humboldt, un libro de dos volúmenes cuya finalidad era “motivar el reconocimiento de Colombia como un territorio anfibio, en el que gran parte de su geografía y su cultura están asociadas directamente con el agua”.
En esos volúmenes, el equipo de investigadores logró elaborar el mapa de humedales más detallado del país, tras una inversión de varios miles de millones de pesos y la utilización de una “tecnología impresionante”.
Para la ahora investigadora doctoral en la Universidad Javeriana y docente de la Universidad Eafit (Medellín), de adelantarse el ejercicio que propone el proyecto de ley, el mapa que se obtendrá será el mismo que se tuvo hace 10 años, pero habiendo gastado varios miles de millones de pesos.
De hecho, en un concepto que el Ministerio de Hacienda envió en febrero de este año, antes de que se llevará a cabo el cuarto debate de la iniciativa, la cartera estimó que ese ejercicio podría costarle al país casi 3 billones de pesos.
A Jaramillo, así como a Silvia López Casas, doctora en biología de la Universidad de Antioquia y especialista en ecosistemas acuáticos continentales de Wildlife Conservation Society (WCS), les preocupaba dos asuntos más del proyecto.
Lo primero es que la iniciativa no es clara en cómo se deben incorporar los humedales en la gestión del riesgo. Jaramillo temía que, como ha sucedido históricamente, el proyecto de ley profundice una visión en la que se considere riesgoso vivir en una zona inundable y que desconoce la realidad de muchos territorios anfibios del país.
A López también le generaban dudas las menciones que la iniciativa hace sobre “adoptar medidas de intervención preventiva, prospectiva, prescriptiva o correctiva”, en el primer artículo. “Me quedan el temor y la inquietud de la puerta que se abre a las intervenciones sobre los humedales, porque no las menciona explícitamente. Depende de cómo lo lea y de quién lo lea se van a plantear cosas diferentes”. Los temores de la bióloga están fundamentados en las intervenciones que históricamente se han hecho sobre los humedales y que han buscado, como señaló Baptiste, “gobernar el agua”: jarillones, diques, dragados, desecaciones, entre otras.
Pese a las inquietudes, las investigadoras también resaltaron aspectos positivos como el fortalecimiento del Sistema de Información Ambiental de Colombia (SIAC) y de los sistemas de alertas tempranas, así como de la red de estaciones y sistemas de monitoreo.
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