
Los habitantes de Schooner Bight, un barrio al occidente de San Andrés, han vivido temporadas en las que les cuesta describir el olor del ambiente. “Hay turistas que vienen y se van contentos; pero hay otros que al irse preguntan ‘¿a qué huele?’. Da hasta vergüenza recibirlos así”, señala un comerciante de la zona. Es una mezcla entre el hedor de la comida en descomposición y de una cañería taponada, que durante los días de lluvia se hace más evidente.
Allí, en menos de un kilómetro cuadrado, como contamos en

Por Andrés Mauricio Díaz Páez
