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Actualmente en América Latina y el Caribe, 41 millones de personas padecen hambre y 187,6 millones enfrentan inseguridad alimentaria. Asegurar un plato de comida sigue siendo un desafío diario.
Con el 81% de la población viviendo en ciudades—y una urbanización en aumento—, garantizar el a alimentos frescos y saludables en zonas urbanas es crucial. Sin embargo, la urbanización, en muchos casos, se ha producido de manera descontrolada, y ha dañado suelos, biodiversidad y ecosistemas, agravando la desigualdad en áreas periurbanas.
Además, las ciudades dependen de alimentos producidos lejos, lo que—sumado a las disrupciones en las cadenas globales y las ineficiencias logísticas—aumentan los precios y la inflación alimentaria. Esto también abre oportunidades para integrar a pequeños productores, agricultores familiares y feriantes, entre otros actores, en las cadenas de suministro.
Aunque los sistemas actuales han funcionado, son desiguales y requieren rediseñarse para ser más resilientes, necesidad que ya demostró la pandemia del COVID-19.
Frente a este escenario, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en alianza con el gobierno de Brasil, a través de la Agencia Brasileña de Cooperación del Ministerio de Relaciones Exteriores (ABC/MRE) y del Ministerio de Desarrollo y Asistencia Social, Familia y Combate al Hambre (MDS), han sumado esfuerzos para promover iniciativas que buscan garantizar la seguridad alimentaria y apoyar a la erradicación del hambre en América Latina y el Caribe con especial atención a las poblaciones más vulnerables de las áreas urbanas de nuestra región.
Para enfrentar estos retos, la FAO y el gobierno de Brasil en el marco del Programa de Cooperación Internacional Brasil-FAO, impulsan iniciativas que combaten el hambre y promueven seguridad alimentaria, especialmente en poblaciones urbanas vulnerables. No basta con mejorar la alimentación; también debe avanzarse hacia una producción y consumo sostenibles para mitigar el cambio climático.
La cooperación Sur-Sur entre Brasil y la FAO facilita el intercambio de experiencias para crear sistemas alimentarios inclusivos, vinculando gobiernos, sector privado y sociedad civil. Priorizando países como Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba y Perú, se promueven políticas que fortalecen mercados locales, reducen desigualdades y fomentan una alimentación saludable.
La FAO impulsa una agenda integral que conecta zonas rurales, periurbanas y urbanas, promoviendo entornos alimentarios saludables, economías circulares y gobernanzas inclusivas. La innovación y la cooperación entre ciudades son clave para aprovechar las oportunidades y transformar los sistemas agroalimentarios.
Solo mediante la implementación de políticas integradas, inclusivas y sostenibles, y la participación de todos los actores involucrados, podremos construir ciudades resilientes y garantizar un futuro próspero para las generaciones venideras, a través de una mejor producción, un mejor medioambiente, una mejor nutrición, y una vida mejor, sin dejar a nadie atrás.
